«Un mundo de sueños donde el sentido común deje de existir y donde los conceptos de amor, traumas, conciencia y realidad se cuestionen», así describe Maya Molina su representación de la obra ‘La Sirena Varada’, y cuya dirección está bajo el cargo de la salvadoreña que, por su amor al cine incursionó en las artes, y a través del teatro logró plasmar su visión en los escenarios.
Fundadora de la Escuela de Cine y Arte Audiovisual de El Salvador (ESCINE) y de la productora PATECHUCHO, Maya cuenta con diferentes reconocimientos, y es que ha dirigido más de 60 piezas de carácter publicitario y participado en 20 cortometrajes de ficción, cinco videoclips y corto-documentales alrededor de México, Cuba y El Salvador.
Asegura que llegó al teatro en la búsqueda de realizarse como directora, había tenido ya experiencia con el cine y ese es su gran amor, explica que el teatro es solamente una especie de calentamiento para continuar trabajando por su gran meta:
«Mi visión es enfrentar, y unir estos dos artes que han estado vinculados toda la vida, desde la creación del cine, el teatro ha estado muy presente. Yo no soy directora de teatro, soy una directora de cine que está haciendo una obra de teatro por primera vez, pero mi primer amor es el cine, lo que yo quiero hacer toda mi vida. Este es nada más un calentamiento», dijo Maya Molina a Diario El Salvador.
Además, relató que, en las escuelas del séptimo arte, no es algo común que se enseñe a tratar a los actores «como humanos», algo que descubrió de una manera totalmente diferente a través del teatro:
«A mucha gente le choca que yo diga que en el cine no te enseñan a trabajar con actores. En el cine hay un coach actoral para que se encargue de los trazos menores de las acciones, de las intenciones de los actores… No quiero generalizar, hay muchos directores que dirigen bien a sus actores, pero en el cine comercial lo que existe es ese coach actoral. El teatro me ha ayudado a guiar a los actores por el camino que yo quiero sin ser prepotente, a verlos de una manera humana y más sensible», expresó Maya.
De igual manera, relató que llegó a México en la búsqueda de lo que muchos artistas latinoamericanos han intentado: «aprovechar para volver realidad sus ideas y conseguir con ellas el éxito dentro del territorio mexicano, o simplemente ampliar el panorama».
Además, en el caso de El Salvador, asegura que ha tenido bastantes avances para romper barreras y darle la importancia que merece al cine y al teatro: «con mucho orgullo puedo decir que lo estamos logrando. Soy parte de una generación dispuesta a aportar contenido, llevando el arte, el cine y el teatro donde no han sido llevados, siendo tan necesarios, como parte de un cambio y un aporte cultural que necesita de espacios», expresó.
La Sirena Varada
En cuanto a la obra, Maya explicó que todo comenzó en un ejercicio de clases, el cual se convirtió en el tema y desarrollo de su tesis. Escogió la obra del dramaturgo español Alejandro Casona por su «singularidad y profundidad existencial».
«En El Salvador hubo una convocatoria de parte del Centro Cultura Español, iban a dar financiamiento a obras salvadoreñas, pero que tuvieran una dramaturgia española. Me puse a buscar, y estaban los más conocidos, Federico García Lorca, por ejemplo, pero yo quería encontrar algo diferente, que no lo hayan montado tantas veces, descubrir algo nuevo», explicó sobre La Sirena Varada.
En ese sentido, dijo también que la elección de la obra es como pedirle matrimonio a alguien por la importancia y dedicación que se le imprime: «es como cuando te casas con alguien, si estás dispuesto a darle todo, a defenderla de todos, lo bueno, lo malo, a darle lo mejor de ti, invertirle tu cariño, tus recursos, y que nunca te vas a desapegar de ello. Creo que nunca se me va a olvidar lo que hice con esta obra en México, es como ese primer amor que nunca se olvida porque ha sido tan intenso», dijo.
En el caso de la trama, así lo definió Maya: «Una de las aspiraciones más aclamadas por los seres humanos es escapar de la realidad, La Sirena Varada narra la locura de un grupo de personas que deciden entrar en un universo utópico, llegan a vivir en un mundo de sueños donde el sentido común deja de existir. Es entonces cuando aparece ‘La Sirena’ el personaje principal, la historia de amor entre ella y Ricardo es un amor irresistible que se verá obstaculizado por el turbio y cargado pasado de esa mujer que, en apariencia, emergió de las profundidades del océano».
Como toda gran empresa, no está exenta de dificultades. Maya explica que uno de los retos más grandes a superar fue la falta de recursos, y que el proyecto ha sido de muchas colaboraciones: «pedir ayuda, favores, incluso pedir préstamos».
Por otra parte, dijo que el segundo reto fue de carácter emocional, porque se trata de una primera vez haciendo teatro: «me he exigido hasta el punto de agotarme», y también estar fuera de su país: «en El Salvador, necesitas algo y vas y lo buscas, aquí en México es distinto, porque no conozco mucho».
«Estoy haciendo algo por primera vez, que no es mi profesión, pero sí es la primera vez que hago todo esto y que lo estoy haciendo sola», expresó Maya, quien agregó que estar lejos de tantas cosas importantes, sus seres queridos, su tierra, por ejemplo, para ella implica muchos sacrificios.
La obra se estará presentando la próxima semana, los días 7 y 8 de diciembre, en «Un Teatro», fundado y dirigido en 2013 por la bailarina y coreógrafa Jessica Sandoval, en la Ciudad de México. Contará con la participación del actor salvadoreño Jonathan Nolasco, así como los actores Juli López, de Cuba; y Diego Llamazares de México; curiosidad que no pasó desapercibida para Maya, ya que son actores que provienen de los tres países que aportaron a su formación, ya que también estudió en el Instituto Superior de Arte (ISA) de la Habana, en Cuba.
En cuanto al casting, reiteró que México ha sido una especie de hermano mayor durante muchos años para el país, en cuanto a producciones audiovisuales, música, entre otros. Asegura que su intención desde el principio fue involucrar a salvadoreños en el proceso, y de rendir tributo a su país a través de la intervención de compatriotas en el proceso.
«Soy fan de rendirle tributo al país que me vio nacer, que me dio la educación y todo. Comencé a buscar, hay varios salvadoreños que están haciendo arte aquí (en México), comerciales, obras de teatro, en series, y que también están formándose. Llegué a Jonathan Nolasco a través de unos conocidos, y me pareció un tipo interesante, ya que viene de Morazán, de donde es toda mi familia, y que un chavo llegó hasta este punto, hacer lo que le gusta, me impresionó. Ha sido mi mano derecha ya que lleva más tiempo aquí y conoce más. Ahora somos grandes amigos y tenemos más planes», relató.
De igual manera, explicó que la obra está llena de manos salvadoreñas que trabajaron detrás de ella y no están en los escenarios, como por ejemplo el diseñador de vestuario Didihverso, el diseño gráfico y community manager también son salvadoreños.
Por último, aseguró que su gran meta es que esta obra llegue a los teatros de El Salvador, debido a que todo su esfuerzo va dedicado al país, explicó que espera contar con los recursos y el apoyo necesario para dar a conocer su trabajo en la tierra que la vio nacer.