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Nihil Novi
Manlio Argueta, escritor y poeta.
Artículos sobre literatura
Novena entrega
He recreado un trabajo importante de la revista «The Economist», considerada una información objetiva en la mitad del mundo. Es importante porque la pandemia nos hace reflexionar en un entorno global involucrándonos en sus consecuencias y sus soluciones. Cuidarnos es obligación mundial. Trataré de divulgar en forma resumida y puntual como lo exige un medio de comunicación.
Ojalá que estos planteamientos nos den la oportunidad de reflexionar a la mayor parte del «demos» nacional, que si bien puede ser una visión europea, la revista tiene proyecciones internacionales. En todo caso, países pequeños o marginados participamos del problema, entre pobres y ricos. La COVID-19 no hace diferencia. Y lo que nos espera debe equilibrar entre opulencia y pobreza. De reavivar las relaciones internacionales. Porque ha llegado la hora de globalizar la solidaridad (Fernando Cardoso) y de imaginar el futuro (Carlos Fuentes).
Veamos lo que dice «The Economist», y la tajada global que nos corresponde (las comillas son de la revista, lo demás son mis opiniones).
«No nos hagamos ilusiones, seguiremos trabajando en línea desde nuestras casas: empresas, medios recreativos, iglesias, gimnasios, con comunicaciones más prontas y veraces». La catástrofe no congenia con las «fake news», ni con politizar la tragedia o la muerte.
«Grandes corporaciones desde 1980 a 2020 se convierten en grandes mamuts», transformar e innovar ya está presente, sin tiempo para cerrar mentalidades u ocultar realidades.
«La ubicación física queda en segundo término, incluye educación y comercio». De modo que es hora de no permitir que el pasado encarcele las ideas o las iniciativas.
«La productividad ya no depende de un jefe, sino de plataformas tecnológicas que miden los resultados […] incluye la consulta médica […] y una empresa grande puede ser sustituida por una pequeña [...]. Si no hay reconversión tecnológica por lo menos en un 10 %».
Por eso los emprendimientos son fundamentales, así como el apoyo a las mínimas, pequeñas y medianas empresas, sobre lo cual ya tenemos proyecciones al respecto. Es importante no quedarse atrás de estas futurologías.
«La educación no será nunca igual; quedará en modalidad híbrida […] incluye escuelas y universidades». Para ello, la vacuna permitirá menos riesgos, además de abonar a una cultura de autocuido.
«Se desarrollarán soluciones tecnológicas para resolver problemas de educación, salud, seguridad y expresiones políticas. Comprobado: Tik Tok, Twitter, YouTube, Facebook, inciden en la decisión popular, comprobado aun en países poderosos capaces de controlar esas tecnologías, hasta su totalidad en 2025». Si queremos cumplir con el plazo, se debe comenzar desde ayer. (Ya comenzamos, aunque sea con incredulidades que quieren continuar a tientas y a ciegas). Varios países latinoamericanos ya tomaron este rumbo hacia el futuro.
Sí, se camina, los cerebros se desabotonan para no quedarnos atrás, porque el disparo de salida ya está dado.
Y algo más: «La salud será el “lujo” principal, porque la suntuosidad está perdiendo valor y justificación». Recuerdo cuando en la Facultad de Derecho, el decano se ponía en la entrada y no nos dejaban entrar si no llevábamos corbata.
«Se adopta la bicicleta como transporte principal, y la COVID-19 nos hace pensar lo grave del cambio climático y su peligro para la humanidad». Parte de la solución: el tren que democratiza el transporte e implica desarrollo; y vehículos con energía renovable como futuro del transporte.
O nos ponemos las pilas o no necesitaremos energía nuclear ni armas teledirigidas, para que un ser invisible sea suficiente para afectar vidas: mental, social, económica y físicamente. Con la diferencia de que en esta «guerra» no hay enemigos, ni vencedores ni vencidos ni refugios antibombas, solo víctimas; incluso, ni diferencias entre ideologías, ni entre ricos y pobres.
«El mundo tratará de adaptarse a nuevos renacimientos de valores, o saldrán más fortalecidos; acumulación y consumismo pasarán a un segundo lugar».
«Tecnología e imaginación». Para aprovechar lo que nos da la naturaleza y procurar un pensamiento novedoso que nos libere de grandes catástrofes, ahora que la problemática es mundial y las distancias y los muros excluyentes desaparecen, y el dogmatismo se borra con acciones concretas.
En fin, «The Economist» llama «a encontrar nuevas rutas personales y empresariales». También, como se ha dicho arriba, la globalidad solidaria incluye reforzar las relaciones internacionales, necesarias para mitigar la letalidad de la pandemia. Un país rico no puede ufanarse de tener vacunación total, si queremos vencer al enemigo global. India con 1,400 millones apenas tiene vacunados totales a un 20 %; Haití, ni siquiera el 2 %. Necesitamos la inmunidad en todos los continentes, los «Robinson Crusoes» no son invulnerables.
La pandemia convierte al globo terrestre en campo de batalla, y el objetivo es la victoria planetaria. Una sola persona puede ser victimaria de su propia familia. Cualquier habitante puede recorrer Asia, América o Europa como fantasma real asolador como lo fueron antes las ideas radicales. Puede crear genocidio por omisión, que nadie desea. De modo que la humanidad se lo juega todo.