El secretario de Estado de Estados Unidos, Marco Rubio, afirmó ayer que todos los recursos que el país otorgue en concepto de programas o políticas deberán estar justificados, teniendo a la base si son de beneficio para la nación, haciéndola más segura, fuerte y próspera.
«Cada dólar que gastemos, cada programa que financiemos y cada política que apliquemos deben justificarse con tres sencillas preguntas: ¿hace que EE. UU. sea más seguro? ¿Hace que EE. UU. sea más fuerte? ¿Hace que EE. UU. sea más próspero?», publicó Rubio en su cuenta en X. A su mensaje adjuntó un comunicado oficial del Departamento de Estado de EE. UU., en el que se definen las prioridades de dicha entidad, afirmando que «el Gobierno del presidente Donald Trump ejercerá una política exterior pragmática en cooperación con otras naciones».
Agrega que EE. UU. debe «volver a los fundamentos de la diplomacia eliminando el enfoque en causas políticas y culturales que son divisivas en el país y profundamente impopulares en el extranjero. Esto nos permitirá llevar a cabo una política exterior pragmática en cooperación con otras naciones para promover nuestros esenciales intereses nacionales».
La administración Trump analiza el destino de recursos entregados a organizaciones y países a través de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), así como el futuro de la agencia en sí. «[USAID] ha sido dirigida por un grupo de lunáticos radicales y los estamos sacando…, y luego tomaremos una decisión», dijo ayer Trump en Fox News.
En junio del año pasado, la senadora republicana Marjorie Taylor Green presentó una enmienda para recortar $1,600 millones del gasto innecesario de USAID, asegurando que «envía dólares de impuestos a todo el mundo para financiar prioridades de izquierda mientras las fronteras de Estados Unidos están abiertas y la gente muere por ello».
A finales de enero pasado, el primer ministro de Georgia, Irakli Kobakhidze, expresó en una entrevista que «el actual Gobierno de EE. UU. ha confirmado directamente que el dinero de los contribuyentes estadounidenses se ha gastado en otros países (incluido Georgia) para organizar revoluciones, desestabilizar el país y desarrollar escenarios nefastos», agregando que la financiación estadounidense ha traído guerra y destrucción a los países.
El presidente Nayib Bukele indicó ayer en su cuenta en X que «la mayoría de los gobiernos no quieren que los fondos de USAID fluyan a sus países porque entienden dónde termina realmente gran parte de ese dinero».
«Aunque se comercializan como apoyo al desarrollo, la democracia y los derechos humanos, la mayoría de estos fondos se canalizan hacia grupos de oposición, ONG con agendas políticas y movimientos desestabilizadores», agregó el mandatario, quien se reunirá esta semana con Rubio.
De acuerdo con Bukele, «en el mejor de los casos, tal vez el 10 % del dinero llega a proyectos reales que ayudan a la gente necesitada (hay casos de ese tipo), pero el resto se utiliza para alimentar el disenso, financiar protestas y socavar a las administraciones que se niegan a alinearse con la agenda globalista.
Recortar esta llamada ayuda no solo es beneficioso para Estados Unidos, sino que también es una gran victoria para el resto del mundo». La semana pasada, la administración Trump explicó que la pausa en la financiación de ayuda estadounidense al desarrollo exterior forma parte de un esfuerzo por erradicar «un tremendo despilfarro, fraude y abuso».
La congelación de fondos exime a programas de ayuda humanitaria. En El Salvador, organizaciones no gubernamentales que han recibido fondos de USAID ya confirmaron que les fueron suspendidos.
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