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Carmen González Huguet, ESCRITORA Y PROFESORA
AL PIE DE LA LETRA / ARTÍCULOS SOBRE POESÍA
Tercera entrega
En su tesis de licenciatura, Francisco Andrés Escobar afirma que la «querencia» de la poesía, que quiere dejar de ser posibilidad y volverse realidad, exige, pide, solicita (dice él, que por lo general era una persona mesurada) la presencia de un «optante»: un «ser humano particular —el poeta— que, desde las peculiaridades de su propia organización psicofísica, opta por un ámbito de realidad, responde a la solicitación de lo real, lo aprehende por un proceso de conocimiento — el conocimiento poético— y lo recrea dentro de los cánones de un particular modo de concreción formal». Esto es un ser humano, una persona, donde la poesía, en el sentido literario, y también en el teológico «se haga carne» y «habite entre nosotros».
Y luego pasa a explicar qué es el poeta. Para Francisco Andrés Escobar (1987), este tipo particular de ser humano debe reunir, o reúne, unas características muy específicas. En primer lugar, es una persona con una serie de aptitudes que le vienen dadas por su especial carácter filogenético. Y, en un inmediato segundo lugar, en el poeta dichas aptitudes innatas son, o han sido, potenciadas por una práctica realizada dentro de un específico contexto social.
«El poeta está en la vida con unas notas diferenciales respecto de los demás: una particular capacidad para pensar, inteligir y afectar las notas con que se le ofrece lo real; una particular tensión hacia la valoración preeminente de determinadas notas de lo real; un progresivo dominio de un modo particular de formas expresivas; una particular capacidad para transmutar la aprehensión de lo real en una particular forma estética». Y, según la misma fuente, «en este hacerse cargo y en este cargar con la realidad, el poeta desarrolla primero un proceso de conocimiento de lo real», a partir del cual, seguidamente, «desarrollará un proceso de lenguaje».
En España, la expresión «hacerse cargo» equivale, hasta cierto punto, a «darse cuenta». Pero, más aún, a comprender, a realizar, en el sentido que en inglés se le da al verbo realize. Y también, cargar con la realidad significa comprometerse, involucrarse, tomar partido, estar dispuesto a hacer algo, a intervenir.
El proceso de conocimiento poético, para Francisco Andrés Escobar, es tan válido, aunque de naturaleza y carácter distintos, como los procesos de conocimiento filosófico o científico. Mi maestro se refirió a dicho proceso de conocimiento poético desde la terminología acuñada por el filósofo español Xavier Zubiri: «El proceso del conocimiento poético arranca, como otros procesos cognoscitivos, de un nivel sentiente que posibilita la intelección de lo real, intelección realizada desde un marco de sentimiento —y suscitadora ella misma de nuevos marcos de sentimiento— que afecta tal intelección de la realidad, y desde una voluntad tendiente a la expresión de los productos cognoscitivos en un sistema de signos».
Voy a tratar de explicar este párrafo. En primer lugar, Francisco Andrés Escobar retoma el concepto de intelección que es central en la filosofía de Zubiri. «El hombre tiene que habérselas con eso que llamamos cosas reales. Necesita, en efecto, saber lo que son las cosas o las situaciones en que se encuentra. Sin compromiso ulterior, llamamos inteligencia a la actividad humana que procura este saber. El vocablo designa aquí no una facultad sino una serie de actos o actividades […]. Para que la intelección tenga lugar es menester que las cosas nos estén, en alguna manera, previamente presentes. No basta con que las cosas sean reales, ni con que “haya” cosas reales en el mundo; es menester que las cosas reales nos estén presentes en un modo especial de enfrentarnos con ellas. En este sentido, las cosas reales no nos están presentes, sino desde nosotros mismos, es decir, según un modo nuestro de enfrentarnos con ellas. ¿Cuál es este modo? No hay la menor duda de que en última instancia las cosas me son presentes por los sentidos. Para entrar en el problema, no me importa la diferencia, profunda, pero ajena a nuestro propósito, entre sensibilidad externa e interna; un tratamiento extenso del tema exigiría precisar los matices en vista de esta diferencia. Pero para seguir la exposición, basta con referirse a la sensibilidad externa, cosa siempre más clara; porque cuanto vayamos a decir se refiere a la sensibilidad en cuanto tal. Las cosas, pues, nos están presentes primeramente por los sentidos. Pero ¿en qué consiste la función sensorial que nos hace presentes las cosas reales? Se habla de percepciones. Mas la percepción tiene muchos momentos distintos, por ejemplo, el momento intencional de referir el contenido sensible a su objeto. Sin embargo, no es este el momento primario de la sensibilidad. Sentir no es primeramente percibir. Si eliminamos todos los momentos intencionales de la percepción, nos queda el puro “sentir” algo. ¿Qué es simplemente sentir? La cuestión es grave».
Fin de la cita. Continuaremos en la próxima entrega.
De Poesía
REMEMORANDO A GARCÍA LORCA
«EN LAS EXEQUIAS DE MONSEÑOR
ROMERO»
Por Juan Vicente Cortés Elías
¡Qué desgracia, García Lorca,
lo que sucedió en la Barrios:
masacraron a mi pueblo
los esbirros sanguinarios!
Trueno arriba, trueno abajo,
la gente está gritando,
el plomo rompe almas
que se quiebran en pedazos.
Llantos, súplicas, lamentos
se los lleva un viento amargo,
y en las calles que se cruzan
los gemidos van pasando.
Verde olivo, botas negras,
dolorosos arrebatos;
y lo rojo que se pega
a lo negro del asfalto.
Y el mártir de cemento oye
desde su brilloso caballo
los ayes más lastimeros
de su pueblo tan amado.
En su residencia don Pipo
su coñac está tomando;
celebrando su viaje a Europa
juntamente con Hilario.
Don Jimmy y sus compinches
en la casa de la Chayo
celebran su felonía
con las muchachas y el trago.
Doña Coco y su amante
que suave la están pasando,
pues a conciencias marchitas
qué les importa ese llanto.
LOS SUEÑOS QUE EL MAR ME ROBÓ
Por Daniel Iván Rivera Jovel, el Poeta Desconocido
Amada mía, fue un lunes de febrero de 1986; él será para ti el mejor momento de tu vida, porque ha llegado el instante crucial de tu existencia en el que tu pueblo has de abandonar, porque del puerto de Cutuco tendrás de zarpar.
Caminando en un guardacostas de la Fuerza Naval y a la isla de Meanguera del Golfo has de llegar, a donde Dios te ha mandado a trabajar. Que tus conocimientos pedagógicos puedas desarrollar y con ellos a los niños y niñas el pan de la sabiduría les puedas dar, para que del vino del saber ellos se puedan llenar y de esa forma su futuro poder asegurar.
Linda gacela, amada mía, ahora que has dejado tu cuna natal para ir a trabajar, mi corazón se ha partido y convertido en mil fragmentos, cada uno como si fuera una linda perla de oro o de otro material y a mi corazón han hecho sonar.
Dando nuevo oxígeno a mi vida llena de paz ha de rebosar, porque a Meanguera del Golfo pronto vas a llegar, acompañada de un coro de gaviotas, delfines y peces que te van a cuidar.
Delmy, esto fue para mi vida y para mi amor un momento poco normal: tener que despedirme de ti con un soñador abrazo y un eterno beso que humedeció mis labios y de mis ojos lágrimas empezaron a brotar. Lo que no puedo entender fue si esto era alegría o de pesar al ver que tú te ibas a embarcar.
Mar afuera en tu camino, el murmullo de las aguas del mar y el sol su calor te iba a brindar, y un coro de gacelas vestidas de blanco te iban a acompañar. Yo me quedé solo llorando tu partida en un hermoso bar que encontré muy cerca del mar, y me dije: «A mi amada en el malecón la he de esperar».
Y de esa forma es que el mar mi sueño pudo arrebatar y de mis ojos lágrimas pude derramar.