Este 1.º de mayo pasará a la historia como el día en que el pueblo salvadoreño recuperó a la Asamblea Legislativa. Desde su fundación como Estado, El Salvador no ha tenido un Órgano Legislativo que trabaje por el bienestar ciudadano, sino más bien a partidos que responden a los intereses de grupos de poder, a sus financistas, a sus negocios o a sus empresas. Nunca importó si eran diputados de derecha o de izquierda, porque a la hora de defender intereses particulares todos actuaban de la misma manera. Los parlamentarios —de todos los colores— defendían sin ningún rubor a los impresentables dueños de buses chatarra, había diputados corporativos que trabajaban en función de lo que sus patrones les ordenaban: creación de leyes a la medida, eliminación de requisitos legales, facilitación de negocios y evasión de impuestos.
Fue en esa lógica que diputados de ARENA y sus cómplices establecieron un sistema de administración de fondos de pensiones que terminó por beneficiar a una muy pequeña argolla e impidió que funcionara la protección previsional al convertirla en un negocio lucrativo para unos pocos. Funcionarios de los gobiernos de ARENA destacan entre los ultraprivilegiados con pensiones de miles de dólares por sus jugosos salarios como burócratas, mientras la gran mayoría de trabajadores jubilados sobrevive con montos insuficientes.
La vieja Asamblea Legislativa descuidó a propósito la seguridad pública para permitir el surgimiento y florecimiento de negocios de seguridad privada, convirtió la inseguridad en una máquina de hacer dinero. Y cuando el presidente Nayib Bukele pidió apoyo para garantizar el éxito del Plan Control Territorial, los diputados salientes prefirieron darle la espalda al pueblo y esperar a que los homicidios crecieran para, de esa forma, atacar al Gobierno. Pero eso no se les hizo realidad: ahora El Salvador vive una de sus épocas con menos muertes violentas y registra un descenso en el índice de otros delitos.
En plena pandemia de la COVID-19, con el mundo llenándose de muertes ante una enfermedad nunca vista, los diputados corporativos actuaron en contra de la ciudadanía al bloquear el financiamiento para atender la emergencia. La actuación coordinada entre los diferentes ministerios y la toma de decisiones acertadas de parte del presidente lograron que el coronavirus no tuviera el mismo impacto fatal que en el resto de la región centroamericana.
Hoy nace una nueva Asamblea Legislativa, surgida de las entrañas de la población y como una expresión de los más urgentes anhelos de los salvadoreños. Los partidos corporativos han quedado relegados a la irrelevancia. Hoy se hace historia nuevamente.