El ruido de los mercados a corto plazo es abrumador, ¿no es cierto?
Pareciera que el mundo se hunde y que el bitcóin lo acompaña fríamente hacia el abismo. El caos reina en las portadas mundiales de periódicos financieros. Los inversores retail se deshacen velozmente de sus tenencias en bitcoines, y da igual si incurren en pérdidas. Lo importante es que la gente de deshaga lo antes posible de sus bitcoines y que el precio siga lateralizando y absorbiendo toda esa oferta.
Aquí vemos la confusión de algunos inversores, que confunden su horizonte de inversión con el de los demás. Siempre hay personas que miran el bitcóin como un activo, planean tenerlo durante una temporada y, eventualmente, venderlo. Eso no está mal, es normal retirar beneficios paulatinamente. Sin embargo, no debe perderse de vista el aspecto filosófico fundamental del bitcóin: es un mejor dinero que los billetes bancarios. No debe caerse en la trampa de marketing de los bancos comerciales o bancos de inversión, que alegan el hundimiento total y absoluto del bitcóin. Porque mientras sacuden el árbol, ellos hacen un promedio de coste monetario adquiriendo cada vez más bitcoines a más bajo costo. La intención real de las instituciones financieras es la siguiente: desean que la base de su inversión se sitúe en un precio extremadamente bajo para poder multiplicar exponencialmente sus beneficios. Esto lo consiguen mediante derivados financieros (especialmente futuros y opciones). Pretenden tumbar el precio con estos instrumentos financieros ya que permiten un alto apalancamiento, tanto de pérdidas como de ganancias, cuestión que no sucede al comprar bitcoines por medio del mercado «spot», ya que estaríamos hablando de la multiplicación simple de nuestro dinero, sin apalancarnos.
La FED ha expresado que la inflación será un fenómeno temporal de aproximadamente cuatro años. Ante esta situación el mundo tiene dos alternativas: creerles o cubrirse. Si uno opta por creerles estaría bien seguir por la vida como si nada, creyendo que es el Gobierno el que aumenta el precio del combustible o que es el Gobierno el que aumenta el precio de la canasta básica. La primera postura planteada denota tanto arrogancia como ignorancia. Arrogancia porque se asume lo desconocido por lo conocido, que no necesariamente es cierto. El coste de la vida no sube porque el Gobierno aumente los precios, sino porque vivimos en un mundo donde el mercado manda. La otra opción, cubrirnos contra la inflación, incluye comprar bienes raíces, vender bonos, ya que en un escenario de alta inflación la rentabilidad de los bonos desaparece porque dicha inflación la consume. Sin embargo, otra alternativa a la crisis es el bitcóin, acumular ya sea bitcoines enteros o satoshis. Da igual el nivel de exposición que una persona tenga de cara al futuro. La idea es tratar de imitar la misma estrategia de los inversores institucionales: hacer un promedio de costo monetario acorde con nuestra capacidad adquisitiva.
Estamos en un momento extremadamente bueno para comprar bitcoines o acumular satoshis. Hay que hacer lo contrario de lo que indican los grandes bancos de inversión, porque ellos simplemente no están vendiendo bitcoines, sino comprando. Ellos saben que dentro de 30 años un bitcóin no valdrá menos de $ 500,000.