El proyecto de presupuesto de 2021 se encuentra en estudio en la Asamblea Legislativa. En el ramo de Educación, el monto que se solicita es de $1,320,400,000, que representa un 5 % del producto interno bruto (PIB). Es la mayor inversión en educación en la historia del país.
En El Salvador, el porcentaje del PIB destinado a educación a lo largo del tiempo no ha llegado ni al 4 %. El Marco de Acción para la Educación 2030 propuso a escala internacional dos patrones como puntos de referencia cruciales para mejorar la educación: destinar al menos de un 4 % a un 6 % del PIB a la educación y/o destinar al menos de un 15 % a un 20 % del gasto público a la educación. Realmente, la meta a futuro tendría que ser garantizar que en el presupuesto general de la nación se consigne una asignación no menor del 6 % del producto interno bruto para educación, como resultado de una reforma a la Constitución.
La propuesta de presupuesto para 2021 tiene un aumento de $281.1 millones, dicha cifra se anuncia que será destinada para buscar la superación de al menos tres brechas; la primera de ellas es la digital. Miles de menores están excluidos de la educación telemática. De los 863,854 hogares salvadoreños con estudiantes menores de 18 años es revelador: 1) El 75 % no tiene acceso a internet (en el área rural ese porcentaje sube al 94 %). 2) El 81 % no tiene computadora. Sin conectividad y sin computadoras, es imposible impulsar el nuevo modelo educativo surgido de la pandemia.
La segunda brecha es la referente a la infraestructura escolar. La falta de recursos para la mejora de los centros educativos ha sido históricamente una de las restricciones principales para que los niños y adolescentes en edad escolar tengan la oportunidad de acceder a la educación y contar con condiciones de calidad. Por hoy, el desafío es dotar a los centros escolares de instalaciones seguras y funcionales, que cumplan los requisitos de salud, pedagógicos, de infraestructura, mobiliario y equipo. Son 5,180 centros educativos y solo el 43 % de estos se encuentra en buenas condiciones.
La calidad de los aprendizajes es la tercera brecha que se busca resolver. Hay que reconocer el esfuerzo significativo que han hecho los docentes para atender la emergencia. Se ha garantizado la continuidad educativa, pero no siempre se ha logrado contener todas las dificultades de aprendizaje, lo cual, si se prolonga la emergencia, tendrá mayor impacto.
La educación se encamina a la convergencia de la modalidad presencial con la modalidad a distancia, en las que se combinarán diferentes estrategias educativas y la tecnología se convertirá en un recurso que mediará en el aprendizaje, lo potenciará y lo acompañará.
El magisterio debe estar preparado para una nueva realidad en la que el aprendizaje y los elementos tecnológicos le permitan llevar a cabo sesiones presenciales y virtuales mediante la utilización de distintas plataformas, en donde establecerán espacios de interacción con los estudiantes de manera presencial y a distancia, con tiempos de interacción sincrónica y asincrónica.
El Salvador necesita docentes que enseñen a pensar, a descubrir, a formular, a producir conocimiento a sus estudiantes; se necesitan maestros de vida que pongan en el centro de su vocación los valores humanos, porque solo así esta tendrá sentido y podrá recobrar el lugar social que le corresponde al lado de los transformadores de la sociedad, y para lograrlo es necesario invertir más en educación.
No tiene sentido hablar de gastos sin relacionarlos con resultados; adoptar el presupuesto por resultados contribuiría a elevar la calidad de gestión del gasto público en educación y lograr en las finanzas públicas procesos más sostenibles. Es necesario desarrollar nuevos mecanismos e indicadores de evaluación y gestión del desempeño.
Dadas las próximas etapas de la pandemia y los fenómenos o procesos de crisis mundial futuros o con los cuales ya convivimos —como el cambio climático—, es una necesidad repensar la educación dando prioridad, entre los nuevos contenidos, a la preparación de los estudiantes para comprender la realidad, convivir y actuar en tiempos de crisis e incertidumbre, tomar decisiones individuales y familiares e impulsar soluciones colectivas a desafíos urgentes que contribuyan a la transformación estructural de la nación, y esto supone que la Asamblea Legislativa apruebe el proyecto de presupuesto para el ramo de Educación. Es una necesidad del país.