Las hermanas Ojeda Reyes, Maybellín Vanessa, de 27 años, y Jennise Melisa, de 23, son dos arquitectas de profesión que han innovado en San Miguel con un vivero-café, con el objetivo de brindar un espacio de tranquilidad para quienes lo visitan.
Maybellín cuenta que su amor por la jardinería inició desde temprana edad, al ver a su padre dedicarse al diseño de exteriores y el mantenimiento de jardines, por lo que en períodos vacacionales le ayudaban. Este interés también la motivó a estudiar arquitectura.
El proyecto del centro de jardinería nació a finales de 2020, posterior al encierro por la pandemia de la COVID-19, cuando Maybellín decidió utilizar un espacio que su padre usaba para bodega de plantas y convertirlo en un vivero en donde se brindará el acompañamiento y las asesorías para que las personas pudieran decorar y crear espacios de tranquilidad con plantas.
Al vivero decidieron llamarle Bararú, que significa ‘equilibrio’ en japonés. El negocio fue creciendo poco a poco a través de los años; sin embargo, existía el deseo de que los clientes se quedaran más tiempo y disfrutaran del acogedor lugar.
Así nació la otra parte del proyecto: el café Topiari, el cual comenzó a funcionar en febrero de este año.
«Queríamos brindar un espacio de tranquilidad, que la gente pudiera disfrutar de un postre y un café, rodeado de naturaleza. Es pequeño, pero es acogedor. Es un lugar que tiene la posibilidad de dar una experiencia de bienestar en todos los sentidos», dijo Maybellín.
Las recetas de las bebidas son hechas por las hermanas, mientras que los postres que ofrecen algunos son hechos por ellas y otros son adquiridos con proveedores locales.
El lugar está abierto desde las 10 de la mañana hasta las 7 de la noche, y las hermanas se organizan y dividen las actividades para poder atenderlo sin descuidar sus compromisos con respecto a su profesión.
En aproximadamente los dos meses que han pasado desde la apertura del café, han visto una respuesta muy favorable de los clientes, por lo que esperan en el futuro ampliar el lugar y brindarles oportunidad de empleo a otras personas.
«Con mi hermana tenemos el mismo deseo: hacer crecer el proyecto y, si se puede, abrir otro local idéntico, en el que la gente puede despejarse y relajarse», dijo Jennise.
El vivero-café se encuentra en la colonia San Pablo, calle Santo Tomás, a pocos metros de un centro comercial de San Miguel.
En redes sociales, las migueleñas tienen sus páginas en Instagram llamadas Topiaricafe y Bararu.sv.