Son pocas las peliculas de Marvel que trascienden en la presentación de sus personajes. Si bien «Iron Man» de 2008 inaugura esta fórmula, se ve drásticamente cambiada con «Guardianes de la Galaxia», en 2014; «Doctor Strange», en 2016; «Black Panther», en 2018 y ahora con el estreno deShang-Chi.
Posiblemente, ajeno a la versión con que surgió en los comics, Shang-Chi nace con una cosmovisión totalmente nueva. Esta reinvención parte de manera sacrilégica a los personajes creados en 1973, abonado con elementos actuales, pero que no se aleja de mantener estereotipos anglicistas sobre la cultura asiática, especialmente de China, de donde nutre su mitología.
No por ello la desvirtúa del todo, pues funciona bien, en cierta medida, como homenaje al cine clásico de artes marciales mezclado con lo mítico y ancestral de su folclor, una visión que tenía muy clara Destin Daniel Cretton, quien retoma no solo la dirección, sino también el guion de la misma, dándonos por momentos una comedia de acción que concluye en una tragedia familiar.
Como es clásico, en su primera aparición la historia nos cuenta los orígenes de Shang-Chi, quien vive en San Francisco, prófugo y en el anonimato, huyendo del imperio terrorista y clandestino de los «Diez Anillos» que dirige su padre, Wenwu, quien es portador de diez anillos-brazaletes ancestrales que le otorgan al portador longevidad y la facultad de usarlos como un arma letal al liberar energía y potenciar las habilidades del mismo.
No obstante, la historia se centra en la identidad y descubrir de dónde venimos, quiénes somos y qué propósito tenemos en la vida, sin definirnos desde donde hemos partido. Pero también plantea un debate sobre el prejuicio de nuestros orígenes, tanto a nivel familiar como de los errores que han cometido los antecesores. Una trama que juega muy bien en la construcción de los personajes de Shang-Chi (Simiu Liu) y el de su hermana Xialing (Meng’er Zhang), así como también con Katy (Awkwafina), la mejor amiga del protagonista, un personaje que aligera son su sentido cómico durante la cinta. Esta triada de personajes es ejecutada de forma carismática por sus actores, lo que provoca empatía inmediata con ellos, no solo por la complejidad y camaradería durante las bromas y escenas de mayor drama, sin olvidar las coreografías de artes marciales y de acción que se desarrollan principalmente en el primer acto del filme; sino también en su interpretación, cuando la historia cae en un lento desarrollo que le apuesta a la carga dramática mediante el abuso de «flashbacks».
Por otra parte, la construcción de su antihéroe, Wenwu, es atrayente. No solo por la actuación magnifica de Tony Leung, sino porque se analiza desde una percepción en la que aflora lo romántico, y cuestiona la vida basada en riquezas y poder. Pero, al final, sucumben ante la idealización del amor y cómo, a partir de ello, se es capaz de cometer, incluso, actos que quiebran la concepción de los valores que posee. Lo anterior vuelve al tema de la comunicación en la familia y sobre todo el de la educación con los hijos. Todo esto con tintes que parecen sacados del mismo Shakespeare al enfrentar a los miembros de una misma familia para lidiar con temas que involucran un pasado convulso.
La banda sonora de Joel P. West, evocando al Tōgaku, la música ancestral China, sucumbe a lo solemne y mítico de la cultura asiática, cayendo en lo dramático y fatalista, algo similar a la que Alexandre Desplat nos brindó en la cinta de Wes Anderson, «Isla de Perros», en 2018. Asimismo, Marvel se sale de su receta de destrucción de ciudades y construye un paisaje que se inclina a lo mitológico que incluye a la fauna y flora de China, sin faltar sus enigmáticos dragones y criaturas de la oscuridad.
Shang-Chi funciona como película de origen, aunque su titulo le queda muy grande, «Shang-Chi y la leyenda de los Diez Anillos», ya que es algo que no se explora del todo, si bien este artilugio es un Macguffin perfecto que, como elemento de suspenso hace que los personajes avancen en la trama, no tiene mayor relevancia en la historia. Algo muy parecido al título de «Doctor Strange: Hechicero Supremo», quien en toda la película no llega a ese nivel. Es de ver si en futuros proyectos se apuesta a algo mayor y con un entorno a su origen más fiel.