Norman Quijano, siendo candidato presidencial de ARENA, negoció con las pandillas votos para su partido político. No lo hizo a título personal, sino que fue a nombre del partido político que lo postulaba para el principal cargo del país.
ARENA tenía una larga tradición de negociación con criminales, como ha quedado establecido por las pláticas del fallecido exalcalde de Ilopango Salvador Ruano, quien entregó proyectos municipales y cedió territorio a las pandillas, y del exalcalde de San Salvador Ernesto Muyshondt, quien guarda prisión debido a estos delitos.
Cuando el entonces fiscal general Raúl Melara, un militante de ARENA, de mala gana presentó la solicitud de antejuicio contra un Quijano ya convertido en diputado, sus compañeros de bancada cerraron filas por él y negociaron con otros legisladores para impedir que se aprobara la eliminación del fuero para llevarlo ante los tribunales.
Melara esperó hasta el último día que Quijano era diputado (y, por tanto, tenía fuero) para pedir una orden de captura, que bien pudo haber solicitado con anticipación para evitar su fuga. Con una justicia tan selectiva como esa, no era de sorprender que el excandidato presidencial negociador con pandillas ya estaba en Honduras para cuando fue efectiva la orden de detención.
Además, su partido le había ofrecido protegerlo dándole una diputación en el Parlamento Centroamericano (Parlacen) para gozar de inmunidad. Solo así se entiende que haya enviado a su excandidato presidencial, exdiputado y exalcalde de San Salvador para un organismo regional cuando en la experiencia de Quijano no había tal cosa. Además, para evitar cualquier captura, se quedó fijo en Honduras, protegido por el Gobierno de Juan Orlando Hernández.
Pero algo está pasando en una ARENA que se desmorona con cada vez más frecuentes renuncias de diputados, exdiputados y alcaldes (el último fue ayer, el de San Cayetano Istepeque, en San Vicente) como para que el mismísimo compañero de fórmula de Quijano, René Portillo Cuadra, se negara a defenderlo en la comisión de antejuicio que creó la nueva Asamblea Legislativa.
Portillo Cuadra se enreda muchísimo queriendo justificar su falta de cooperación y alega que ni él ni nadie en la bancada de ARENA puede defender al excandidato presidencial que negoció con pandillas debido a que él es diputado del Parlacen y no un legislador nacional, como si antes esta misma bancada (y Quijano también) no hubiera votado para quitarle el fuero a Mario Osorto, entonces diputado del Parlacen, también de ARENA, para que enfrentara la justicia por una acusación por lavado de dinero relacionada con el narcodiputado Roberto Silva Pereira.
Lo que queda claro es que Portillo Cuadra no se quiere salpicar de las negociaciones que hizo Quijano y de las que él, como su candidato a vicepresidente, tuvo que haber estado al tanto.