Desde que el ser humano tiene conciencia durante su crecimiento del peso, su tamaño y complexión física son temas de preocupación y parte fundamental de su autoestima.
El peso, aunque está íntimamente relacionado con la ingesta de alimentos y el ejercicio físico, también tiene unas variantes igual de poderosas, como la mente, la genética y otros factores que intervienen en la vida de esa persona para determinar si será propensa a la obesidad.
La obesidad es una enfermedad crónica compleja, así definida en la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE) de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Se manifiesta por una adiposidad excesiva, es decir, por una acumulación de grasa o gordura en el cuerpo que eventualmente perjudicará la salud.
La CIE en su definición señala, justamente, que es una «enfermedad multifactorial» originada por «entornos obesogénicos (ambientes que favorecen a la obesidad), factores psicosociales y variantes genéticas».
La cantidad de personas obesas ha incrementado al triple desde 1975, por lo que se ha elevado a un nivel pandémico en todo el mundo.
La ciencia ha encontrado varias soluciones que van desde lo más elemental como apelar a la fuerza de voluntad con mejores hábitos alimenticios con menos ingesta de grasas y azúcares y un aumento en la actividad física.
Pero la particularidad de esta enfermedad en la que hay cualquier cantidad de factores físicos y psicológicos también ha requerido de respuestas mucho más drásticas que conllevan a una intervención quirúrgica.
En este punto, en el que las personas obesas ven comprometida su salud por problemas de movilidad ante su tamaño y peso, y por otras enfermedades derivadas de la gordura, es que aparecen como opción las operaciones bariátricas.
«Estas cirugías consisten en hacer unas modificaciones en algunos órganos del cuerpo para lograr que el paciente reduzca de peso», explica el doctor Ángel Henríquez, cirujano digestivo y hepatobiliar y gerente general en Avante Centro Médico Especializado.
Existen varios tipos de operaciones bariátricas, en los quirófanos de Avante se practican dos: el «by-pass» gástrico y la manga gástrica. Entre ambas operaciones pueden tener una frecuencia de hasta 10 intervenciones por semana.
Al mismo tiempo, hay tipos de «by-pass» como el tradicional y el llamado Sadis. El tradicional es practicado por los cirujanos en dicho hospital, pero, ¿en qué consiste?
Un estómago modificado
De manera práctica, el «by-pass» gástrico modifica el estómago y el intestino, es decir, «se reduce el estómago y se conecta con el intestino delgado», explica el experto.
La intervención se hace de manera laparoscópica, así los médicos, en este caso el doctor Henríquez y su colega el doctor digestivo y director médico de Avante, Luis Martínez, no hacen una gran incisión. Al contrario, mediante pequeñas heridas, seis en total, ingresan con cámaras a la cavidad abdominal.
La tecnología y la experticia son dos elementos que unidos dan como resultado en un máximo de cuatro horas una modificación que obligará, de forma física, al paciente a reducir la ingesta de alimentos.
El proceso lleva un antes, un durante y un después, pero en todo el camino el paciente va de la mano de un equipo multidisciplinario que incluye una nutricionista y un profesional de la psicología porque al final del día las ansiedades o cualquier trastorno suele ser el detonador número uno de las personas obesas.
Los doctores explican que la operación en sí misma tiene una taza de éxito casi segura, principalmente porque previene muchas enfermedades subsecuentes a la obesidad, pero la mayor parte de los resultados queda en las manos del paciente.
«Si el paciente no se alimenta bien, no consume las proteínas que les estamos dejando, no se toma los suplementos nutricionales y no se toma las vitaminas allí vienen las contras: desnutrición, debilidad, fatiga, se le cae el pelo, uñas quebradizas, piel seca, anemias también. La operación en sí misma no tiene contras si el paciente se cuida. Esto no va a desmejorar la calidad de vida del paciente, lo hará que no siga con los cuidados en el después», detalla el doctor Henríquez.
A mediados de marzo de este 2023, Óscar Sandoval, conocido en las redes como El Gordo de Soya City o el Dogor, se sometió a este proceso con 500 libras de peso.
Por medio de su experiencia y los cambios en su cuerpo explicamos de manera gráfica qué es un «by-pass» gástrico.
Infografía: Clever Quintanilla. Ilustración: Álvaro Torres .
PERFIL DE LOS DOCTORES PRINCIPALES
Dr. Ángel Henríquez. Cirujano digestivo y hepatobiliar. Actualmente funge como gerente de Avante Centro Médico Especializado. Cuenta con un Diplomado de formación médica especializada a profundidad en Cirugía Visceral y Digestiva, de la Universidad Paris Descartes, en Francia, entre otros estudios.
Dr. Luis Martínez. Cirujano digestivo y director médico de Avante Centro Médico Especializado. Cuenta con un entrenamiento en Cirugía Laparoscópica Avanzada, del Centro Médico Téknon Barcelona, España, y un posgrado «Hands On» de Endoscopía Digestiva Diagnóstica y Terapéutica, en la Universidad Nacional del Nordeste, en Argentina.
«Quiero cambiar por mis hijos, para luego hacer algo por ellos»
El Gordo de SoyaCity fue obeso desde los 11 años. A los 41 espera corregirlo y vivir más.
Dicen que los números no mienten, y los de Óscar Sandoval indicaban que su salud estaba en un latente estado de peligro: 500 libras, talla 6 XL, un IMC de 71 y solo 41 años de edad. Su peso se ubica en supersuperobesidad. Óscar es seguro de él, su autoestima es saludable, tanto que es un youtubero famoso en el país. Su decisión de cambiar vino desde algo elemental, pero por eso fundamental: ser ejemplo de sus hijos y sus planes, como viajar a Turquía o la India.
A sus 41 años, un golpe de realidad al verse asistido para muchas cosas y cada vez menos ágil para caminar, decidió hacerse el «by-pass». La inversión para una operación de estas con un peso como el suyo ronda los $16,000, un monto que debe estar pagado para el día de la operación.
El Dogor confiesa, sin problemas, que ha priorizado su salud en este momento porque al final de cuentas, «siempre voy a terminar el viaje, pero con boleto de no retorno», por sobre los viajes y otras cosas.
La preparación para su intervención fue de seis semanas, entonces perdió, 30 libras. Al quirófano entró pesando 470 libras. El día que platicó con este medio habían pasado casi 10 días de la operación, había perdido 24 libras más y había bajado una talla.
«Quiero cambiar por mis hijos, para luego hacer algo por ellos que también tienen obesidad. Entonces, primero tengo que cambiar yo para que luego intentar ayudarlos a ellos. Es un cambio de vida, pero es ya mi perspectiva de vida la que me hace decir “tengo muchas más cosas que hacer”», expresó.
En este camino, estos son los primeros pasos de un tratamiento de casi año y medio que seguirá. La meta es que llegue a un peso de 252 libras, la mitad de su peso inicial. Para él, no significa tanto el número, porque desde que tenía 11 años comenzó a subir sin parar, pero sin complejos por la gordura. Lo que realmente tendrá importancia es recorrer con salud los países que quiera y guiar a sus hijos en la lucha contra la misma enfermedad.
«Yo no quiero normalizar la obesidad. Hay que buscar, primero, el amor propio y eso lógicamente te va a llevar a que hagás algo por tu vida. El mensaje que trato de decir es que tenemos que buscar vivir más y cuidar la salud y lo que nos metemos a la boca. Tengo muchos seguidores que me siguen porque era gordito. Entonces, ahora quisiera que me siguieran también porque estoy tratando de bajar de peso», pidió Óscar.