Los amantes de los cómics habrán escuchado en algún momento esta frase: «Un gran poder conlleva una gran responsabilidad». En el mundo automotriz, podríamos decir que esas palabras adquieren igual importancia si se adaptan un poco y nos recuerdan que «una gran pasión conlleva una gran responsabilidad».
Para Armando Regalado, presentador de televisión mejor conocido como «El Gordo Sabor», su pasión por los automóviles y los motores siempre se ha regido por ese pensamiento, recordándole que no se trata de apasionarse por la velocidad, sino de sentir ese fervor por los motores, pero recordando que conducir es un acto que requiere mucha responsabilidad.
«A mí, desde pequeño, me gusta el mundo de los carros. Mi papá miraba la Fórmula 1 y a mí me encanta. Desde pequeño, mis juegos eran todo lo que tuviera que ver con carro y así ha ido escalando desde el primer carrito que compré hace años. Mi primer carro fue una EG Jaiba 92, azulita, que me la vendió una prima que su esposo era loco carros», comentó.
«Tengo varios amigos en colectivos y grupos que se reúnen para hablar de motores. Me gustan los carros, me gusta el tema de tenerlos limpios. Tengo dos: dos japoneses que son el K20Z3 y tengo la EG que es 92. Me metí al mundo del euro y tengo también un GTI y un MK6. Me gusta que se vean bonitos y le doy mucha atención al cuidado del motor, porque ahí empieza la responsabilidad», añadió.
Regalado señaló que es muy poco corredor de carreras, ya que, en 2002, tuvo una mala experiencia junto a su hermana menor. «Tuve una mala experiencia. Choqué y mi hermana se golpeó. Pero desde ese momento, mi pasión por los carros siguió, pero decidí no correr. En este país hace falta entender que las calles no son para correr. Si quieren correr, hay espacios para eso, pero las calles no son ese espacio», señaló.
«Me gustaría decirle a la gente que siempre debemos tener responsabilidad al volante. Tener un auto hecho para correr no significa que vamos a correr en las calles de la ciudad. A veces se le echa la culpa al teléfono por los accidentes. Pero el teléfono ahí está y la culpa es de quien lo usa o de quien no presta atención al camino. Un gran poder requiere una gran responsabilidad. Si andás de loco en la calle podés tener un accidente y dañar a otros», añadió.