Rostros quemados, manos o dedos amputados, tratamientos prologados y altos costos son algunas de las consecuencias que las quemaduras por pólvora y otras sustancias generan en la población pediátrica del país, situaciones que son prevenibles, como los accidentes por pólvora.
«La primera causa por quemaduras en El Salvador es por líquidos calientes: agua hirviendo, café, salsa de tomate, sopas, pero una de las más importantes es la cernada de maíz, que lleva cal, entonces se vuelve una quemadura química; la segunda es por fuego directo o indirecto, cuando se dejan hornillas y se dejan las cenizas, o contacto con los hornos o planchas; y la tercera es la pirotécnica, la más prevenible de las tres», indicó la doctora Patricia Quezada de Calderón, jefe del Departamento de Cirugía Plástica y Quemados del Hospital Nacional de Niños Benjamín Bloom.
La Dra. Quezada explicó que una cuarta causa de quemaduras es por electricidad, la cual ocurre cuando hay contacto con cables de alta tensión, un hecho que puede provocar hasta amputaciones y la muerte.
«Dentro de las quemaduras más traumáticas, las que puede tener mayor complejidad están a la cabeza las de productos pirotécnicos relacionados con morteros. Un mortero número cinco en un bebé de tres años, si lo manipula y le explota, hace una amputación y destrucción completa de sus cinco deditos, si es que no su mano y mucho más si es de mayor calibre», aseveró Quezada.
Las implicaciones de una quemadura o trauma que conlleve a una amputación requieren de tratamientos prolongados, la intervención de un equipo multidisciplinario, el elevado costo de los tratamientos y, a largo plazo, afectaciones psicológicas para el paciente producto de su condición.
«Hace un par de años hicimos un análisis de costos de un niño con edad escolar que tuvo la amputación casi completa de su pulgar, y dejamos una parte de un metacarpo para tuviera esa pinza. Estuvo ingresado como un mes. Un mortero que costó $0.15 o $0.25, al Estado le costó $25,000, estoy hablando de una amputación de dos dígitos [dedos] y la reconstrucción de la mano derecha. Al poner un ejemplo de esto y calcularlo a lo largo de los años es muy difícil, una unidad de cuidados intensivos [uso] anda alrededor de $1,500 para el Estado, imagínate en lo privado que los costos se triplican», detalló Quezada.
Durante todo el 2020, ante el confinamiento por la pandemia de la COVID-19 se estimó que habría reducción de menores quemados; sin embargo, el hospital Bloom recibió alrededor de 200 niños con este tipo de lesiones que fueron ingresados; , el resto de los pacientes fue tratado de manera ambulatoria para garantizar el distanciamiento y disminuir riesgos de contagios por la COVID-19.
De acuerdo con las estadísticas del hospital, al año se registra un aproximado de entre 400 y 500 niños quemados.
El llamado es a los padres de familia para que puedan prevenir este tipo de percances que generar lesiones de por vida a los niños,
«Este mensaje y esta responsabilidad va para todos los adultos. Si la causa más prevenible de quemaduras es por pólvora, podemos disminuir todavía más ese tipo de causas. No es justo, se mueren niños, cuántas coheterías todos los años hay accidentes porque no tenemos la precaución de tener coheterías no autorizadas donde están involucrados menores, ¿por responsabilidad de quién? No es el Estado, somos los adultos, subrayó Quezada.