A Roberto Hernández le costó dar en el blanco, pero una vez fijó la mira y ajustó la puntería El Salvador encontró a su Robin Hood y el oro convertido en medalla comenzó a llegar desde distintas latitudes. Con la natación en la sangre como herencia de familia, el atleta santaneco de tiro con arco, pasó por el karate, el boxeo e incluso el fútbol antes de relevar al histórico Jorge Jiménez.
«Mi papá toda la vida ha estado vinculado con el deporte, tuvo un club de natación entonces era ley en la casa que tenía que nadar y fui nadador por cinco años, pero no era bueno así que me tocó que buscar un deporte», afirmó Roberto quien aseguró que en esa búsqueda, se paró en el tatami del karate, se subió al ring y también se puso los tacos, pero que se enamoró luego a primera vista del tiro con arco.
Fue en enero de 2002, a los 13 años, cuando Roberto cogió el arco y las flechas que luego lo vestirían de gloria. Se colgó su primera medalla como cadete en esos primeros meses y después se inscribió como voluntario en los Juegos Deportivos Centroamericanos y del Caribe de San Salvador 2002, a los que 21 años más tarde llegará hecho leyenda y con el equipo de tiro con arco sobre sus espaldas.
Roberto recuerda que cuando se anunciaron los Juegos de 2002 él no tenía ninguna opción de ser seleccionado, pero los vivió de cerquísima ya que su mamá era la jefe de enfermería en la Villa y luego se anotó en tiro con arco.
«En Centroamericanos y el Caribe es un ambiente muy tenso muy pesado, de mucho estrés porque el nivel de tiro con arco en la región es muy alto» detalla Hernández quien afirma que en Centroamericanos y del Caribe en 2002 vio a entrenadores de otro país haciendo trampa.
«Vi a Jorge con mucho estrés porque tenía esa presión de dar medalla y que todos querían ganarle a él», dice al tiempo que añade que tomó notas mentales de aquel momento para tener algunas herramientas y poder usarlas ahora en su turno.
Roberto sabe que, al igual que Jorge en 2002, la máxima presión de dar medalla en tiro con arco compuesto recae sobre él, pero afirma que no es la primera vez que la gente espera medalla y descarga la esperanza en él.
«Para los juegos de Barranquilla me fui de prometiendo que iba a ganar medalla de oro y para los juegos Panamericanos prometí también ganar medalla. Ahora creo que estar en casa siendo campeón defensor es un poquito como obligación estar en el medallero», dijo, pero advierte que no será tarea fácil porque solo en su categoría hay ocho medallistas mundiales compitiendo, pero que está tranquilo y sabedor que debe cumplirle al país.
«Creería yo que de cuartos de final en adelante solo van a haber medallistas mundiales en la línea de tiro. Ahí será de sacar los conocimientos que tengamos nosotros del campo de tiro y la experiencia», concluyó tras sincerarse que el gran legado que estos juegos dejarán a El Salvador son los escenarios deportivos.
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