No es una marca de embutidos o de carros la que aparece al principio del texto, tampoco es una frase mágica; esta significa «fallar», en francés. ¿Qué es en sí fracasar en el mundo del emprendimiento?; ¿no llegar a la meta de ventas?, ¿quebrar el negocio?, ¿fallar en el levantamiento de capital semilla?, ¿no ganar la competencia?… Al final de cuentas, cada emprendedor tiene sus momentos de «fracaso». Para mí, fracasar es no intentarlo; puede sonar paradójico el hecho de emprender y saber que uno fracasará.
Las estadísticas de la Oficina de Trabajo de Estados Unidos indican que nueve de cada 10 emprendimientos fracasan; más de uno de los que esté leyendo este párrafo podría fracasar con su negocio. Es lógico pensar que uno intenta hacer lo imposible para llevar su idea a cabo y no siempre resulta; he aquí una pequeña prosa de cómo llevar a cabo esta etapa de una mejor manera y por qué «l’échec» es la puerta que abre el éxito.
La mayoría, por no decir todos los emprendimientos, tienen un ciclo de vida que caduca luego de un cierto tiempo. Ahora bien, nos centraremos en el aclamado «valle de la muerte». ¿Qué ocurre en este tramo del ciclo del emprendedor? Para comprenderlo de mejor manera hablaremos de la curva de transición personal de Fisher. John Fisher presentó este modelo de entendimiento personal de cambio en 1999. Él proponía un análisis de cómo las personas sobrellevaban los cambios o procesos nuevos. Para nuestro caso de uso, esto no es ajeno a emprender.
Empezamos con ansiedad planteando las preguntas de la índole: «¿seré capaz?», «¿qué pasa si no lo logro?, …»; al tener un aumento de alegría, uno se emociona. Lo importante radica en cuando esta felicidad viene en decremento posterior a obtener resultados no esperados; se empieza a llenar de enojo, tristeza, decepción y desilusión (el paso donde todo emprendedor se rinde y «tira al trasto» su idea de negocio).
Posteriormente, al fracasar hay dos salidas: uno, seguir ese camino; y, dos, volverlo a intentar. Es muy contraintuitivo volver a probar una idea de negocios teniendo fracasos. Lo importante aquí no radica en hacerlo y ya; está en aplicar los aprendizajes para evitarse los errores del pasado. Einstein decía que no podemos esperar resultados diferentes con los mismos ensayos. He aquí la distinción entre intentar pasivamente o intentar activamente. Es más, los emprendedores que han quebrado una, dos, tres… tienden a ser mayormente exitosos (aclarando que no se incita a los lectores a realizar esta conducta de manera deliberada).
El primero nos habla de hacer el esfuerzo de retomar acción sobre los fallos del pasado desde cero, mientras que el segundo de entrada nos incita a tomar los aprendizajes anteriores para emprender el siguiente paso. ¡Ojo!, ambos casos podrían fracasar nuevamente; hay un proceso iterativo por detrás hasta «pegarle» al mercado con el producto disruptivo; sin embargo, el segundo caso tiende a tener un proceso de duelo (háblese de este como la continuación a fracasar con el emprendimiento anterior) más enriquecedor y digerible. Esto se debe al hecho de entender el porqué del fracaso desde una perspectiva fría de negocios, asumir el presente de mejor manera y continuar.
Para cerrar el punto de la disertación presente, existe un acróstico sobre la palabra «fallar» en inglés (FAIL). Este significa «First Attempt In Learning»; traducido sería: «primer intento de aprendizaje». También existe uno si piensas que es el fin de las cosas (END), el cual dice que «el esfuerzo nunca muere»; y, para cerrar, si recibe un «no» por respuesta, recuerde que en inglés eso es «next opportunity», lo cual nos dice que en la siguiente ocasión sucederá.
Planteando la pregunta al espectador en este punto es: ¿cómo usará su échec para abrir las puertas del desarrollo de su negocio?