La semana anterior, el sistema penitenciario salvadoreño fue noticia positiva a escala internacional debido al lanzamiento del programa Pequeños Milagros, una fase más del tratamiento penitenciario de los privados de libertad (PDL) y cero ocio carcelario, con la misión de ayudar a los salvadoreños que tienen diferentes necesidades para mejorar sus condiciones de vida, pero también a instituciones del Estado.
Este programa, que nació en octubre de 2021, tiene la visión de que los PDL ayuden a la comunidad, de que se sientan y sean testigos de cómo el trabajo de sus manos y su talento son útiles a la sociedad y que puedan demostrar todas las habilidades y la formación adquirida en los talleres penitenciarios por medio de obras y servicios.
Luego de establecer control, orden y disciplina, desde junio de 2019, con diferentes obstáculos y oposición a todo nivel, cuando incluso se acusó al Estado de que el sistema penitenciario atentaba contra los derechos humanos de los internos, se establecieron las bases con una administración que tiene el control, que por primera vez administraba todos los centros penitenciarios y pudo pasar a las fases que establece la ley penitenciaria para hacerla realidad, facilitar las condiciones y desarrollar inversiones en los PDL.
Es así como en la actualidad, cada día, más de 2,000 internos se encuentran fuera de los muros de los penales sirviendo a la población. Es la mano de obra calificada de los internos con buena conducta que se encuentran en la fase de confianza, luego de todo un proceso de capacitación, adiestramiento, tecnificación y de valorar sus destrezas y habilidades.
En el Hospital Nacional de Niños Benjamín Bloom, los PDL elaboraron juguetes de gran calidad que permitirán que los niños sobrelleven su recuperación y rehabilitación.
Intervendrán la infraestructura del hospital, se crearán murales artísticos que estén acordes a un hospital de niños, se confeccionará en los talleres de los penales la ropa de uso médico y hospitalario e indumentaria de alta calidad para los pacientes; las camas del hospital y las sillas de ruedas serán restauradas en su totalidad en los talleres de metalmecánica del centro penitenciario La Esperanza; se harán frazadas para los niños, además de las labores básicas de ornato y limpieza en todo el perímetro y en las áreas que se requiera.
El sistema penitenciario salvadoreño ha sido el principal caso de estudio en la actual crisis del sistema penitenciario en Ecuador con el fin de replicarlo. Todo inició con orden, control y diciplina —que sigue siendo el eje transversal—, pero continuó con el cumplimiento de la premisa constitucional de formar hábitos de estudio y trabajo para combatir el ocio carcelario y preparar a lo internos para la libertad y la reinserción en la sociedad.
Con la formación de hábitos de estudio y trabajo en los internos y el programa Pequeños Milagros se previene la reincidencia y que, al cumplir su condena, por falta de oportunidades regresen al sistema penitenciario; además, les permite resarcir en parte el daño a la sociedad con su trabajo y mano de obra.
La prisión debe cumplir todos los objetivos: reeducación, hábitos de trabajo y reinserción; no solo debe privilegiar la privación del derecho a la libertad, que es la pena por excelencia del derecho penal.