A lo largo de todo el año, el precio de la energía eléctrica que consumen los salvadoreños se ha mantenido estable, sin aumentos. Debido a la coyuntura mundial, ciudadanos de otros países han visto subir drásticamente el precio de la factura eléctrica como efecto inicial de la pandemia por coronavirus; luego, por la ruptura de la cadena de suministros, y finalmente, por la situación geopolítica en Europa.
Este último punto ha golpeado fuertemente a las naciones del Viejo Continente, que dependían del petróleo ruso para enfrentar el invierno, además de mover su economía. Sin embargo, por las sanciones que le impusieron, se bloqueó la posibilidad de mantener el suministro, una dura consecuencia que ahora pagan todos los europeos.
Gracias a las 11 medidas antiinflación impulsadas por el Gobierno del presidente Nayib Bukele, los salvadoreños ahora tenemos la más baja de Centroamérica. Tratándose de un fenómeno global, la inflación que en algunas naciones llega a niveles históricos y compromete la vida económica ha sido fuertemente contenida en el país.
Se han atajado aumentos de precios meramente especulativos gracias a los controles constantes desarrollados por brigadas de la Defensoría del Consumidor, que ha garantizado que las exoneraciones temporales de impuestos para alimentos importados se traduzcan realmente en bajas en los precios, pero también que haya abastecimiento de granos y productos básicos, además de fomentar la productividad de la agricultura.
Mantener estable el precio de la energía eléctrica tiene grandes efectos económicos en diversos ámbitos, pues la industria y el comercio no tienen la presión del aumento de los costos y los consumidores residenciales pueden contar con el servicio de manera oportuna.
Para mantener la estabilidad de los precios de la energía eléctrica no hay que olvidar que ha sido clave el incremento en la capacidad de la generación hidroeléctrica, la cual llegó al 48.44 % de la matriz energética entre julio y septiembre, casi el doble de lo generado en el segundo trimestre del año, cuando fue de 28.13 %, según datos de la Superintendencia General de Electricidad y Telecomunicaciones (Siget). Esto ha permitido, además, reducir la dependencia de la generación termoeléctrica en plantas que funcionan con combustibles fósiles y apostarles cada vez más a fuentes renovables, como la hidroeléctrica, geotérmica y con gas natural.
A la larga, los beneficiados son los ciudadanos, a los que el Gobierno ha puesto como su prioridad. Esto es algo que el pueblo salvadoreño reconoce ampliamente y sabe apreciar.