El desarrollo inmediato para nuestro país se basará en su privilegiada posición geográfica, en la liberación de su economía, en la desregulación y apertura de sus mercados, en la atracción de inversión extranjera por tener el dólar y el bitcóin como monedas de curso legal y la cantidad y calidad de su mano de obra. Nuestro camino hacia un proceso de desarrollo autóctono es convertirnos en un gran «hub» logístico, que explote todo lo anterior y que en el proceso logre altos niveles de productividad debido a su intercambio de tecnología, métodos de trabajo y «benchmarking».
Como todo proceso humano necesita un plan, este debe tener las siguientes características, sencillez, originalidad y efectividad; a saber, no nos compliquemos. Al hacernos un escáner como salvadoreños tenemos en nuestros genes la capacidad de sobrevivir hasta en las más duras e inclementes situaciones.
Para reforzar lo anterior tomemos el testimonio de los millones de compatriotas que por diversas circunstancias emigran principalmente hacia el Norte del continente; pregúntenles sobre la bienvenida que estos países les dan, sobre lo pesado de sus múltiples trabajos, sobre sus interminables horarios, la adaptación al clima, la comida, las leyes, la discriminación, entre otros elementos en contra. Pregúntenle al salvadoreño que se queda y sobrevive acá en su país con actividades informales de subsistencia.
Por tanto, el primer elemento superado: capacidad de aguante, en el caló del pueblo. No nos compliquemos, hagámoslo sencillo, motivemos a este pueblo que el esfuerzo ahora será coordinado. No busquemos fórmulas afuera, tenemos que crear nuestro propio camino, la diferencia, y lo he remarcado en los capítulos anteriores, es nuestro actual liderazgo, un líder que ve el futuro a través de una prospección efectiva, que anticipa y pronostica los tiempos por venir. Esa ventaja competitiva la tiene uno en un millón y se da cada 500 años.
Por tanto, tenemos la ventaja de que sea hecho en El Salvador, algo nuestro, con nuestras características, a nuestro ritmo y, por último, que sea efectivo. Las circunstancias están dadas, las estrellas se han alineado a favor de este pueblo que en las últimas décadas ha sufrido más que cualquier otro. Continuemos con nuestro bosquejo del plan.
Recientemente, se clausuró LABITCONF, y como cierre espectacular el presidente Bukele anunció Bitcoin City. «Bitcoin City será un círculo que encierra un volcán […] en Bitcoin City tendremos educación digital y tecnológica, energía geotérmica para toda la ciudad […] en el lugar habrá facilidades para la inversión en los negocios y la tecnología, todo será digital y solo se pagará el IVA […] en 2022 se iniciará la emisión de bonos.
Estos bonos serán totalmente en el ecosistema bitcóin». Propongo que esta idea futurista sea aplicada en todo el país. Sin romper con nuestro ecosistema jurídico, económico y social. Implementar energías limpias, emisión de bonos bitcóin, un impuesto único, apertura hacia inversionistas del exterior, un país autosustentable, equitativo, con tecnología digital y un país del futuro.
Con todo esto cerramos con el tercer componente, la efectividad; entre más sencillo, más ágil, más minimalista, el despegue es más factible. Si esa idea la multiplicamos, la desarrollamos y creamos centros de energía volcánica, eólica, solar etcétera, y alrededor creamos otras Bitcoin City autónomas, dirigidas a inversionistas, a empresas tecnológicas, con un sistema impositivo sencillo pero eficiente, con buen sistema de transporte, con toda la inversión, que no se ve, de primer mundo, agua, energía, internet etcétera, donde la tramitología sea mínima, descentralizada, con un buen sistema de transporte, viviendas funcionales, centros comerciales, lugares de recreación donde el fomento al turismo sea prioridad destacando las bellezas de nuestra tierra, ese efecto multiplicador poco a poco cubrirá gran parte de nuestro territorio.
Como ven, no se trata solo de recursos, sino más bien de excelentes ideas y buenas intenciones. Acúsennos de ilusos, pero así pensaron los que creyeron que era factible salir de la precaria situación donde se encontraban y lo hicieron.
En los últimos dos años y medio, nuestro país ha sufrido grandes transformaciones; si seguimos por este camino dentro de cinco años más, dentro de 15 años más, los resultados serán positivamente exponenciales. Voy a cerrar este primer capítulo que dividí en tres partes, con una reflexión: los factores principales para lograr entrar en una senda hacia el desarrollo son un buen liderazgo, una actitud mental positiva y una auténtica honestidad desde la cúpula de la pirámide hasta la base. ¿A qué me refiero?, ser honestos con nuestra familia, con nuestro prójimo, con el subalterno, con el compañero en el trabajo, con el vecino, que ya no sea el más «animala», el gran vivo, el que siempre sale adelante trampeando.
Honestidad en el manejo de la cosa pública, en cumplir con mi tarea, con mis horarios, con mis obligaciones. La solidaridad con el más desvalido, con el que más lo necesita. Todo proceso como el que se plantea requiere de mucho sacrificio, de mucha buena voluntad, si a esto le añadimos esa hipervisión prospectiva para analizar los pasos que vienen, lo que mejor les conviene a las grandes mayorías y estas comprendan que es un duro camino, pero lleno de satisfacciones para las futuras generaciones, habremos logrado colocarnos en una senda hacia el desarrollo a través de una buena actitud positiva. ¡Hoy es cuando, las condiciones están dadas, tomemos este camino con determinación!