La primera piedra de la construcción del Castillo fue en 1930. Desde sus planos hasta el último de los detalles fue pensado para una fortaleza que albergaría a la principal fuerza de seguridad del país, sin distinguir su denominación.
El ahora Centro Histórico no vería en todo su esplendor a la imponente infraestructura sino hasta 1938. El edificio parece un oficial erguido con gallardía en medio de una urbe que no para.
Su prestancia comienza en su fachada alineada perfectamente con sus ventanas cuadradas y en la parte superior se observan las almenas perfectamente coordinadas coronando por lo alto a todo el edificio, como símbolo inequívoco de ser una estructura de seguridad, siempre lista para defender y defenderse.
Su diseño es una combinación de estilos propios de la época en la que se construyó. Predomina el Neogótico, pero también el barroco en la fachada y en su interior un estilo victoriano. La entrada resguardada por una enorme puerta de hierro forjado muestra el camino para el interior lleno de columnas salomónicas y hermosos pasillos adornados con diferentes diseños de pisos alfombras.
De acuerdo con María Elena Valencia, encargada del Museo de la Policía Nacional Civil (PNC), hay más de 90 diseños diferentes en los pisos con figuras geométricas y florales. Es un espectáculo en cada paso y en cada salón. Sus puertas y ventanas son altas, acorde al diseño de salones amplios y altos, todas son de madera de cedro. Los graderíos amplios, con pasamanos sostenidos por pilares de cemento también con fina decoración.
En sus dos alas (una delantera y otra trasera) cuenta con un espacio en el centro, en el que el sol entra para dar luz natural a las oficinas. En la primera (hasta noviembre de 2020) hubo un jardín, que ahora es ocupado por la Plaza Familia Policial. Mientras que en la segunda parte (costado sur) hay un jardín y en medio de él ondea el Pabellón Nacional bajo un cielo celeste.
Unas de las joyas artísticas que se rescataron y preservaron del edificio fueron los murales encontrados tras la remodelación del 2001, luego de los terremotos. Entonces, se restauraron trozos de 26 murales, en 17 salones. Los murales se hallaron tras siete capas de pintura. Hay unos en verde pastel con líneas geométricas, propio de la decoración de la época, así como otros más elaborados con listones entrelazados en rojos o marrones.
Por todo esto, el edificio Central de la Policía siempre fue mejor conocido y para siempre llamado el Castillo.
Un eterno estandarte
Como un gigantesco escudo a la seguridad, una vez erigido este monumental edificio, albergó a la Policía Nacional de El Salvador.
Tras los Acuerdos de Paz, en 1992, se dio un proceso para la creación de una nueva policía, la desde entonces Policía Nacional Civil, compuesta en un 20 % de miembros de la Fuerza Armada, 20 % de miembros del FMLN y un 60 % de civiles. Todo en un contexto de posguerra.
Desde entonces, el mismo lugar se volvió el epicentro administrativo de la nueva corporación.
En el 2017 se inauguró un espacio parta dignificar y homenajear a la carrera policial. Así nació el Museo de la PNC.
En él hay un repaso histórico desde la conformación de la institución, las actas que le dieron vida (firmadas por los también signatarios de los Acuerdos de Paz). El recorrido es cronológico acompañado de imágenes, insignias, armas, placas y uniformes.
Previo a la pandemia, el museo y el edificio (declarado Patrimonio Cultural en 2008), era visitado por estudiantes quienes recibían un tour guiado por la impresionante infraestructura, así como por los salones.
La transición de la antigua policía a la nueva con componente civil culminó en 1995; sin embargo, en 1993, se nombró como primer director de la PNC a José María Monterrey. Él dirigió el primer despliegue policial en Chalatenango en febrero de ese año.
A la fecha, 12 hombres han dirigido la institución. El último y actual es el comisionado Mauricio Arriaza Chicas.
En el museo hay una fotografía por cada director que ha encabezado la corporación. Esta se coloca una vez el funcionario ha terminado su período. También el primer uniforme, así como varios que muestran su evolución.
Algunos uniformes han sido donados. Uno de los más valiosos es el que la familia del agente Miguel Ángel Argueta Rubí, fallecido el 5 de junio de 2006 en medio de una manifestación frente a la Universidad de El Salvador (UES) en la que los agentes, sin saberlo, había armas de fuego entre los manifestantes.
Mario Belloso disparó y mató a dos agentes. Argueta fue uno de ellos. En el museo está su traje y el casco reconstruido tras el impacto de una bala.
En honor a los compañeros caídos en el cumplimiento del deber hay una vitrina con las antiguas placas que se les asignaron a cada uno. Muchas familias las donaron para que su ser querido sea recordado y homenajeado. En total, la corporación contabiliza a 353 oficiales fallecidos en el cumplimiento del deber.
El museo también tiene en exposición algunas de las primeras armas que se utilizaron en los inicios de la PNC, todas ellas cuentas con su balística al día, es decir funcionan.