Los órganos de difusión de ARENA-FMLN publicaron portadas con apocalípticas advertencias: las marchas y protestas de la oposición quedaban canceladas. Retorcieron el significado y sentido de un decreto que exige el cumplimiento de las medidas de bioseguridad para evitar la propagación de la COVID-19, para decir que el Gobierno del presidente Nayib Bukele había enviado la moción represiva a la Asamblea Legislativa para que Nuevas Ideas lo aprobara.
Sin embargo, después de esas portadas alarmistas, la misma realidad se ha encargado de desmentirlos, demostrando que solo son instrumentos políticos para atacar el avance del Gobierno. Hubo una marcha —cacaraqueada por semanas en las redes sociales como una expresión del descontento popular— que evidenció su escaso poder de convocatoria, pero la que tuvo toda la libertad de concentrarse, movilizarse y de expresar lo que los financistas de la oposición querían decir.
Lejos de reconocer la mentira sobre la represión y el acoso estatal con la que trataron de asustar a la ciudadanía, los caducos cabecillas de los grupos organizadores culparon al Gobierno de su raquítica marcha.
La semana recién pasada, ocurrió otra muestra del escaso respaldo popular hacia estos grupos, que convocaron a una «concentración» para rechazar las grandes obras del Gobierno, como el acelerado y eficiente plan nacional de vacunación. Una de las voceras de la protesta decía que las vacunas llevan veneno y son parte de un entramado y complejo plan de las Naciones Unidas para el control mundial de la población. ¿Se imaginan qué hubiera pasado si gente como esa hubiera estado al frente del Gobierno en la pandemia? Es gente que desprecia el trabajo científico y que, en sus delirios, lo asocia con el control mental, así como lo decía, de manera bastante enredada, Gerson Martínez, el ministro prófugo del FMLN cuando mezclaba satélites, software y oposición contra el presidente Bukele.
Pero, a pesar de las disparatadas teorías y de los múltiples objetivos de la protesta (sí, también estaban las camisetas antibitcóin y las pancartas y camisetas a favor de Roy García, que trató de sobornar a diputados de Nuevas Ideas para que abandonaran el partido), desde el Gobierno del presidente Bukele no hubo ninguna interferencia, mucho menos represión o movimiento alguno para que no se expresaran.
Entonces, volviendo a las portadas amarillistas en contra de las manifestaciones, marchas y concentraciones: ¿habrá una fe de errata o un posicionamiento sobre el uso partidista de medios de comunicación? Lo más seguro es que no y que, por el contrario, trabajen en las próximas mentiras que pondrán en las portadas.