Desde entonces, las manos de las mujeres quezaltecas han heredado la ternura y la gracia de crear de un pedazo de papel flores cargadas de color en múltiples formas y tamaños; y los hombres, la fuerza para forjar los fierros y cortar con mazo en mano los moldes para cada una.
Así, una variedad de flores, como el más vivo jardín, con sus pétalos encerados reavivan la nostalgia y el amor por los seres queridos que ya no están, pero a quienes se adornan sus tumbas en fechas especiales, y, principalmente, cada 2 de noviembre.
Este arte que supera la centuria de años nunca desapareció y se aviva año con año, es una manera de vivir que llena de orgullo a los quezaltecos, pero también es el sustento de miles de familias que todo el año pétalo a pétalo hacen flores para surtir los mercados y llenar de color los cementerios.
Julio Rivas, coordinador de patrimonio cultural de la alcaldía municipal, explica que la trascendencia de este arte superó a la tradición cuando se le dio declaratoria de Bien Cultural por parte del Ministerio de cultura en 2020. Con dicha declaratoria, se eleva a un nivel superior la técnica de hacer flores de papel encerado.
Julio describe que en el proceso interviene una larga y tecnificada cadena de artesanos que hacen cada uno un paso para llegar al resultado final.
La magia empieza con el herrero que moldea con su fuerza, calor y fuego los fierros que servirán para cortar los pliegos de papel, como un troquel a mano. «Luego, con el fierro y un enorme mazo de madera se cortan las flores en papel, los más fuertes cortan hasta 36 pliegos de un solo», relata.
Las formas de las flores son diversas, pero hasta en esto tienen su propio sello porque hay muchas de ellas que son invención de talleres de antaño, como la llamada Tatiana, una florecilla pequeña en forma de estrella, sus pétalos son ondeados en los bordes, y al contrario de otras, en el centro llevan una mecha emulando pistilos.
Luego del corte del papel, hay otros artesanos que cortan el alambre para el tallo, otros que lo forran, y otras manos las que tiñen con alcohol y «añelina» el papel. Luego, por lo general mujeres, arman una a una las pequeñas flores en su mayoría, aunque las hay de todos los tamaños, por ejemplo, las orquídeas o las rosas son más grandes. En los últimos pasos se puede contemplar con más detenimiento el arte de las mujeres, quienes se dedican a armar las flores en los más de 56 talleres que hay en el municipio. Ellas toman la semilla, que es el alambre ya forrado y con un botoncito en la punta, lo untan de engrudo y luego lo sumergen en una bolsa con aserrín, luego uno a uno, por abajo van por capas introducidos los pétalos.
Algunos tipos de flores requieren que sus pétalos se encolochen uno por uno. El paso final es el encerado que se hace con parafina, el material de las velas. La cera está caliente, pero a fuego bajo, la flor se introduce, se sacude, se retira y luego se introduce en un recipiente con agua y listo. En este municipio, se hacen flores todo el año, pero la producción arrecía de agosto a noviembre, por la temporada del Día de los Fieles Difuntos.
Festival y tradición



Por la devoción a las flores y la riqueza cultural que posee el territorio, desde hace cuatro años se celebra el Festival de la Flor de Papel y el Barro.
La festividad se celebra todo el día el propio 2 de noviembre, consiste en una serie de actividades culturales y tradicionales. Su organización cuenta con el apoyo del Comité de Turismo de Quezaltepeque que, al igual que todos los talleres, pone a los suyos a trabajar en la elaboración de flores. El festival tendrá lugar en el Museo del Ferrocarril, a un costado del parque principal. Allí se instalará un escenario con miles de flores, así como con una gran cantidad de farolitos de barro, otra de las artesanías por las que el municipio destaca con su patrimonio cultural.
Los farolitos datan de 1725, relata Julio, entonces la tradición era poner el farolito en la tumba del ser querido para honrar su memoria.
«No se sabe porqué desapareció la tradición de poner farolitos, pero la alcaldía ha buscado recuperar la tradición con este festival. La interpretación que se hace ahora sobre su significado es el de una ofrenda que representa, con la luz, que el alma está viva. Actualmente, el significado que nosotros le damos es que el farolito representa al alfarero, la flor de papel la floristería tradicional, y la velita es el corazón de los artesanos.
El día inicia con la fabricación de altares con flores y farolitos en la Avenida 3 de mayo, luego se decora el altar principal de cara al acto principal a las 4 de la tarde. En él habrá danza, música en vivo, participación de la filarmónica, el acto ceremonial de encender el primer farolito. El día culminará con una visita hacia el cementerio para honrar a los quezaltecos que se adelantaron y, sobre todo, aquellos que dejaron un aporte a la comunidad con un farolito encendido. Todas las actividades son abiertas y perfectas para hacer turismo y empaparse del patrimonio cultural de este municipio.
Mazo y fierro. Con ambas herramientas se cortan los moldes de las flores. Hay quienes cortan 36 pliegos de un golpe.
Farolito de barro. Como ofrenda, la tradición combina las flores con los faroles para honrar a los seres queridos que ya no están.
Docenas de flores. Lidia Valdez es una artesana quezalteca que ha trabajado en las flores para el festival.
Talleres del Ferrocarril. Algunas de las artesanas bordan. pero en esta época todas hacen flores.