Los ciudadanos chilenos votaron masivamente este domingo para decidir si estaban de acuerdo en redactar una nueva constitución que supere la Carta Magna que heredaron de la dictadura de Augusto Pinochet. La decisión fue abrumadora y trascendió las posiciones ideológicas, el género o la edad. De manera contundente, la sociedad chilena ha dado un paso hacia adelante para construir su futuro. Y lo hizo gracias a la figura del plebiscito, en la que el sí se impuso con solvencia.
A lo largo de la historia, los plebiscitos y referendos han servido para que las sociedades democráticas decidan sobre puntos importantes: la paz en Irlanda, el fin del «apartheid» en Sudáfrica, la unidad de Canadá o la separación del Reino Unido de la Unión Europea.
Chile nos acaba de demostrar que el plebiscito es una poderosa herramienta de la democracia. A finales de los ochenta, los chilenos también habían votado masivamente, pero esa vez fue para sacar a Pinochet del poder. Les tomó más de tres décadas decidir quitar cualquier vestigio de la dictadura.
De forma civilizada y democrática, los chilenos fueron a las urnas y decidieron cambiar su Constitución. Ahora viene un proceso para elegir a los diputados constituyentes y luego la redacción de un nuevo instrumento.
El Salvador tuvo su Asamblea Constituyente, con Roberto d’Aubuisson al frente, y de ahí surgió la Constitución de la República que hoy tenemos. Todas las versiones previas de la Constitución, incluyendo esta de 1983, tuvieron como base un golpe de Estado o un evento disruptivo violento.
Ahora, 37 años después, tenemos la posibilidad de actualizar la Constitución e incorporar el plebiscito y otras consultas democráticas que fueron dejadas de lado por los diputados de 1983 porque no se ajustaban al modelo contrainsurgente de la época.
Lo curioso del momento es que entre los defensores del «statu quo» están aquellos que eran enemigos cuando surgió la Constitución, reconvertidos ahora en aliados y socios.
El Salvador merece ir hacia adelante, actualizar su Constitución, separar las funciones jurisdiccionales de las administrativas en importantes entidades surgidas tras los Acuerdos de Paz y abrirse a más democracia. Tenemos la oportunidad de ampliar la participación ciudadana y de hacer los cambios de una manera reflexiva.
Nadie está hablando de cambiar el sistema de gobierno o de eliminar la alternabilidad en el ejercicio de la presidencia, sino como dijo el vicepresidente Félix Ulloa de dejar las cosas claras, sin necesidad de interpretaciones que terminen modificando a la misma Constitución.