Un satélite despegó en la madruga del viernes desde Florida dotado de un nuevo instrumento de la NASA que permitirá medir hora por hora, barrio por barrio, la polución del aire en América del Norte.
Esta herramienta científica, denominada TEMPO, debería permitir seguir la difusión de los contaminantes con mucha más precisión que hasta ahora, desde su fuente emisora y a medida que son propagados por el viento.
Sus aplicaciones son múltiples: mejorar las alertas a los habitantes en caso de mala calidad del aire, determinar mejor los lugares donde se deben instalar nuevos detectores en el suelo, o incluso ayudar a la investigación sobre el impacto de los contaminantes atmosféricos sobre la salud.
Pero también miden la contaminación provocada por los incendios, cada vez más frecuentes debido al calentamiento global.
Alrededor del 40% de los estadounidenses (unas 137 millones de personas) viven en áreas con mala calidad del aire, según la Asociación Estadounidense del Pulmón. Las zonas más pobres se ven afectadas de manera desproporcionada.
La contaminación del aire causa aproximadamente 60.000 muertes prematuras por año en Estados Unidos. También es nociva para la economía, por su impacto sobre la productividad de los trabajadores e incluso sobre los cultivos.
– A toda hora
Los satélites utilizados hasta ahora para hacer este tipo de evaluaciones en Estados Unidos se encuentran a una altitud cercana a los 700 km y dan una vuelta a la Tierra unas quince veces al día.
«Podremos tener mediciones todos los días sobre Nueva York, por ejemplo a las 13H30», explicó en rueda de prensa Caroline Nowlan, física atmosférica del Centro de Astrofísica. Pero «están sucediendo muchas cosas en Nueva York en un día. Hay dos horas pico que no se pueden medir».
TEMPO, que pesa algo menos de 140 kg, se acoplará a un satélite en órbita geoestacionaria, a una altitud de más de 35.000 km. Por tanto, girará alrededor de la Tierra al mismo tiempo que ésta gira sobre sí misma, lo que le permitirá estar siempre por encima de América del Norte.
«Por primera vez, podremos tomar medidas hora por hora» en esta zona del mundo, señaló Nowlan.
La órbita geoestacionaria es muy común para los satélites de telecomunicaciones, y es en uno de ellos que se insertó TEMPO: el satélite Intelsat IS-40e.
– Ozono y dióxido de nitrógeno –
El satélite despegó el viernes a las 00H30 locales (04H30 GMT) a bordo de un cohete SpaceX Falcon 9 desde el Centro Espacial Kennedy, en Florida.
Colocarse en la órbita correcta le tomará alrededor de dos semanas, según Jean-Luc Froeliger, vicepresidente de Intelsat.
A parir de ese momento las operaciones podrán dar inicio.
TEMPO trabajará analizando la luz reflejada desde la superficie de las nubes, utilizando un espectrómetro.
Cada gas absorbe la luz de manera diferente, por lo que «se puede ver lo que hay en la atmósfera a través de los colores o longitudes de onda de la luz que se absorbe», explicó Nowlan.
Se llevarán a cabo tres mediciones principales.
La primera será la del dióxido de nitrógeno producido por la combustión, en particular de los automóviles de gasolina o diésel pero también de las centrales eléctricas de carbón o gas.
Luego se evaluará el ozono, que cuando está en lo alto de la atmósfera protege de los rayos del sol pero se vuelve nocivo para la salud cuando está en el suelo.
Finalmente, se medirá el formaldehído, que puede ser utilizado para inferir la presencia de compuestos orgánicos volátiles, es decir esos elementos «que hacen que ciertas cosas huelan, como pintura, gasolina o marcadores», indicó Nowlan.
TEMPO, que operará durante al menos dos años, pero probablemente muchos más, se suma a la flota de la NASA de unas 25 misiones de observación de la Tierra.
Una herramienta similar, llamada GEMS, ya se encuentra en órbita geoestacionaria para cumplir la misma misión sobre Asia, desde su despegue en 2020. Y otra, Sentinel-4, debería estar operativa a partir de 2024 para cubrir Europa.