Lo que vivimos hace casi un mes en El Salvador, más allá de no tener precedentes en la historia reciente de nuestro país, no solo es el cierre de un círculo vicioso y el inicio de una era virtuosa para la política salvadoreña: es el reflejo del músculo político de Nayib Bukele, un presidente que está cambiando paradigmas y preconceptos, y está articulando un gran esfuerzo colectivo para que el país salga adelante y llegue a un buen puerto.
Fue así como la decisión del soberano dejó dos grupos que se pueden calificar por su intrascendencia y su extinción, al ser fruto de los residuos y no de la decisión de un electorado que arrolló como un tren de alta velocidad con su decisión a favor de Nuevas Ideas, la fuerza política que representa el poder del pueblo y la defensa de sus intereses.
Además, tanto ARENA como el FMLN sufrieron sus peores derrotas históricas, a tal punto que en el horizonte no se ve que en estos partidos exista un liderazgo o una posibilidad de reacomodo. Incluso, en el escenario más inverosímil, pueden convertirse hasta en aliados: lo demostraron en la Asamblea Legislativa, con una pírrica alianza coyuntural que los llevó al abismo.
Así, ARENA se convirtió en el partido de los intrascendentes, no solo porque pasa de tener 37 diputados a 14, sino que termina convirtiéndose en el asilo de «dinopolíticos» como Carlos Reyes, Margarita Escobar, Alberto Romero, Donato Vaquerano y Rodrigo Ávila.
Estas son voces agonizantes que tendrán sus últimos tres años para dar clamores poco creíbles, y que deberían de preocuparse más por sus anomalías e irregularidades patrimoniales, sus ilegalidades y desidias, porque su voto al final (a favor, en contra o abstención) tendrá más carácter decorativo que vinculante.
Mientras tanto, el FMLN es la cara de la extinción, porque pasar de 23 a cuatro diputados es ser como un jarrón decorativo de uno de los tantos pasillos legislativos por donde desfilaron los maletines negros. ¿Qué se puede decir de una minoría que incluso puede no ser considerada como un grupo parlamentario y que solo tendrá a Anabel Belloso y Dina Argueta como referentes? Las explicaciones sobran y es cuestión de tiempo para que la llama de los «compas» se apague.
Fue por estos argumentos que el presidente Bukele los llamó «irrelevantes» en cadena nacional, porque si tomamos en cuenta que lo que los favoreció fue el sistema de residuos, el grado de representatividad que tienen es mínimo. Además, hay que entender los mensajes: dar 56 diputados a Nuevas Ideas y reducir al binomio ARENA-FMLN a 18 diputados es casi como una invitación a cerrarles la puerta y a abrir el debate con otros actores, entiéndase sociedad civil no politizada, académicos, oenegés y otros actores.
A pocos días para la transición, son estos apuntes los que dan la razón para no negociar con estos partidos, con el agravante de la enorme grasa legislativa enquistada en las plazas fantasma. La nueva Asamblea está cerca, con la urgente necesidad de la reingeniería de las comisiones, la reducción de la junta directiva y la consolidación de una dinámica de trabajo donde el pueblo sea el centro y se dejen atrás estos 30 años de desesperanza, pesadez y corrupción legislativa.