Enclavado en la zona norte de Morazán, un rincón de El Salvador guarda un tesoro escondido: San Lucas del Valle. Lo que comenzó como una pequeña finca de café, hoy es un oasis que combina la belleza natural con la calidez de sus propietarios.
Hace más de dos décadas, Edgardo Reyes y su esposa adquirieron una pequeña propiedad con la visión de crear un lugar especial. La topografía del terreno, con sus suaves pendientes y la sombra de los antiguos árboles de café, los inspiró a transformar el espacio. Inicialmente, imaginaron un lugar para disfrutar en familia, pero pronto se dieron cuenta del potencial y decidieron crear algo más grande.
«En su momento era una pequeña finca de café con unos pocos árboles. Yo empecé a sembrar y clasificar los árboles, de a poco fuimos pensando en algo primero familiar, cuando acordamos ya a la gente les gustó y así fuimos creando una idea de empresa, empezamos a darle forma a la idea y fue así como hicimos primero una piscina, después dos y así sucesivamente hasta tener tres», explica Edgardo, propietario del lugar.
Una de las características más distintivas de San Lucas del Valle es su impresionante piscina, que más bien parece un río artificial de 120 metros de largo y hasta 1.5 metros de profundidad. La construcción de esta obra fue un desafío que requirió de mucha dedicación y esfuerzo. A pesar de las dificultades, la pareja perseveró, impulsada por la visión de crear un espacio único y memorable.
«Fíjese que para esa piscina yo vi unas ideas en Internet. Hice el diseño con un muchacho de una máquina retroexcavadora, vengo yo y le digo “haceme un hoyo aquí porque quiero hacer una piscina”, cuando regreso veo aquel hoyo tan grande, ahí pensé en qué me metí. Tiene 45,000 ladrillos de obras pegados, no podíamos terminar esa piscina, ahí hay hasta lágrimas de mi esposa que me dijo “a qué te metiste Edgardo”, mi respuesta fue “ya me metí a esto, me acompañas o te haces a un lado, porque esto va a salir adelante”, y pues con la ayuda de Dios y con la preferencia de a la gente lo hemos logrado», recuerda Reyes.
San Lucas del Valle no solo es un centro recreativo, también ofrece una experiencia completa a sus visitantes ya que cuenta con senderos naturales donde se puede caminar tranquilamente.
«Está una caminata a un riachuelo donde perfectamente puede estar sentadito, bañarse y disfrutar de las aguas de la cordillera Cacahuatique, aguas completamente vírgenes. Entre San Lucas del Valle y la cordillera Cacahuatique no hay ninguna desembocadura que vaya a contaminar el agua, todavía pasan muchos abuelos que van a trabajar tomando agua», agrega.
De igual manera, ponen a disposición un restaurante donde puedes degustar deliciosa comida casera preparada con ingredientes frescos de la región.
En su menú ofrecen entradas que van desde los $4, platos infantiles, hamburguesas de pollo y carne, gringas, carne, pollo, pescado, entre otros. También ofrecen frappé, soda italiana, batidos, frozen, entre otros.
Si eres amante de los postres hay diferentes opciones como pastel de zanahoria, pastel de chocolate, cheese cake de fresa y su postre estelar la quesadilla de arroz, creada con una receta de la casa la cual se ha preservado por más de 90 años.








Compromiso con la comunidad y la sostenibilidad
A través de su emprendimiento, Edgardo ha generado un impacto positivo en la comunidad de Morazán. La empresa ha creado empleos para decenas de personas, especialmente mujeres, contribuyendo así al desarrollo económico de la región. Además, el proyecto ha servido como plataforma para apoyar a artistas locales, como un pintor no vidente que ha encontrado en San Lucas del Valle un espacio para expresar su talento.
«Hay un montón de mujeres trabajando, casi el 70% por ciento de la mano de obra es femenino. Mujeres que tienen a su esposo trabajando en la milpa y tienen niños, entonces mi sueño es un día crear una guardería, aunque sea un cuartito ahí con alguien, unos jueguitos o algo, porque sí sería un beneficio muy grandísimo para la comunidad. Son factores que a mí me inspiran, por ejemplo hay mujeres que dicen “ya hice mi casita a través del sueldo que me están consiguiendo aquí”, me siento muy realizado», agrega.
Asimismo, los propietarios de San Lucas del Valle están comprometidos con la preservación del medio ambiente ya que han implementado prácticas sostenibles para minimizar el impacto en el entorno natural y promover el turismo responsable.
El lugar está abierto de martes a domingo de 9:00 de la mañana a 5:00 de la tarde. La entrada para adulto tiene un costo de $3, y para los niños de $2.
Para llegar a San Lucas del Valle puedes pedir la ubicación a través de redes sociales y con gusto te la envían.

El nombre del espacio
Según detalla Edgardo, la propiedad se le compró a un profesor jubilado (Felipe Santiago Solís), quien también fue escritor. Él creó un libro que se llama Lucas del Valle, donde hablaba del apogeo del café y el añil que se tuvo en la zona. En referencia al libro se le colocó el nombre a este espacio recreativo.