«Once personas se suicidan al día en España, va aumentando y no se toman realmente» medidas, lamenta Victoria de la Serna, quien once años después del suicidio de su hijo se indigna por la falta de prevención ante este tema todavía tabú en España.
A su lado, su hija María Fernández-Cavada, de 31 años, dice que, a diferencia de los suicidios, los accidentes de tráfico y los feminicidios son objeto de numerosas campañas de prevención y sus cifras han disminuido en los últimos años en España.
«La muerte de por sí es un tema tabú» y si es por suicidio «se hace más difícil (…) Es como una bomba atómica que arrasa con tu familia», señala, mientras observa unas fotos de su hermano.
Con unos ocho suicidios por cada 100,000 habitantes al año, según las últimas cifras oficiales, España se sitúa por debajo de la media europea (11,3 en 2019, según el Banco Mundial).
Pero mientras la cifra europea lleva 20 años cayendo, en España va en aumento, sin que esto se explique por el impacto de la pandemia o las redes sociales, ni por los niveles de ansiedad o pobreza de la población.
En 2022 se alcanzó un nuevo récord, 4,097 suicidios, frente a los 3,371 en 2002.
Las cifras oficiales «están claramente infraestimadas», a juicio del psicólogo clínico Javier Jiménez, presidente honorario de la asociación de prevención del suicidio RedAIPIS-FAeDS.
Según él, no cuentan como suicidio muchas de las 8,000 muertes registradas como accidentales cada año por la falta de «autopsias psicológicas».
«Los otros países llevan mejor las estadísticas porque no hay tanto tabú, no hay tanto estigma», dice el especialista, quien recuerda la herencia de la religión católica, que condena el suicidio.
Critica también la prescripción casi sistemática de medicamentos y la dificultad de acceder a un tratamiento tanto por el costo como por la falta de terapeutas.