La democracia se cimenta en el irrestricto respeto de la voluntad popular que se expresa en las elecciones. Lo pueblos eligen a sus gobernantes por medio del voto directo; por lo tanto, es deber de las instituciones salvadoreñas que los comicios de este domingo sean libres, sin interferencia de ninguna clase. Aunque apelar al miedo como medida de disuasión para elegir a gobernantes ha sido una táctica que hemos visto en el pasado, todos sabemos que en El Salvador no ha dado resultado, y mucho menos ahora que hay mucha información disponible y los ciudadanos toman decisiones cada vez con más reflexión.
Es un hecho que el voto se convierte en el premio o castigo para los buenos o los malos gobernantes. De este modo, hemos visto alzarse y luego desplomarse gobiernos de diferente signo ideológico en el país, tras dedicar sus años al frente de las instituciones a lucrar a los miembros de las cúpulas y a favorecer a sus financistas. Por el contrario, hemos visto cómo el pueblo también sabe reconocer las buenas obras y el buen desempeño.
Uno de los principales argumentos de los partidos de la oposición para tratar de convencer al electorado es que el poder no debe concentrarse en una sola persona o, en este caso, en un solo movimiento político, como si fuera algo inédito en el país.
No obstante, en la historia reciente salvadoreña hemos tenido casos en los que el presidente del Ejecutivo era del mismo partido que el presidente de la Asamblea Legislativa. Así, vimos durante los gobiernos de ARENA, por ejemplo, a funcionarios que incluso eran presidentes de su partido cuando dirigían un órgano del Estado. Los líderes del FMLN, además, tenían cargos en el gabinete y contrataban en él a sus parientes y allegados justo cuando estaban al frente de la Asamblea y del Ejecutivo.
Ahora, la amenaza de estos dos partidos es que concentrar todo el poder en Nuevas Ideas significaría un retroceso para el país y daría inicio a una «dictadura». ¿Acaso tuvimos una dictadura cuando ARENA y el FMLN controlaban todo el Estado? No se trata de que porque pasó antes puede darse ahora, sino de la voluntad de los ciudadanos salvadoreños. La decisión de los votantes este domingo debe ser respetada, independientemente de que signifique la caída de partidos que llevan décadas lucrándose del Estado, o que sea precisamente esto lo que explique su desaparición.
No se puede ir en contra de la voluntad popular. Eso todos lo debemos tener claro.