Más allá de la competencia por coger la mejor ola y avanzar a la cima, los jóvenes surfistas también departen y pasan horas de convivencia en una sala de estar equipada con pantallas, billar y otros juegos en el Sunzal.
Ahí después de sus competencias, sin importar acentos o idiomas, los muchachos se reúnen para jugar, competir, y al mismo tiempo botar el estrés que conlleva cargar el peso de un país sobre los hombros.
Este miércoles, mientras algunos surfistas buscaban la ola perfecta, otros participaban de duelos virtuales en fútbol y otros al billar. Los venezolanos Mike Prada y Wigen Rodríguez disputaban en una esquina una partida de billar junto a los argentinos Lautaro Rojas y Thiago Passeri. No era un duelo de países sino intercambiados. «Nos desestreza y nos divertimos», dijo Wigen quién se hace llamar el tremendo.
En otro extremo de la sala el surfista ecuatoriano Nohah Barrera juega un partido de fútbol ante el brasileño Kava. A ellos se les suma en calidad de público el salvadoreño Jason Molina. «Al que pierda voy yo», reclama su turno.
El partido terminó a favor del ecuadoriano, y ahí entra a escena Jason. El juego entre Barrera y Jason terminó 1-1 en el tiempo regular, y en tiempo extra ganó el cuscatleco 2-1. Dos horas antes, el surfer nacional había salido derrotado de las olas, pero en fútbol virtual triunfó y eso no deja de aliarle las penas.
En otro espacio de la sala el jovencito surfer de Barbados Trent Corbin muestra sus destrezas deslizándose en seco con una tabla de Surf sobre un tronco de madera, mientras en el resto de pantallas otros jovenes talentos se divierten en línea con diferentes tipos de juegos.
Al filo de las 12:00 del mediodía el salón estaba repleto: brasileños, mexicanos, venezolanos, norteamericanos e ingleses convivían en una ambiente de camareria.