Arístides Alfaro Samper, quien inmortalizó al payaso Chirajito, no solo dio vida a célebres frases como «¡Guácata!» o «¡Aplausios!», su legado perdurará para siempre en cada sonrisa que sacó y en su descendencia, que también lleva impresa sangre artística y el gusto por lo cómico. Hijos, sobrinos y hasta nietos se pintan la cara para compartir alegría dentro y fuera de nuestras fronteras patrias. Tirita, Josecito, Trompito, Chirajito Júnior y Cocolito siguen los pasos de Chirajito, pero el primogénito y heredero oficial es Rolando Alfaro, Trapito, un hermano lejano que ha echado raíces en Australia y que desde allá decidió compartir parte de su historia con «Diario El Salvador».
¡Aló! ¡Buenas noches!
[Ríe] Para mí ya es buenas tardes, ya es martes. Acá en Australia son las 12:30 del mediodía.
[Durante la cita me advirtió que Trapito y Rolando no son el mismo]
¿Hablo con Trapito o con Rolando?
Estás hablando con Rolando ahorita.
¿Hay diferencia?
Sí, la diferencia es que Trapito es más niño, es más loco, pero es más centrado que Rolando.
¿Rolando es más loco?
Sí, Trapito es más centrado en la forma de hacer las cosas. En la inocencia o en la locura de niño, Trapito, muchas veces jugando jugando, hace las cosas bien. Y Rolando es más serio, pero por ser muy serio algunas veces le salen las cosas torcidas.
¿En qué trabaja Rolando?
Rolando trabaja como enfermero psiquiátrico en un hospital psiquiátrico donde se le provee servicio a la gente que sufre de depresiones, que sufre de esquizofrenia, que pasa por momentos difíciles o que es bipolar. De alguna forma, Trapito también es psicólogo. Dicen que la risa es saludable.
¿Tiene empleo también como cómico en Australia?
El único empleo que tiene Trapito es llevar alegría, llevar mensajes a los niños a través de las bromas, del chiste, de la magia infantil que él hace. El trabajo de Trapito más que todo es mantener la alegría de la gente.
¿Quién es el encargado de llevar el sustento al hogar?
Más que todo, Rolando. Muchas veces Trapito no cobra [por su show], porque hace muchas obras de caridad.
Dejemos a Rolando en paz por ahora. Recién se celebró el Día del Payaso en El Salvador. ¿Cómo lo vivió Trapito en Australia?
Alegre, se maquilló, se puso su traje, hizo sus juegos con unos niños y también vio los videos de sus compañeros desfilando [en El Salvador]. Hubo alegría en el corazón al saber que tenemos un día para nosotros los payasos y saber que se ha sobrevivido a esta pandemia y que muchos compañeros que estuvieron enfermos de coronavirus andaban alegres desfilando.
¿Cómo nace el personaje de Trapito?
Trapito nació de ver a su padre actuar. Lo llevaba todos los fines de semana a las fiestas infantiles que él celebraba. El padre de Trapito es Chirajito, payaso que fue un ícono de El Salvador y que todavía lo es. A Trapito su papá lo llevaba a sus fiestas infantiles, al programa de Jardín Infantil. Trapito, pues, nació de la curiosidad y de la envidia, por decir algo, a su padre, que era bastante conocido, que todo mundo lo saludaba y le estrechaba la mano, y de ver cómo Chirajito ayudaba a otra gente. Esa caridad y la fama que él tenía llamó mucho la atención a Trapito, y una vez quiso ser payaso. Así que una vez se llevó una ropa vieja a una fiesta infantil de Navidad en un hotel. Tenía siete años, se maquilló y salió a actuar. Y fue bastante chistoso porque, cuando salió, Chirajito dijo: «No he contratado enanos para mi espectáculo», y fue un momento especial para él y para mí. Él se hincó y me dijo: «Hijo, ¿qué hacés maquillado?», y le dije: «Quiero ser payaso, quiero ser grande como vos». Mi papá me dijo: «¿Sabías que al ser payaso se sufre, que el payaso aguanta hambre, que el payaso tiene que vender la alegría de la familia?», y yo le dije: «Quiero ser payaso». Él me puso tres condiciones para que yo fuera payaso, que sigo cumpliendo. La primera fue que no dejara de estudiar para ser profesional académico, que cuidara de la familia y, tercero, que cuidara del niño y del anciano de la calle con mucho respeto y cariño. Hasta ahora le he cumplido.
¿Hay más payasos en la familia?
El primogénito de los payasos siguiendo a Chirajito es Trapito. De ahí nació un primo, que desapareció [del mundo artístico y real], que se llamaba Tirita. Luego, con el tiempo, nació Chirajito Júnior, que es Kevin; después, Josecito, que es nieto de Chirajito, y también Trompito. De Chirajito nació también Cocolito. Son los que seguimos los pasos de Chirajito. Esperamos que en algún momento llegue alguien más que se llame Hilachita.
¿Quién lo bautizó como Trapito?
Cuando mi papá se fue a un circo, le pusieron Tortillazo. Estando una vez en un desfile en San Salvador, un escenógrafo cubano lo descubrió y lo llevó a un programa que se llamaba Cipotelandia; entonces, el escenógrafo vio que Tortillazo era un nombre muy fuerte para los niños y la televisión, así que lo llamó Trapito. Cuando estaban en la grabación, un señor no lo llamó Trapito, sino que lo llamó Chirajito, y a mi papá le gustó ese nombre. Entonces, cuando me vio actuar por primera vez, me heredó el nombre de Trapito.
¿Por qué Chirajito y Trapito? ¿Usaban ropa viejita?
Mi papá usaba un saco que mi mamá le había hecho de pedacitos de tela en cuadritos pequeños. Por eso le dijeron Chirajito.
¿De dónde viene esa vena artística?
El papá de mi papá, Rubén Samper, era músico. Él era de descendencia española. De por ahí viene el arte.
Usted decía que acompañaba a su papá a Jardín Infantil. Sin duda, era un niño privilegiado.
Yo iba bastante al programa Jardín Infantil, y después mí papá me quiso introducir en el programa. Estuve en Jardín Infantil un tiempo; estuve como Trapito. Después, cuando ya me independicé, trabajé con McDonald’s en el espacio de McDonald con la señorita McDonald, y actuaba como Trapito. Yo era el representante de Ronald McDonald en El Salvador, pero siempre me maquillaba como Trapito. Toda cosa que McDonald’s quería hacer y Ronald McDonald no estaba disponible, yo la hacía.
¿Se vestía como Ronald McDonald?
No, yo simplemente era como un embajador o como un representante de él en El Salvador.
¿Le gustaba ir a Jardín Infantil?
Jardín Infantil, para mí, además de haber sido un programa educativo y entretenido, fue como una guerra,
porque a mí nunca me gustó la televisión como Trapito. Siempre pensé que, si llegaba a ser famoso y conocido, que fuera por mis propios méritos y no por la televisión. Así que yo iba a Jardín Infantil arrastrado, por decirlo así. Iba forzado. Yo participé en el programa entre los 12 y los 16 años. Nunca me gustó la televisión para hacerme fama. Por eso, cuando me dieron el espacio de McDonald’s ahí en Jardín Infantil con la señorita McDonald, solo íbamos por el espacio de cinco minutos. Solo entrábamos y salíamos. Siempre me he rehusado a la televisión para darme a conocer como Trapito.
¿No le gustaba departir con el elenco de payasos famosos que tenía el programa?
Sí, yo fui amigo de todos los payasos y de todos los personajes de Jardín Infantil. Primero estaban Miguelito y Pestañita, que no se maquillaban, y Chirajito y Rojito, que se maquillaban. Después de que se salió del programa Rojito, llegó en su lugar Prontito y después apareció Pizarrín. Yo compartía con todos ellos y Prontito. Cuando a mí me tocaba hacer comerciales, me enseñaban cómo hacerlos, cómo pararme, cómo moverme y cómo gritar: «¡Chibola o nada!».
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Aparte de estar en Jardín Infantil y con McDonald’s, ¿vivió otras experiencias?
Yo estuve y viví en un circo que se llamó Dimensión 77. Estuve viviendo seis meses ahí y aprendí y experimenté cosas del circo. Aprendí cómo armar un circo, cómo hacer nudos, aprendí malabares, aprendí trapecio. Aprendí también cómo actuar en una pista, cómo interactuar con la gente. Para mí, el circo fue una escuela superbuena.
Supongo que cargar con la fama de su papá es un peso grande.
Es un sombrero grande porque hay una doble reputación que hay que cuidar. Tengo que cuidar mi imagen y la imagen y la reputación de él. Como heredero de la marca Chirajito, es pesado porque tengo que cuidar mucho de ella. Trapito siempre ha sido el que ha mantenido la imagen de Chirajito, y eso ha sido bastante bueno de alguna manera, porque me ha abierto muchas puertas y también he podido ayudar a mucha gente.
¿En algún momento pasó por su mente que podría superar a su padre?
Sí he querido superar a Chirajito, he querido ser más que él, pero es bien difícil. Como Trapito he querido por lo menos llegar a la nariz de él, pero es bien difícil porque dejó un legado grande y es un personaje que viene de la calle. Él nació de la calle, nació de la inspiración de personajes grandes, y yo he intentado superarlo, pero no he podido.
Literalmente, le quedan grandes los zapatos de Chirajito.
Supergrandes. El sombrero de Chirajito no queda en mi cabeza. Me cubre.
A propósito, Chirajito está próximo a cumplir un año más de muerto en este mes.
Sí, 11 años de muerto.
¿Harán algo especial en familia para recordarlo?
Lo que hemos hecho es conmemorar el aniversario de él en el Parque Infantil cada 21 o 23, o el tercer domingo de enero, pero por cuestiones de la pandemia estamos pensando como familia qué vamos a hacer, porque no queremos acumular a mucha gente. El año pasado no hicimos nada en el Parque Infantil, sino que fuimos a donar camas, colchones y ropa, para recordar su fallecimiento. Este año también pensamos en hacer lo mismo.
Fuera de la pintura, ¿qué motivó a Rolando para marcharse a Australia?
Yo vine en 1990 acá a Australia y me motivó una curiosidad. Yo viví en México y estando ahí un amigo me dijo que Australia había abierto las puertas para quien quisiera irse, pero que tenían que ser profesionales. Y dije: me voy. Yo recién había terminado mis estudios en Psicología. Y, como te digo, me vine por una curiosidad. Ahí en El Salvador, no sé si te acuerdas, habíamos conocido a Skippy [un programa de TV], y esa fue mi curiosidad: conocer al
canguro Skippy. Entonces, yo venía acá por seis meses, seis meses se me hicieron seis años. Me hice ciudadano y seis años se me han hecho 30 años.
¿Qué tal es la vida en Australia?
Es buena. Tiene un buen sistema de salud y el sistema social que ayuda a la gente que está en desempleo. En cuanto al clima, te quemas por el sol o te congelas por el frío. No cae nieve. Hay bastante empleo y oportunidades para la gente.
¿Hay abundancia de trabajo para los cómicos?
Ahorita, para mí es poco, ya que trabajo a tiempo completo y también estudio, y eso me quita tiempo. Hubo un tiempo que como Trapito tuve bastante
demanda. Ahora, mi mercado está en la ciudad de Melbourne, que es otro estado.
¿Su mercado es latino o es inglés?
Tengo más mercado de habla inglesa que de habla hispana, desafortunadamente. La gente de habla inglesa conoce al payaso pasivo, que solamente llega a hacer la globoflexia o hace unas dos cositas y se va. El payaso salvadoreño como Trapito es loco, vive, comparte con la gente, baila con el niño, juega pelota con el niño, involucra a los padres a la recreación infantil. Contrario al payaso australiano, que si lo contratan para globoflexia solo hace globoflexia; para magia, solo trucos de magia, o solo saludar a los niños. Trapito es más completo. En una hora te hace miles de cosas.
¿Se considera exportador de la cultura salvadoreña?
Claro, la he importado bastante. Hago festejos en habla hispana también, y cuando hay festivales de habla hispana Trapito está ahí para hacer un trabajo bastante sátiro. Como Trapito he visitado todos los estados de Australia. He ido a Inglaterra, Japón, Nueva Zelanda y Suiza, y he llevado el mensaje salvadoreño. Nunca llevo la bandera físicamente, pero llevo la bandera de mi corazón y la comparto con la gente. La ventaja que tengo es que puedo dar el mensaje en español y en inglés.
Lo he visto en videos echando tortillas. ¿Quién es el tortillero: Rolando o Trapito?
Rolando. Me gusta hacer tortillas. He aprendido a hacer pupusas de chicharrón y también a hacer tamales; puedo hacer de elote y de pollo. Puedo, además, hacer pasteles, quesadillas y budín. Así que en mi tiempo libre hago eso. No lo hago para vender, sino para compartir con la familia y amigos. De esa forma mantengo viva nuestra cultura gastronómica y la comparto con la gente que no es de habla hispana.
Me decía que trabaja en un hospital psiquiátrico. ¿Aumentó el trabajo durante la pandemia?
Sí, he tenido muchísimo trabajo porque la gente se puso psicológicamente mal, con depresión. Se incrementó la violencia doméstica y la soledad de la gente, y necesitaba bastantes terapias. Como Rolando, director de la Fundación Chirajito, también tuve y tengo trabajos a los que yo llamo galladas, para recaudar dinero para la Fundación. Yo hago de todo: limpio casas, galeras, canales de casa, lavo carros, arreglo frenos de carro, pongo ladrillos y le hago a la plomería. Hago todo lo que caiga que me pueda generar dinero para ayudar a la fundación y mantenerla viva. Yo vivo de la enfermería, pero toda fiesta infantil que Trapito hace y todo el dinero de las galladas va a la fundación.
Usted tiene una fundación y ahora en El Salvador abunda el payaso en los buses. ¿Qué opina?
Mi forma de pensar sobre ese tema es que se ha desatado una ola de payasos y que realmente no hay preparación. Muchos solo se maquillan, y, claro, hay necesidad, porque en el país todos tienen necesidad y se merecen una oportunidad de trabajar, pero el solo maquillarse y subirse a un bus a contar chistes sin ninguna preparación es bastante negativo. Es bueno que el arte circense se expanda a diferentes lugares, pero yo recomiendo a todos los compañeros payasos nuevos, los de los buses y los de los parques, que pasen por el circo y que aprendan de un circo, porque ahí está la escuela. Esa es la universidad de nosotros.
Para ir cerrando la entrevista, ¿Quién le gusta ser más: Rolando o Trapito?
Trapito. Si la vida y la sociedad me permitieran maquillarme siete días a la semana, 24 horas al día, sería Trapito y sería el hombre más feliz del mundo. Me quedaría vestido de Trapito todo el santo día, porque como Rolando Alfaro la vida es bastante cruel, es bastante dura, hay que trabajar y a veces ponerse serio. A veces uno se enamora y el corazón se rompe. Y como Trapito disfruto la vida. No importa que llueva, que tiemble o que gane uno o el otro político. No me interesa. Lo que me interesa es ser feliz y hacer feliz a la gente como Trapito. Si Rolando tiene un problema, Trapito nunca lo sufre. Yo considero que Dios mandó al payaso para ser felices y dar felicidad, no para sufrir. Trapito es feliz, nunca ha sufrido. Los problemas de Rolando nunca han afectado a Trapito.