En Houston, Texas, Estados Unidos, se vivió ayer un singular desfile que volvió a congregar a decenas de salvadoreños. Los compatriotas radicados en esa ciudad se reunieron en la calle Westward para recorrer todo el bulevar hasta llegar a Burnett Bayland Park, zona donde la comunidad de centroamericanos es grande.
Los residentes de ese tramo disfrutaron con las carrozas, las cachiporristas y la música que estuvo a cargo de la Fuerza 503, una de las barras oficiales de la Selecta en la «ciudad espacial», para festejar la independencia.
Orgullosa de sus raíces, la diáspora salvadoreña no pierde ocasión para recordar a su país. En Houston, la comunidad de compatriotas es grande y cada vez se organiza mejor.
Ahora está apoyada por el trabajo del consulado cuscatleco que, junto con las autoridades de Gulfton y Cohesal (Comité Houston El Salvador), montó el desfile para que los compatriotas recordaran cómo se disfruta la fiesta de independencia en su tierra.
Un grupo de cachiporristas derrocharon todo su talento sobre la carroza que las llevó hasta el punto de encuentro, donde se juntaron guatemaltecos, hondureños, mexicanos y estadounidenses que también se sumaron a la fiesta que estuvo a cargo de los de azul y blanco.
La Fuerza 503 calentó motores con «El torito pinto» y «El carbonero», y durante el recorrido sonaron melodías que engrandecen a los connacionales y la belleza de las mujeres salvadoreñas.
En ese punto el ambiente se torna nostálgico para la diáspora por estar lejos de su país.
En el desfile también estuvo el cónsul general de El Salvador en Houston, Alexánder García, con su equipo de trabajo para acompañar a los connacionales y demostrarles que, además del trabajo que están haciendo con los trámites consulares, también están cerca para este tipo de actividades.
El jefe diplomático en la «ciudad espacial» incluso se animó a subir a la carroza que transportó a la Fuerza 503 y a las cachiporristas, y demostró que tiene talento para tocar los instrumentos musicales al son del ritmo de la hinchada de la Selecta.
Esta auténtica fiesta, que la hizo propia la diáspora salvadoreña, cerró en Burnett Bayland Park, donde se entonó el himno nacional a todo pulmón y luego se disfrutó de los sándwiches de pollo, hot dogs y una buena hidratación para recuperarse por todo el derroche de energía que se puso en el desfile.