Su credo y la única forma de entenderse en el plano artístico es el teatro. Viven para esto y han levantado con solidez a una institución a fuerza de constancia y de romper paradigmas en 17 años. Con el tic tac por anunciar el año 18, La Bocha Teatro está más vigente, más fuerte y con un equipo que ha logrado escribir, actuar, dirigir y producir por sí mismo una obra. Este colectivo ya superó al compañerismo de trabajo, son familia, cómplices, íntimos, tal y como bautizaron a su último espectáculo. Dinora Alfaro, Óscar Guardado y Cuevas Álvarez son la tríada que, como líneas de un triángulo, encajan perfectamente.
A finales del año pasado platicamos con La Bocha, con las butacas del Teatro Nacional como testigos. Como a todos, la pandemia les cambió los planes que esperan retomar paulatinamente. En especial, su último y entrañable trabajo: «Ín.TIMOS», una comedia negra creada por Dinora (DA) y Óscar (ÓG), la primera que llevan a escena siendo los artífices de todo el proceso, con el acompañamiento técnico de Cuevas y la musicalización de Francisco Huguet.
Es una larga trayectoria. ¿Cómo se sobrevive a 17 años?
DA: A pura fuerza de teatro, que es lo que nos da las ganas.
OG: Lo que pasa es que tampoco es que uno se vaya poniendo la meta de sobrevivir.
Claro, no es como que decís queremos durar 20 o 25 años…
OG: Creo que también hay una onda de romanticismo o de victimización de los artistas, a veces, no siempre. Pero yo reconozco toda la bondad que el teatro nos ha dado, que significa viajar, sentarte en grandes escenarios, tener la oportunidad de tener un trabajo que no tiene la mara. En ese sentido, es superbondadoso. Por supuesto, hay momentos malos, bajos, la economía, los gobiernos y la falta de los apoyos, todo lo que significa que el artista es casi un paria, un marginado. En general, creo que las personas que nos dedicamos a las humanidades pasamos por esos lugares, pero sí, también es otra onda superemocionante irte de gira, ir a los festivales, conocer varios países. Entonces, yo, particularmente, nunca he sentido que haya sobrevivido a hacer teatro. Porque, por ejemplo, me junto con Dinora, que es una mujer que tiene un gran empuje profesional, que también estaba clara que quería hacer del teatro su vida; entonces, es mucho más fácil. No sé, mirá, todos estos años, personalmente, he vivido mi vida como artista escénico; además de La Bocha Teatro, trabajando para el gremio, para que las leyes sean mejores o justas, o que existan esas leyes para el sector artístico en general. Ahora, todo eso me ha traído sinsabores. Hoy por hoy, no hay un gobierno que uno pueda decir: «Sí, están haciendo algo por el arte». Eso no ha cambiado significativamente. Yo me he mantenido este tiempo con La Bocha haciendo, trabajando, luchando por derechos, pero no me siento que haya sobrevivo al teatro, porque es tan importante para mí. No sé lo que estaría haciendo ahorita sino fuera teatro.
DA: Me sumo también a esta manera de verlo, porque la verdad es que, independientemente de las circunstancias, yo no me veo haciendo otra cosa y no me veo siendo feliz y siendo plena haciendo lo que no me gusta. Mi perspectiva, desde que tomé la decisión de hacer teatro, era hacerlo, y no hemos parado y nos hemos dado el gusto de hacer lo que hemos querido. Los sueños que hemos tenido, hemos luchado hasta que los hemos puesto en escena y a mí eso me parece mucho más que sobrevivir. Creo que muchas veces las personas que nos dedicamos a las ciencias humanas y al arte estamos fuera de sistema, pareciera que estás al margen. Sin embargo, yo nos considero de los más dichosos y de los que realmente vivimos haciendo y cumpliendo con más y mayor conciencia que muchos otros que ya están dentro del sistema viviendo la vida, cobrando un sueldo. Para nosotros, cada proyecto es una apuesta. Y le entregamos todo y lo arriesgamos todo porque es un sueño que soñás con tus compañeros, pero hasta que no está en escena no sabés si eso va a resultar.
Les cambio la palabra: ¿cómo se disfrutan estos 17 años? ¿Cómo se mantiene vivo el colectivo? Para nadie es secreto que el medio artístico es bien complejo. Hay muchas ideas y mucho ego. ¿Cómo se disfrutan y se mantienen más vigentes? En el medio, La Bocha es una institución, se reconoce.
OG: Qué chivo se oyó eso [ríe]. Antes de eso que acabás de plantear, yo me puse a pensar que un joven teatrista que está ahora viviendo en una zona empobrecida y lee la entrevista y ve que nosotros no adolecemos el teatro sino que lo disfrutamos podría decir: «Esos cabrones cómo andan de gira, cómo andan en festivales», pero no, también nos comimos la mierda. Quiero decirte que nosotros venimos de donde vienen todos los artistas escénicos de este país. Yo trabajé hace unos años con Antonio Lemus Simún, y mucha plata y todo lo que tiene, pero don Antonio también se fue a comer la mierda a México, también tuvo que pararse con su familia, también sí que sufrió todo lo que arte significa. También fue marginado, también le dijeron que se iba a morir de hambre. Entonces, creo que es bien importante la constancia; creo que parte de disfrutar lo que hacés es estar constante. Hemos logrado hacer uno de los grupos más sólidos de este país y con reconocimiento centroamericano porque somos constantes. Nunca hemos dejado de producir un espectáculo dos años, nunca hemos dejado de estar de gira por Centroamérica, pero fuimos edecanes, no teníamos para pagar nuestro transporte nocturno.
DA: Creo que el disfrutar pasa por todo eso. Exactamente como la aventura de enrumbarte en un viaje y que de pronto el hotel al que llegás sí es bien chivo y cómodo y las sábanas huelen a flores y todo y sabés que es parte del viaje, pero también el siguiente día resulta que vas y te metiste en un charco y te mojaste y era litera chiquita y te entró en el agua. Es parte del viaje. Tenés que aceptarlo completo: los momentos de gloria y los momentos en los que estás con tu compañero en el piso y sabemos que algo va a surgir. Creo que muchas veces idealizamos el camino, pero también es una manera de sobrevivirlo, como decíamos al inicio, y además es la manera de visualizarlo después de asumir que todo esto viene desde adentro. Es como una necesidad tan fuerte que no la podés negar. Yo no me veo haciendo otra cosa ni me veo surcando otros caminos ni arando en otros terrenos. Por lo tanto, eso te da la certeza de decir que, con todo y todo lo que hemos vivido, yo no lo viviría distinto.
OG: Y el arte no es cómodo para absolutamente nada, y los gobiernos nos lo hacen menos cómodo. El arte sobrevive a pesar de los gobiernos, porque en nuestra región centroamericana no hay una estructura real de gobiernos que vos digás que hay un presupuesto digno, que hay planes específicos para los artistas. Entonces, también hemos sobrevivido a pesar de eso. Nunca, venga lo que venga, el teatro no se va a acabar. La historia nos dará un poco de razón en eso, seguirá haciéndose como en la guerra, como se hace en los países que se están derrumbando, como se hace en Irak, como lo hacían los titiriteros en la guerra aquí. Pero con lo que sí hay que pelear constantemente es con la desidia de gobiernos, de empresa privada. Si yo he luchado por algo en el teatro, luchar, luchar, que yo sienta que está en contra mía, son las estructuras sociales que no te reconocen. Por ejemplo, nosotros nunca hemos buscado asistencialismo. Lo que siempre hemos defendido en las luchas con todas las personas que tienen un poder es que no nos mantengan. Nosotros somos capaces, pero hágannos el camino más fácil. La Bocha es la realización mía como artista, las locuras que hemos hecho con Dinora, con el Cuevas.
El equipo se mantiene con los tres…
OG: Hace ocho años está Cuevas Álvarez con nosotros. Siempre quisimos mantener a La Bocha con tres personas porque es mucho más fácil para viajar, son menos boletos, te queda más plata, porque te repartís los panes y los peces entre menos [ríe].
DA: Esa es estrategia la de sobrevivir [todos reímos]. Nuestros espectáculos también están girados a eso: a que no tengan la gran parafernalia, que se puedan mover.
¿Qué tiene el teatro, qué tienen ustedes, que suman trayectoria? ¿Es un tema de decisión personal o el teatro mismo los lleva a eso?
DA: Fíjate que, si analizamos los grupos que han persistido y si vamos a cada uno de ellos, se han constituido como una familia, porque se construye ese tipo de relación. El mismo hecho teatral no es posible si no tenés confianza. Es decir, yo prácticamente puedo decir que tengo más confianza con Óscar que con cualquier otra persona en el mundo cuando hablamos de estar, sudar, llorar, saber sus verdades, sus cosas no tan bonitas, aguantar su peso… En escena es todo. Entonces, creo que el teatro te permite hacer eso: ir más allá de la relación cotidiana, de estar sentado allí y yo aquí, que no lo da la pintura y la literatura. Pero el teatro al final o te destruye, porque hay muchos, como los matrimonios, que dicen: «No nos aguantamos» y se divorcian, pero si vemos algún factor que yo podría decir que tienen en común es que sentís familia, que están bien cohesionados ya de tantos años. Además, eso se ve en escena de cómo hay química.
OG: Eso se lo ves a los Moby Dick, que son gente bien unida; a los del Quinto Piso, que son gente hermanada por el sufrimiento, el goce, el vómito, la súplica, el reclamo, se lo ves en sus espectáculos. Por otro lado, de sobrevivencia económica, es que también en el teatro siguen existiendo esas cosas de hace 150 años que te da un estatus al espectador: «Como vos vas al teatro, levantás el meñique para tomar té». Te da un cierto estatus como ir a oír a la sinfónica. Y esa ilusión de estatus socialmente hace que la gente también se enamore. No le pasa eso a la literatura. Tenemos esa pequeña ventaja a la hora de adquisición de público, porque la gente puede enamorarse desde otros lugares; en cambio, la literatura es mucho más difícil, aunque igual de bella, igual de importante, pero tiene muchas desventajas. Siempre los talleres están asociados a la vagancia, al licor; entonces, hay como bastantes ingredientes que son injustos como para algo tan importante como un taller literario.
DA: Creo que otra parte es la necesidad. Nosotros, en el teatro, nos necesitamos el uno al otro. Es muy difícil trabajar vos solito; en cambio, quien escribe puede trabajar solo: «Mirá, si no me llevo bien con vos, prefiero ir y producir en mi casa». Si nosotros vemos las diferentes disciplinas artísticas, si hay algo que caracteriza al teatro es que te enseña a trabajar en equipo. Si no sos capaz de trabajar en equipo, es muy difícil sobrevivir en esta carrera.
OG: También se banalizan los temas, porque cuando la ONU declaró la cultura de paz, montón de artistas comenzaron a trabajar ese tema, porque les iba a dar bolas, y banalizan cosas bien importantes como los feminicidios, las violaciones. Banalizan su obra con temas de moda. Nos pasa que la agenda de los estados se pone por delante y se prostituye la obra. No nos pasa a Dinora, a mí o a La Bocha, en general, que no sacamos espectáculos de moda; hablamos lo que nos duele, de lo que necesitamos hacer, de lo que queremos vomitar, pero no estamos pensando qué ONG nos va a financiar, porque creemos que eso es traicionarnos. Si alguna vez hemos tenido financiamiento, porque en estos 17 años hemos tenido dos financiamientos, todo lo demás es parte de Dinora y mía, y las ganancias [las dividimos] mitad y mitad, le pagamos a nuestro técnico y ya.
Rompieron esquema desde la formación, humor negro, la técnica «clown» y lo han dicho antes: «Queremos que el espectáculo sea la actuación y no la parafernalia del escenario». ¿Cómo se rompe esquema? ¿Cómo establecieron una forma de hacer teatro que es muy propia, pero que no era la costumbre?
DA: El principal miedo, si es que hay que hablar de alguno, era el público, porque muchas veces, por ejemplo, en el Teatro Poma la gente estaba acostumbrada, en aquellos años, a ver un gran escenario, y de pronto nosotros nos estábamos planteando un espectáculo solo con los espectadores, una cortina blanca o algo así. Quizá al principio el temor de romper con esto podría ser: «¿Cómo lo va a tomar el público?». Sin embargo, siempre hay que tomar el riesgo. Lo haremos y si es bien aceptado, bailaremos, y si es rechazado, bailaremos [ríe], porque siempre bailamos. Y estamos claros de eso. Por eso mismo procuramos no meternos en deudas que no vamos a pagar. Normalmente, todos nuestros espectáculos están previamente pagados; es decir, este dinerito ya lo ahorré. Si yo me lo gasto, que si a la gente no le gusta y no llega nadie, no voy a cambiar en el camino para que retorne ni vas a quedar endeudado. Eso es lo que te hace ir a un Teatro Poma y no llevar escenografía y decir que serán los cuerpos de los artistas los que defiendan el espectáculo, con la actuación, porque somos actores y para nosotros es sumamente importante que se valore el trabajo del actor y que se vea en escena, que sea él el que transforma el espacio, que sea él el que transmita las emociones. Luego sí te apoyás de luces y de música y todo, pero la esencia es el actor. Ahora ese temor ya no lo tenemos. Creo que la gente, cuando va a ver un espectáculo de La Bocha Teatro, se puede esperar cualquier cosa, pero no una gran parafernalia en el espectáculo.
«Lo que sí rechazamos un montón es la idea del director-profesor, de la directora-maestra. Desde luego que son personas que admiramos muchísimo».
Óscar Guardado, actor.
OG: Nosotros decidimos de manera bastante inconsciente no tener una directora o director fijo porque no estamos casados con un lenguaje, no tenemos una forma de actuar. Si algo nos atraviesa es la técnica «clown», porque nos gusta mucho la sinceridad del payaso frente al público, que es tierno, que es directo, que es un niño o niña que no anda con paja; eso es importante. Pero no digamos si somos stanislavskianos, si somos de Grotowski… qué se yo. No tenemos esa línea, pero mucho nos permea también el director que nos acompaña en cada momento. Por otro lado, pensaba en el espectáculo de «Ín.TIMOS», que fue el último en el que tuvimos un maravilloso acompañamiento de parte de Francisco Huguet, que es un cabrón, es un compositor y músico extraordinario, es creador de espacios sonoros, es tan sensible e inteligente que de repente es espectacular y va moldeando un poco la obra. El trabajo de Cuevas, que es la iluminación y escenografía, que tiene un punto de vista artístico y sensible, es decir, la luz no sale por aparecer, sino que todo tiene significado.
¿Cómo es no tener un director fijo? ¿Cómo se va escogiendo con cada proyecto? ¿Eso también los hace a ustedes renovarse y no acomodarse ni tener los vicios de cualquier actividad repetitiva?
DA: En principio, una de las cosas que perseguíamos era que cada experiencia en cada espectáculo nos renovara, nos diera nuevas experiencias, que fuera como una aventura distinta, y sabíamos que estar con un solo director, a menos que todos vamos viajando y se va transformando la visión del teatro, pues tenés ese riesgo a quedarte con una forma de hacer. Entonces, creo que nosotros al final nos vamos construyendo. Somos el resultado de todas esas experiencias. Cada director nos ha ido dejando algo, hemos ido aprendiendo, hemos tratado de desaprender otras, y eso al final va a ser La Bocha Teatro: la construcción de ese cúmulo de experiencias. Para mí, si me lo preguntás, es sumamente excitante el trabajo, porque cada vez te enfrentás a una nueva forma. Porque si hay algo que defendemos es el trabajo creador del actor; entonces, la propuesta termina siendo la amalgama de las propuestas de con qué idea me viene el director y cómo respondemos a esa propuesta y qué surge de eso. Es bien emocionante. No te podés acomodar.
OG: Lo que sí rechazamos un montón es la idea del director-profesor, de la directora-maestra. Desde luego que son personas que admiramos muchísimo y respetamos, pero siempre planteamos una relación horizontal donde el director o la directora no sean más que la actriz o el actor, no más que el técnico, sino tener relaciones horizontales en el espectáculo. Porque a veces se crea la figura del director como «el amo y señor de los espectáculos» y que hasta te dice cómo hacer las cosas. Eso lo rechazamos y eso nos ha servido mucho porque nosotros contratamos a los directores, no pedimos colaboración. Nosotros no pedimos favores. Nos hemos negado desde siempre a decir que nos den espacio o canje, que es bien común. Cuando fuimos a Colombia de gira pedimos los pasajes, pero a cambio de clases de teatro o de espectáculos. Siempre pagamos el trabajo de las personas, y eso es también con el director. Es un punto de honor. Cuál es el futuro, tomando en consideración la pandemia. ¿Qué se quedó trabado? ¿Qué se va a retomar? ¿Qué están haciendo?
DA: Lo primero es remontar nuestro trabajo de «Ín.TIMOS», porque solo hemos hecho una temporada en el Poma, y para nosotros es un espectáculo sumamente importante porque por primera vez escribimos el texto entre los dos, lo dirigimos entre los dos y lo actuamos entre los dos. Ya había pasado en dirección y actuación, pero no dramaturgia. Para nosotros era importante promoverlo, pero no se pudo. Vamos a retomarlo en el 2021, en la medida en que la situación cambie, y una vez que hayamos arrancado con «Ín. Timos», a ponernos a pensar. Nuestros espectáculos surgen de lo que anda en nuestra intimidad, las necesidades que vamos sintiendo, y cuando coincidimos, entonces, ese puede ser el siguiente.
La más reciente producción es
«Ín.TIMOS», que será retomada este año. Foto/ Cortesía René Figueroa.
¿En este «impasse» por la pandemia aún no ha surgido eso?
DA: Ha surgido mucho pensamiento. Creo que este período raro de la historia es sumamente importante, y para los artistas, para todos, ha sido un momento que va a ser histórico. Seguramente muchas cosas maravillosas van a surgir de este momento. Va a existir un momento en el que podamos decir: «Es sobre esto que vamos a trabajar», porque todos los procesos creativos mientras los estás viviendo sabés que de esto va a surgir algo, pero hasta que llega el momento.
OG: También es que teníamos una vida hasta enero de 2020. Estábamos bien ocupados haciendo de cuatro a cinco espectáculos por año, siendo actores invitados, las giras, las temporadas, y creo que fue bueno descansar. No fue buena la coyuntura, pero particularmente yo sentí que no me hizo falta ensayar nada. Yo no estaba nostálgico, sino que estaba bien cansado de presentarme, de ensayos. Por más que lo ame, también hay que descansar.
¿Retomarán «Ín.TIMOS» y buscarán giras?
DA: Se nos quedó una gira para Guatemala con «Ín.TIMOS» que esperamos retomarla, la temporada con el Poma. Habíamos enviado una invitación para algunos festivales, pero todo quedó allí. Ahorita no estamos tan apurados porque creo que ha sido más un espacio para la reflexión.
OG: También está un proyecto que tenemos con Argentina, Costa Rica, Uruguay y El Salvador; es una producción en conjunto. Ya produjimos un espectáculo antes, que era «Supermán», en 2018, y nos volvimos a juntar para otro espectáculo con otro formato para el 2021.
«Ín.TIMOS” es el resultado de escribir a dos manos, a dos corazones y dos cerebros una sola historia que habla de lo que querés, que satisfaga a ambos».
Dinora Alfaro, actriz.
Si pudieran condensar en uno o en dos el momento que fue culmen para cada uno en estos 17 años, ¿cuál sería?
DA: Para mí, uno que fue «full» fue cuando terminamos de escribir «Ín. TIMOS», en 2019. Nos encerramos en unas vacaciones que íbamos con la incógnita de: «Cuando regresemos traeremos el texto terminado», y el reto de escribir a dos manos, a dos corazones y dos cerebros una sola historia que hable de lo que querés, que satisfaga a ambos lo que escribimos. La verdad es que cuando terminamos, fue un domingo, ¡creí que éramos poderosos, creí que podíamos hacerlo todo!
OG: Sí, lo que pasa es que «Ín. TIMOS» es especial porque es un espectáculo hecho totalmente en casa, desde dentro de nosotros. ¡Puta, y que llenaran el teatro en toda la temporada es como: «Esta mara está pagando por una obra propia»!
DA: Que ya uno dice que vienen por el texto, por la dirección. Entonces, empezás a creer: «Sí, quizá les gusta lo que hacemos». No solo es por el texto o el autor.
OG: Hay que decir que una señora vino y dijo que devolvió las entradas. A mí eso me pareció fantástico. Esta señora es fan de nosotros y ella dijo: «He visto todos los espectáculos… ¿y esto?». Que alguien me dijera esto me gustó porque también fue parte de lo lindo de «Ín.TIMOS» que ella tuviera su voz. Mi recuerdo: yo amo Belice y he trabajado desde la gremialidad por la integración de Centroamérica. Este es en un país centroamericano y trabajo en un proyecto centroamericano hace 16 años. Cuando fuimos la primera vez a Belice en condiciones bien jodidas, que no es el gran hotel, que no son los grandes escenarios, me gustó mucho. Me sentí orgulloso de llevar teatro a Belice y que dijéramos: «Somos centroamericanos», porque es un país de la región para mí; me sentí orgulloso. Nosotros allanamos el camino para que los compañeros llegaran a Belice.