Adultos mayores sin familia, que se han jubilado y aquellos que no tienen donde vivir han encontrado en la Fundación Salvadoreña de la Tercera Edad (Fusate) un hogar en el que desarrollan actividades recreativas, físicas, educacionales, y donde nunca les falta una buena alimentación.
Los centros de Fusate no son un asilo, pero ofrecen a los adultos mayores que lo necesitan, y que así lo quieren, un sitio donde pasar el día o la noche de manera tranquila, recreativa y cómoda.

Fusate tiene en el país ocho centros integrales de día (CID) que abren de 8 de la mañana a 5 de la tarde y ofrecen desayunos, refrigerios y almuerzos gratis.
Los adultos mayores llegan a la hora y el día que desean para comer, reciben terapia física, ocupacional, recreativa, participan en programas educativos y obtienen atención médica sin pagar ninguna cantidad de dinero.

Asimismo, la fundación tiene dos CID y dormitorios nocturnos, donde los adultos mayores pueden pasar tanto el día como la noche y salir en el momento en que ellos lo requieran. También hay 14 filiales y 92 subfiliales a escala nacional.
Fusate tiene sus CID en San Salvador, Sonsonate, La Libertad y La Paz. Sus dos CID y dormitorios están ubicados en Santa Tecla (La Libertad) y San Miguelito (San Salvador).

En la 1.ª calle poniente y la 10.ª aveni[1]da norte de Santa Tecla se encuentra uno de los dos sitios que funcionan como CID y dormitorios de Fusate, donde viven un promedio de 39 adultos mayores.
La mayoría ha llegado por su propia voluntad debido a que no tiene una vivienda ni familia que los acoja, tal es el caso de Lilian Gómez, una ciudadana de 74 años, originaria de Santa Tecla, que huyó de su casa donde vivía con su hijo, que tenía problemas con el alcohol.

«Un día en la madrugada, comunicándome con Dios, me acordé de este lugar [Fusate] y yo dije: “Voy a ir y voy a decir la verdad, que no puedo vivir con mi familia”, y me vine. Bien amablemente me recibieron. Lo primero que pregunté es si se pagaba y me dijeron que no; ahora ya llevo un año de estar aquí y me siento bien, porque el ambiente uno lo pone», contó Lilian a «Diario El Salvador».
Del mismo modo, Abraham Martínez, de 70 años, proveniente de Sonsonate, llegó de manera voluntaria al CID y dormitorio de Santa Tecla, luego de regresar de Estados Unidos para buscar a su familia en Sonsonate y no contar con el recibimiento que esperaba.
«Cuando uno está en los momentos más difíciles hasta la familia le da la espalda. Yo me sentía solo y ahí fue que recurrí a Fusate. Recién venido de Estados Unidos en 2019, una familiar me llevó a Fusate de Sonsonate, donde solo sirven desayuno y almuerzo [porque era centro de día], y luego me mandaron para acá porque no tenían donde dormir», explicó.

Gabriela Tobar, encargada del CID y dormitorio en Santa Tecla, comentó a «Diario El Salvador» que hay casos de adultos mayores que son llevados por su familia, ya que no pueden cuidarlos. En Fusate los reciben siempre y cuando cumplan los requisitos, como ser mayor de 65 años, que pueda valerse por sí mismo, pues no es un asilo y, por lo tanto, no brinda atención personalizada, y el último requisito es que aprueben el chequeo médico de salud mental.
Tobar explicó que hay una diferencia grande entre los CID y dormitorios y los sitios de Fusate que solo son CID, «porque a los centros de día [CID] llegan abuelitos superpotentes, que les encanta pasar ocupados, pero que tienen sus casitas. Acá en el dormitorio es diferente porque son adultos mayores sin familia o que ya no tienen la fuerza para hacer tantas actividades», comentó.
En la lotificación San Pablo, dentro del polideportivo Carlos «el Famoso» Hernández, en Soyapango, departamento de San Salvador, se encuentra el CID de Fusate, donde desde las 8 de la mañana abre sus puertas para recibir a un promedio de 120 personas al día, según su administrador, Mario Hernández.
La mayoría de los adultos mayores que llega a este CID son personas que tras su jubilación o retirarse de trabajos que desempeñaron por décadas padecieron depresión y ansiedad, por lo que buscaron un sitio para mantener un ritmo de vida activo, hacer nuevas amistades y disfrutar de su tiempo libre.
Concepción Murillo, habitante de Ilopango, se jubiló en 2003 y decidió asistir al CID de Soyapango para mantenerse ocupada.
«Aquí uno se distrae en vez de estar en la casa uno solo, viendo la televisión, mejor nos venimos y aquí nos distraemos platicando, jugando, bailando, vamos a excursiones y la pasamos bien. Me he sentido bien, no me quedo en casa. Acá jugamos la lotería, hacemos aeróbicos, y los martes y los viernes bailamos en la tarde después del almuerzo», comentó.