Las estrategias de seguridad del Gobierno del presidente Nayib Bukele a través del Plan Control Territorial, en combinación con el régimen de excepción, han logrado convertir a El Salvador en un país seguro, que además es ahora un referente para otras naciones.
Se trata de un esfuerzo sostenido en el tiempo, en el cual las autoridades no han frenado su ritmo de acción. De ese modo, los homicidios han caído de forma vertiginosa, lo que también se ha mantenido a lo largo de los meses, es decir, no se trata de un fenómeno pasajero, sino del resultado de una política sólida de parte del Gobierno y basada en acciones contundentes.
Gracias a la renovación de la Asamblea Legislativa, que permitió garantizar una mayoría absoluta al servicio de los ciudadanos y relegar a la irrelevancia a los aliados de las pandillas —partidos como ARENA y el FMLN, que pactaron con las maras para obtener beneficios electorales—, fue posible llevar a cabo una profunda depuración del Órgano Judicial y aprobar la legislación necesaria para enviar a prisión a los criminales, eliminando de esa forma el retorno casi inmediato a las calles de delincuentes, como lo garantizaron los viejos partidos políticos.
Con más de 56,000 pandilleros y colaboradores de las organizaciones criminales capturados, los esfuerzos de los miembros de las fuerzas de seguridad pública han dado resultados notorios e innegables. El promedio diario de homicidios cayó a 1.5, lo que demuestra que se ha hecho un inmenso trabajo, pero que también pone de relieve que no se debe bajar la guardia y que los planes de seguridad implementados deben continuar.
En todo caso, El Salvador vive un momento histórico, pues los gobiernos de ARENA y del FMLN tenían un promedio diario de homicidios arriba de 12 y con macabras jornadas de medio centenar de asesinatos.
El recién finalizado octubre terminó como el tercer mes más seguro en la historia nacional, con 20 días sin muertes violentas.
Estos logros han sido posibles gracias a que en el Gobierno del presidente Bukele la persona es el centro de todas las políticas de Estado, una apuesta que es criticada por la oposición, que califica de «gasto» y «despilfarro» los fondos destinados a la protección de la vida de los ciudadanos.
El cambio está a la vista y el camino está claro. Con eso, las personas que aman a su país están convencidas de que el presidente Bukele lleva a la nación por el rumbo correcto, lo que se expresa en las altas tasas de aprobación que los ciudadanos expresan en todos los estudios de opinión.