Alberto Díaz Zelaya, de 101 años, es un pintor y escritor de Estanzuelas, Usulután, quien, a pesar de su avanzada edad, continúa dedicando su vida a las artes. El 15 de febrero de este año, el artista fue homenajeado por la Asamblea Legislativa como Hijo Meritísimo de El Salvador, un título que llenó de alegría y satisfacción a Zelaya.
«Siento que no he vivido en vano. Cuando sentía que iba a ser un desconocido y que iba a terminar la vida en este lugar apartado y silencioso, me dijeron que me darían el homenaje de la Asamblea Legislativa» dijo Zelaya. También, manifestó que desde que era pequeño mantiene fascinación y facilidad para el dibujo y la pintura.
Comentó que a los seis años percibía figuras en todo lo que veía. «Mi madre se preocupaba porque me consideraba alucinado. Cuando me matriculó en la escuela le dijo mi problema a un profesor y él me dio papel y lápiz y me puso a dibujar; entonces el maestro le dijo a mi madre: Toñita, no se preocupe, su hijo no está loco, sino que ha nacido dibujante», contó el artista. Un año más tarde, su madre lo llevó a estudiar a San Salvador en donde casualmente el pintor español Valero Lecha lo vio pintando un maniquí y le prometió enseñarle a pintar gratis.
«Pasé seis años en ese afán, y cuando terminé mis estudios de pintura, deseé pintar sobre todos los temas, pero necesitaba instruirme y no tenía oportunidad de ir a la universidad, por lo que tomé actitud de autodidacta», narró Zelaya.
El artista vivió en México durante dos años y ahí de forma autodidacta aprendió sobre temas de humanismo, historia, filosofía, estética y política; hasta que decidió que había aprendido lo suficiente y volvió a su país.
«Llegué tiñendo la noche a Estanzuelas a pie y cuando estaba en la plaza polvorienta de aquel tiempo, me hinqué y dije: ya estoy aquí, ya vine, ya puedo pintar y quiero pintar a las señoritas que vi en mi niñez. Nadie me respondió», contó el pintor.
Desde aproximadamente los 25 años que regresó a El Salvador, se quedó en Estanzuelas en donde se dedicó a pintar sobre diferentes temas, como la evolución humana, la revolución, los momentos históricos del país, entre otros. Zelaya nunca pensó en dejar el arte, aún con su edad ha seguido pintando y planea continuar haciéndolo. «Quiero morir con mi paleta y mis pinceles en la mano», expresó.
Su hijo, Héctor Alberto Díaz, expresó que se siente satisfecho y orgulloso por el reconocimiento que su padre ha recibido. «Él siempre ha pasado escribiendo, pintando y trabajando; en los momentos en los que no ha pintado, se ha dedicado a cultivar la tierra», dijo Héctor.