La comisión especial de antejuicio de Norman Quijano ha recibido el expediente elaborado por la Fiscalía General de la República contra el exdiputado y excandidato presidencial de ARENA. Entre las escalofriantes revelaciones está que Quijano se comprometió con las pandillas a permitirles dos asesinatos por día a cambio de obtener sus votos.
Ofreció la vida de dos salvadoreños a diario para obtener el apoyo de los criminales. No contento con eso, también ofreció que los pandilleros pusieran como ministro de Seguridad al excomandante guerrillero y excandidato presidencial del FMLN Facundo Guardado.
A pesar de la contundencia de las pruebas en contra del miembro de ARENA, el anterior fiscal general esperó hasta el último día de Quijano como diputado nacional para presentar la orden de captura, a sabiendas de que él ya había dejado el territorio nacional, rumbo a Honduras, donde ha recibido protección e impunidad. La actuación de Raúl Melara no sorprendió a nadie, porque todo mundo estaba claro de su militancia y compromisos con ARENA.
ARENA tampoco estaba desentendida de las negociaciones de Quijano con los pandilleros, así como nunca lo estuvo en 2001 para el desvío de $10 millones donados para las familias damnificadas por los terremotos en Santa Tecla y que terminaron en las cuentas de la campaña presidencial de Antonio Saca.
Entre las pruebas que recopiló la Fiscalía está la transcripción del entonces presidente de ARENA, Jorge Velado, quien dijo a los pandilleros por teléfono «el dinero no será problema; si nos hacen el milagro, tendrán en nosotros a más que un aliado».
Que Quijano no haya perdido su fuero legislativo cuando se presentó por primera vez la petición de antejuicio no tiene más explicación que recibió la protección cínica de otros políticos de la misma calaña que él. Lo que para la ciudadanía era evidente, para los compañeros de fracción y aliados de ARENA era algo que podía pasar en cualquier momento del ejercicio del poder.
Sin embargo, los tiempos de negociar con delincuentes ya no volverán. Poco a poco, vemos que la Asamblea Legislativa corrige estos detestables errores y endereza el ejercicio de la política.
Sin duda, esto no es del agrado de las mafias y los grupos de poder que han perdido sus privilegios. Ya lo han dejado en claro y no cesarán en sus intentos por impedir que la voluntad popular se cumpla.
Pero los tiempos han cambiado y la historia es otra. Se acabó el tiempo de corruptos protegiendo corruptos y de delincuentes tapando a otros delincuentes. Llegó la tan esperada hora de la justicia.