Una vez el presidente Nayib Bukele anunció el plan de convertir el bitcóin en una moneda de curso legal en El Salvador, salió la oposición a tratar de desacreditar un proyecto que atraerá inversión y dará libertad financiera a la gran mayoría de los ciudadanos que están fuera del sistema bancario nacional.
El aparato de desinformación de la oposición —entre los que se cuentan medios tradicionales y publicaciones en línea— sacó a sus «analistas todólogos», «economistas prepago» y una horda de «especialistas» para tratar de desvirtuar un proyecto que únicamente afecta a los mismos de siempre, preocupados por llevar todos los recursos del Estado hacia sus amos financieros.
La tecnología de cadena de bloques —«blockchain», en inglés— está detrás del bitcóin, pero también se utiliza para otros campos, como la seguridad informática e incluso para hacer invulnerables los sistemas electorales. En el caso de las criptomonedas, y el bitcóin en particular, eso las hace sumamente seguras y permite a sus usuarios no depender de instituciones financieras, privadas o públicas. Algunos de estos «pensadores» cuestionan que la naturaleza descentralizada del bitcóin está en contra de la adopción como moneda de curso legal en el país, pues esto centralizará la moneda. Pero no hay nada más lejos de la realidad. El bitcóin existe y lo que El Salvador está haciendo es adaptarse a ese «ecosistema» digital, dándoles a sus ciudadanos la oportunidad de insertarse de manera privilegiada en la nueva economía mundial.
Como parte de la promoción del uso del bitcóin como moneda de curso legal en el país, el Gobierno lanzará su propia billetera electrónica, o «wallet», como es conocida en la jerga informática. Se trata de Chivo, una aplicación en la que los usuarios podrán guardar el dinero que utilizarán para un sinfín de actividades comerciales. De ningún modo Chivo tendrá un monopolio, pues habrá centenares de opciones, pero será la única en la que el Gobierno salvadoreño garantizará mejores condiciones, al eliminar comisiones por uso o por transacciones. Los usuarios de tarjetas de débito en la banca nacional saben que incluso por no mover su dinero pagan al emisor, o por hacer consultas de sus cuentas y hasta por tener el plástico de la tarjeta. Esto está superado con Chivo y el garante es el Estado, cuyo único objetivo con esta aplicación es incentivar el uso de la criptomoneda en la economía nacional.
Los ataques del aparato desinformativo no cesarán, pero son una muestra palpable de que las cosas están cambiando en El Salvador y de que los cambios son profundos, en favor de la mayoría y en detrimento de pequeños grupos de poder.