El presidente de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, Kevin McCarthy, fue destituido el martes por legisladores de su partido Republicano furiosos por haber ayudado a los demócratas.
El 55º presidente de la Cámara fue despojado del cargo en una votación provocada por rebeldes de su propio partido, que pasaron enfurecidos los nueve meses transcurridos desde que McCarthy sofocó por poco los intentos de cortarle el paso y consiguió hacerse con el cargo más poderoso del Congreso.
Por primera vez en sus 234 años de historia, la Cámara resolvió «dejar vacante el cargo de presidente» por 216 votos a favor y 210 en contra y preparó así el terreno para una inédita contienda para sustituir a McCarthy un año antes de las elecciones.
El presidente de la Cámara Baja es el segundo en la línea de sucesión del presidente.
McCarthy desató la furia en el ala ultraconservadora republicana cuando aprobó el sábado una medida bipartidista de financiación provisional respaldada por la Casa Blanca que evitó in extremis un cierre del gobierno.
Como muchos congresistas, había reprendido a Trump tras los disturbios de 2021 en el Capitolio y luego percibió que los vientos cambiaban por lo que rápidamente dio marcha atrás, haciendo un viaje a Florida para hacer las paces con Trump asegurándose así un apoyo crucial para sus ambiciones como presidente de la Cámara.
Cuando McCarthy, de 58 años, consiguió lo que quería, se enfrentó a una realidad incómoda: su control del poder quedó a merced de los partidarios de la línea dura de su partido.
En mayo entró tuvo un tenso pulso con el presidente demócrata Joe Biden sobre la ampliación del límite de la deuda nacional.
Logró un acuerdo de última hora para evitar un catastrófico impago de la deuda estadounidense, y aunque lo consideró como una victoria de los conservadores, debió enfrentar a partidarios de la línea dura republicana que le reprocharon haber hecho demasiadas concesiones en materia de gasto público.
Su limitado compromiso con los demócratas volvió a ser objeto de la ira de la extrema derecha la semana pasada, cuando utilizó los votos del partido rival para evitar el cierre del gobierno.
La medida enfureció a republicanos – incluido Trump-, que abogaban por forzar recortes masivos del gasto y reducir la carga de la deuda del país, que supera los 31 billones de dólares.
A la cabeza de las críticas quedó el congresista Matt Gaetz, un viejo antagonista de McCarthy que el lunes mocionó «dejar vacante la presidencia».
Causa perdida
En una muestra de las desavenencias que desgarran a los republicanos, los representantes conservadores se turnaron en el hemiciclo para abogar a favor y en contra de McCarthy.
Esta muestra pública de luchas internas provocó la reacción de Trump.
«¿Por qué los republicanos pasan todo su tiempo discutiendo entre ellos, por qué no luchan contra los demócratas radicales de izquierda que están destruyendo nuestro país?», escribió en su plataforma Truth Social.
La pugna se produce dos días después de que la Cámara de Representantes y el Senado aprobaran una medida para evitar un costoso cierre del Gobierno -ambos con amplias mayorías bipartidistas- prorrogando la financiación federal hasta mediados de noviembre, aunque con algunas restricciones, entre ellas nuevos fondos para Ucrania,
Los conservadores estaban molestos por lo que vieron como un revés de McCarthy, quien había prometido poner fin de la apresurada legislación provisional acordada con el apoyo del partido opuesto, y un retorno al presupuesto a través del proceso de la comisión.
El ala derecha del Partido Republicano se opone con vehemencia a liberar fondos adicionales para Kiev, argumentando que el dinero debería destinarse en su lugar a atajar la crisis migratoria en la frontera entre Estados Unidos y México.