La primera mitad del año ha sido fascinante, grandes eventos han sucedido, pero, en especial, lo más alentador ha sido el avance frente a la pandemia. Más de 2,400 millones de dosis se han aplicado alrededor del mundo y, en los países donde se avanza exitosamente con las campañas de vacunación, se observa una clara tendencia bajista, tanto en número de casos como en el número de decesos diarios. Esto nos indica que el final de la crisis de la COVID-19, afortunadamente, cada vez está más cerca.
Lo anterior ha permitido que el mundo continúe su proceso de reapertura económica e incluso las perspectivas de crecimiento económico se han revisado al alza.
Por ejemplo, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) recientemente actualizó sus proyecciones y elevó el crecimiento económico esperado para el mundo hasta 5.8 % en 2021, frente al 4.2 % estimado en diciembre de 2020. Una revisión de 1.6 % es muy fuerte, pero argumentada en las campañas de vacunación y en los programas de estímulo monetario y fiscal sin precedentes, en especial en Estados Unidos.
Aunque en términos generales 2021 efectivamente ha logrado ser un año de crecimiento económico global, este será totalmente desigual. No es una recuperación normal, pues no todos van al mismo ritmo.
Países como Corea del Sur y Estados Unidos alcanzarán niveles prepandemia de ingresos per cápita en la segunda mitad del año, acumulando 18 meses de recuperación. Se espera que la mayoría de los países europeos alcancen dichos niveles en tres años y en Latinoamérica y Sudáfrica podrían tardar entre tres y cinco años.
De acuerdo con la OCDE, esto se debe en gran parte a que el desempeño económico depende de la efectividad de los programas de vacunación, las políticas de salud pública y la capacidad fiscal y monetaria de reacción.
Por otra parte, otro de los principales temas que ha estado presente ha sido el retorno de la inflación, especialmente en Estados Unidos. De acuerdo con los datos más recientes, la inflación en EE. UU. alcanzó el 5 % en mayo, su nivel más alto desde julio de 2008. Aún más sorprendente fue la inflación núcleo, que excluye los componentes volátiles como alimentos y energía, que llegó a 3.8 %, su mayor nivel en 30 años.
Con estas cifras los inversionistas se preguntan si realmente se observa un cambio de régimen, pues durante los últimos 20 años el mundo ha estado preocupado por un escenario de deflación.
Todo parece indicar que la respuesta es que no. Gran parte del aumento de precios parece ser temporal, debido a las distorsiones causadas por la crisis de la COVID-19, los costos de reapertura y las afectaciones en la cadena de producción. Por ejemplo, el alquiler/compra de autos usados, tiquetes aéreos y hoteles explican en 50 % del aumento de la inflación en mayo, algo totalmente temporal, pues a medida que la economía vuelva a niveles de producción más «normales», tenderán a disminuir. Son efectos que solo se dan una vez y se disipan en el tiempo.
Por esta razón los bancos centrales han insistido en que el aumento de precios es temporal, no estructural, y por lo tanto permite que sus posiciones ultralaxas de política monetaria se mantengan.
Es más, la segunda mitad del año será una prueba de fuego para la credibilidad de los bancos centrales, pues si la inflación no desacelera, se podrían ver forzados a reversar sus políticas flexibles y poner en apuros a los mercados.
Ahora bien, ¿cómo ha impactado e impactará lo comentado en los mercados?
En lo corrido del año, el top tres de los mejores activos en USD fueron del sector inmobiliario (índice FTSE NAREIT +24 %), seguido por las materias primas (índice Bloomberg Commodity +21.6 %) y finalmente la renta variable global (índice MSCI All Country World +12.2 %). Por el contrario, los activos con peor desempeño fueron los bonos más seguros, como los soberanos y corporativos con grado de inversión, que presentan pérdidas de alrededor del -3.4 %.
Es muy probable que esta dinámica en la que los inversionistas prefieren las acciones sobre los bonos, lo cíclico versus lo defensivo, el valor versus el crecimiento, el riesgo de crédito sobre la duración se mantenga; sin embargo, a medida que nos acercamos a 2022 con una economía global más normalizada, se puede dar un giro de 180°, pues la economía solo se reabre una vez.