Miles de fieles, entre ellos el presidente italiano Sergio Mattarella, asistieron bajo la lluvia a la misa de beatificación en la plaza de San Pedro. La misa es la etapa previa a la canonización que eleva a un fiel católico difunto a la dignidad de santo.
Durante la ceremonia, un gran tapiz que representaba a Juan Pablo I colgaba de una de las paredes de la basílica de San Pedro.
«Con su sonrisa, el Papa Luciani logró transmitir la bondad del Señor. Es hermosa una Iglesia con el rostro alegre, sereno y sonriente, que nunca cierra las puertas, que no endurece los corazones, que no se queja ni alberga resentimientos, que no está enfadada ni es impaciente, que no se presenta de modo áspero ni sufre por la nostalgia del pasado», dijo el papa Francisco durante la homilía.
Albino Luciani, que adoptó el nombre de Juan Pablo al ser elegido papa en agosto de 1978, a la edad de 65 años, era una figura popular y cercana a los feligreses.
Sucedió a Paulo VI y ha sido el último papa italiano hasta la fecha. Falleció de un infarto apenas 33 días y 6 horas después.
En la madrugada del 29 de septiembre de 1978, una monja descubrió su cuerpo sin vida, sentado en la cama, con los anteojos puestos y unas hojas en las manos. No se realizó una autopsia para confirmar la causa del deceso.
El anuncio de su fallecimiento estuvo rodeado de incoherencias e informaciones falsas e incluso alimentó la teoría de un asesinato por envenenamiento para impedirle poner orden en los asuntos de la Iglesia y, en particular, en el banco del Vaticano, donde se habían detectado malversaciones financieras.
Pero esta «hipótesis conspirativa se debió ante todo a la «calamitosa comunicación» del Vaticano, según Christophe Henning, periodista y autor del libro «Petite vie de Jean Paul Ier» (Corta vida del Juan Pablo I).
Al igual que Henning, muchos especialistas rechazan esa hipótesis, por considerar que se basa más en un conjunto de coincidencias que en elementos tangibles.
La periodista italiana Stefania Falasca -que apoya activamente la canonización de Juan Pablo I- también desmintió esos rumores en un libro publicado en 2017 y prologado por el arzobispo Pietro Parolin, secretario de Estado de la Santa sede (número dos del Vaticano).
Amable con todos
Albino Luciani nació en 1912 en el norte de Italia, en una familia obrera muy modesta. Fue seminarista y se doctoró en Teología. En 1969 Paulo VI lo nombró patriarca de Venecia y en 1973 lo elevó a cardenal.
Considerado como un hombre de consenso, logró durante su breve pontificado imprimir un estilo más sencillo en el ejercicio de su misión, aunque permaneció aislado en el seno de la Curia, el gobierno del Vaticano.
Defendió la oposición de la Iglesia al aborto y a los métodos anticonceptivos, al tiempo que iniciaba una reforma interna.
Muy sensible a la pobreza, también afirmó la importancia de dar un «salario justo» a todos.
Con una «gran sencillez y una fuerte fibra pastoral», Juan Pablo I «humanizó el oficio [papal] y simplificó todo lo que era protocolario», explicó Christophe Henning a la AFP.
La hermana Margarita Marín, que asistió a Juan Pablo I en los apartamentos papales, recuerda a un hombre «amable con todos».
«Trataba a sus colaboradores con gran respeto, disculpándose por molestarlos. Nunca le vi impacientarse con nadie», recordó la monja el viernes en una rueda de prensa.
La beatificación requiere el reconocimiento de un milagro.
El atribuido a Albino Luciani es la curación en 2011 en Buenos Aires de una niña de 11 años que se estaba muriendo, pero que se recuperó gracias a las oraciones de un sacerdote invocando a Juan Pablo I.
Para ser canonizado, el Vaticano debe reconocer un segundo milagro.
Entre los papas recientes, fueron canonizados los italianos Juan XXIII (1958-1963) y Pablo VI (1963-1978) y el polaco Juan Pablo II (1978-2005).