Pedro Picapiedra es el personaje que eligió el docente Carlos Perdomo para animar las clases de los estudiantes. Él es director del Centro Escolar Cantón Las Brisas, ubicado en el caserío Las Brisas Mandinga, en Sonsonate.
En la escuela, el maestro usa el disfraz en ocasiones especiales desde hace más de seis años, con el objetivo de brindar un momento de diversión y empatía a los niños para que perciban la escuela como un espacio de alegría y convivencia, y también para motivarlos a continuar con sus estudios.
El maestro eligió a Pedro Picapiedra porque combina dos aspectos que han marcado su vida. El primero, es que el personaje de la televisión aparece descalzo, y él en su infancia anduvo descalzo en el caserío donde vivió; y el otro elemento, es la corbata, ya que para él representa un símbolo de profesionalismo que alcanzó al estudiar y dedicarse a la docencia.
«Yo me crié en el caserío Las Brisas, y anduve descalzo aquí en la comunidad. Pero me esforcé, estudié y me preparé profesionalmente.
El personaje representa esas etapas en mi vida, y lo que busco es demostrarle a los niños que también pueden aspirar a lo mismo, y que si estudian y se preparan serán profesionales el día de mañana. En la entrada de la escuela he puesto un rótulo que dice “cuna de triunfadores”, porque se vale soñar», explicó Perdomo.
Cuenta con 22 años de trabajar en dicha escuela y es el director desde 2001. Durante la pandemia, desarrolló clases virtuales con el disfraz, y ahora que los estudiantes han regresado lo utiliza para recordarles, de forma entretenida, que deben usar las mascarillas y mantener las medidas de bioseguridad. «El uso del disfraz se popularizó durante 2020.
Me contactaron maestros de San Miguel para que me uniera a la clase virtual con el disfraz de Picapiedra. Después, participé en las clases de centros educativos en San Vicente, Chalatenango y Santa Ana», dijo Perdomo.
Con el disfraz también participó en un video elaborado por el Ministerio de Educación (Mined) para hablar sobre las plataformas educativas que se mantenían activas por la pandemia. El centro escolar cuenta con 152 estudiantes desde parvularia hasta noveno grado, y para el director no son solo sus alumnos, sino que también se han convertido en su familia.
«Los niños nos ven como personas que los protegemos y les ayudamos. Con mis maestros estamos comprometidos en buscar estrategias que motiven a los niños del caserío a que continúen con sus estudios», explicó.
UNIÓN EN LA COMUNIDAD
El caserío mantiene una sólida convivencia. Durante 2020, al menos 24 estudiantes no contaban con energía eléctrica, por lo que los docentes acudieron personalmente hasta sus hogares para desarrollar las guías de aprendizaje, en colaboración con los padres de familia.
Además, todos los maestros fueron capacitados en Google Classroom, por lo que también aprendieron a crear videos con las clases.
«A los niños les mandamos videos en WhatsApp con las clases, y ahí aplicamos herramientas lúdicas que motivaron el aprendizaje vivencial.
En el campo, uno toma un vínculo casi familiar. Si el papá me escribe en la noche, yo lo atiendo porque puede ser que a esa hora logró señal en su casa», explicó.