Caleidoscopio Cultural
Yanira Soundy, ESCRITORA
ARTÍCULOS SOBRE LITERATURA– TERCERA ENTREGA
Ricardo Lindo Fuentes (San Salvador, 5 de febrero de 1947 – 23 de octubre de 2016).
Siempre recordaré a Ricardo Lindo por la enorme sonrisa de su mirada celeste, su risita entre dientes y aquel ropaje espiritual de sencillez y paciencia que lo caracterizaban.
Hoy le pienso, y vienen a mi mente los recuerdos, su figura y su voz quebrada, el susto que me llevé cuando lo encontré en la calle rumbo al bulevar Los Héroes, por la colonia Centroamérica. Yo iba en mi auto y él cojeaba en un caminar sin rumbo. En ese momento tuve la oportunidad de acercarme más a él y conocerle, no cómo escritor sino como ser humano. Estaba muy golpeado y tenía sangre en el rostro, varios raspones y no podía caminar bien. Le pregunté qué le había pasado y si lo llevaba al hospital, pero Ricardo sólo insistió en que lo llevara a su casa. Como pude lo senté adelante, le di un poco de agua para que se enjuagara y lo llevé con su familia. Él me dio las gracias y me pidió que lo dejará entrar solo.
Tiempo después, Ricardo Lindo escribió un prólogo para el libro escrito por mi tío Ricardo Trigueros de León, «Perfil en el Aire», obra que fue publicada y presentada por la Dirección de Publicaciones e Impresos de Concultura en la colección Biblioteca Básica de Literatura Salvadoreña.
A mi madre la invitaron al evento. Ella iba muy contenta, pero aquella sonrisa desapareció cuando leyó en la casa, el prólogo la descripción física y la forma en que Lindo decía que vestía siempre Trigueros de León, además de poner en duda su doctorado.
Llegamos a casa, eran como las once de la noche, cuando mi madre se me acercó muy seria y me dijo: “encienda la computadora, que le voy a dictar y luego lo envía a Luis Fuentes, de parte mía”. «El verdadero rostro de Ricardo Trigueros de León» publicado el 28 de febrero de 1998 en El Diario de Hoy.
Ella hizo énfasis en tres puntos para explicar que no eran acordes a la realidad; el primero, Trigueros de León no parecía un retrato con un único saco gris. Debatió diciendo que era algo extraño decir eso, pues ella había donado a la Dirección de Publicaciones e Impresos documentación legal, pertenencias personales para un museo que llevaría su nombre y las múltiples fotografías con diferentes atuendos. Segundo, al referirse a «esas burlas que despertaban la sonrisa antes que la risa» , ella aclaró que Trigueros de León como crítico era severo y eso no gustaba a muchos. Y, tercero, el título de doctorado lo obtuvo en España, pues él ya había egresado cuando cerraron la Universidad de El Salvador. Esta fue la razón por la que decidió graduarse en España y contrariamente a lo que decía en el prólogo, sí tuvo importancia en su vida personal y profesional, ya que manejaba muy bien las relaciones internacionales y le sirvieron de mucho para llegar a conocer a escritores internacionales. No aceptó cargos como embajador en otros países, por no dejar a su madre Carlota, a quién amó y cuidó siempre.
De esta forma mi madre respondió a Ricardo Lindo por el prólogo que escribió en el libro «Perfil en el Aire», de la colección Biblioteca Básica de Literatura Salvadoreña. Días después Ricardo Lindo también le escribió una carta abierta. Ambos publicaron su debate en El Diario de Hoy.
Lindo contestó el 7 de marzo de 1998, en el mismo diario. Y le dijo que quizás el azar decidió que viera a Trigueros de León vestido siempre de un traje gris. Y siguió insistiendo en que el título era de licenciado y no de doctor, y que lo sacó cuando tenía 45 años lo cual mostraba según él, la poca importancia que Trigueros de León dio a esos asuntos. También remachó diciendo que mi madre no debía confundir las relaciones internacionales con los vínculos de amistad con autores de talla internacional. Y en cuanto al humor jovial y burlón, aclaró que se refería a la faceta personal no a la de crítico. Cerró diciendo que gracias a él, se incluyó a Trigueros de León en tan prestigiosa colección y que había escrito el prólogo por afecto y aprecio hacia el autor y su obra.
Luego de la respuesta de Ricardo Lindo, mi madre no quedó satisfecha. Pero yo la convencí de no seguir debatiendo sobre cosas sin importancia, aunque siempre supe en el fondo el valor que todo esto tenía para ella.
Así, conocí a Lindo, poco a poco y luego en la época de Concultura, La Casa de los Mestizos, el teatro, la poesía infantil y sus personajes, las investigaciones sobre arte rupestre y la dirección de la tercera época de la revista ARS.
Su familia y la mía fueron muy amigas, su madre y mi madre entrañables en los recuerdos, su padre Hugo Lindo y mi tío Ricardo Trigueros de León, grandes amigos.
Fue realmente interesante compartir con Ricardo y debatir muchas ideas, recuerdos y olvidos, aprender en su transparencia, el sentimiento del arte en el barrio latino de Francia y sus experiencias en las pinacotecas parisinas. Historias de su niñez y su vida en Chile, Colombia, España y Francia, países que sin duda alguna acrecentaron su formación académica y cultural, donde estudió Filosofía y Publicidad y culminó en la Sorbona de París.
Un escritor y poeta salvadoreño, con una personalidad y estilo muy diferentes al de su padre el escritor Hugo Lindo.
Ricardo, amigo del Principito y soñador de estrellas, murió el 23 de octubre de 2016 a los 69 años de edad.
DeCuento
Doble moral
Por: Carlos Sibrián
Mientras una señora se daba un baño de ternura frente a las cámaras de televisión, en una plazuela pública, protestando con un perro herido entre sus brazos por el maltrato de estos animales callejeros, desde su silla de ruedas un entrevistador televisivo se acerca a la señora y le pregunta:
– Dígame, señora, ¿qué persigue usted con esta protesta pública?
– Sencillamente, señor, llamar la atención del público sobre la necesidad de respetar la vida de estos animales sin hogar; que, en lugar de agredirlos, los protejan, porque son seres valiosos como todos nosotros.
– ¿Y qué va hacer usted con ese ejemplar herido que tiene entre sus brazos?
– Lo llevaré al veterinario para curarlo, y después, buscaré quién se haga cargo de él.
El entrevistador televisivo se acerca al perro herido y observa cuidadosamente que lo que parecen lesiones a simple vista, no eran tales, sino dibujos aparentando lesiones; sin embargo, él se abstiene de emitir opinión.
Justo en ese momento va pasando en el mismo sitio otra señora muy inteligente que viene de una reunión escolar, quien al ver a la entrevistada dice sorprendida: «Hace cinco días vi a esta misma señora en otra colonia de esta misma ciudad protestando por el maltrato animal, y portando ese mismo perro herido que hoy lleva entre sus brazos».
– ¡Ve! ¿Quién viene a reclamarme? Personas como tú no tienen el derecho de criticar nuestra sublime misión en favor de estos animales callejeros.
– Discúlpeme, distinguida señora, pero yo no critico su activismo popular en favor de los animales callejeros; no, de ninguna manera, porque lo considero muy beneficioso. Pero sí repruebo que usted maltrate a ese perrito mal herido porque lo usa, sin curarlo, para desarrollar su valiosa labor.
– ¡No tengo tiempo para seguir escuchando chusmas! – Protestó con arrogancia ante las cámaras la señora del perro «herido» – Tengo tantas cosas importantes que hacer este día, como ir al supermercado, para perderlo inútilmente con esta gentuza.
– ¿Se puede saber -preguntó el entrevistador – qué alimentos compra usted en el supermercado para su cocina?
– Compro toda clase de carne: de ternera, carnero, cerdo y conejo, además de frutas y verduras.
– Se dio cuenta, señor periodista, cómo pretende humillarme esta distinguida señora discriminándome ante las cámaras – contestó la aludida – Me discrimina llamándome chusma y gentuza por mi condición modesta. Pero debo decirle que, aunque me discrimine no me humilla porque así tratan estas señoras a los pobres y humildes. Y lejos de humillarme, la perdono, ya que ella está llena de soberbia, altanería y prepotencia. Sí, la perdono… Sin embargo, repruebo también su doble moral. ¿Cómo es posible que llame la atención del público hacia el respeto de los animales callejeros, como los perros y gatos, y se dé el lujo de decir ante las cámaras que consume carne de ternera, carnero, cerdo y conejo? ¿Acaso estos animales no tienen el mismo derecho de vivir como los otros? ¿Por qué no se acerca a los rastros o mataderos públicos y observa con sus propios ojos la extrema violencia que ahí se usa para quitarles la vida a los bovinos, carneros, cerdos y conejos, cuya carne se vende después en las carnicerías? Para ser consecuente con su activismo callejero, distinguida señora, usted debería convertirse primero en vegetariana… por lo menos.
– Sigue esta vieja hambrienta metiendo la cuchara donde no le importa. Gente como ella, que se alimenta solo de hojas de mora y chipilín, jamás probará la rica carne que yo consumo. Por lo mismo, siente envidia de mi buena mesa, aparte de no saber distinguir entre animales para el consumo humano y las mascotas que alegran la vida de personas importantes y honestas como yo.
– ¡Manos arriba!, señora – ordena un agente del orden público, acompañado por otro y de una señora que mira con verdadera ternura a su perro herido.
– A ella, ¿verdad? – contesta la activista, señalando a quien ella misma había maltratado minutos antes.
– ¡No se haga, señora! Es a usted a quien le ordeno que levante las manos y me entregue ese perro que hace ocho días usted le robó a esta señora cuando ella lo llevaba de paseo.
– ¡Pero si lo llevo al veterinario para curarlo! – contesta la activista mintiendo todavía.
Y al subir las manos… el perro salió corriendo, meneando la cola y ladrando hacia su querida ama. Ella lo acaricia y lo llama Oso. ¡Un afectuoso reencuentro! También lo revisa y se alegra mucho al verlo sin lesión alguna, sólo manchado con pintura roja y negra simulando lesiones.
El agente del orden público convencido del ilícito cometido detiene a la amiga del perro ajeno y la conduce a la delegación.
DeMitología
Apolo, dios de la música
apolo fue un importante dios griego asociado con el arco, la música y la adivinación. Es el ejemplo ideal de la juventud y la belleza, fuente de vida y curación, mecenas de las artes y tan brillante y poderoso como el mismo sol,
Apolo fue el más amado de todos los dioses. Se le adoraba en Delfos y Delos, lugares que albergaban algunos de los santuarios religiosos más famosos de Grecia.
Hijo de Zeus y Leto, y hermano gemelo de Artemisa, Apolo nació en la isla de Delos. Su madre, temerosa de la venganza de la esposa de Zeus, Hera, había elegido la estéril isla de Delos como el refugio más seguro que podía encontrar. Se dice que al probar por primera vez la ambrosía, se transformó inmediatamente de bebé a hombre. A Apolo se le dio entonces su arco, hecho por el maestro artesano del monte Olimpo, Hefesto.
El dios Apolo es un protagonista significativo en el relato de Homero sobre la guerra de Troya, la Ilíada. Estando del lado de los troyanos, presta especial asistencia a los héroes troyanos Héctor, Eneas y Glauco, salvándoles la vida en más de una ocasión con su intervención divina. Al igual que otras divinidades principales, Apolo tuvo muchos hijos; quizás los más famosos sean Orfeo, que heredó las habilidades musicales de su padre y se convirtió en un virtuoso de la lira o cítara; Asclepio, a quien le dio sus conocimientos de curación y medicina y, según el trágico del siglo V a. C. Eurípides, el héroe Ion.