Mientras Argentina, Chile, territorios poblados hace más de 10,000 años a. C., El Salvador era poblado por civilizaciones pocomames, lencas y pipiles, entre otros grupos étnicos que se asentaron entre los siglos X y XI hasta 1821 que se declara independiente del yugo español.
Estas comparaciones las hago porque hoy Argentina y Chile supuestamente tienen índices culturales y de valores humanos más elevados que nosotros, aunque la independencia de aquellos países data también de esa década, pero sus civilizaciones se asentaron hace más de 10,000 años a. C.
– Antigüedad de las civilizaciones aborígenes en el Cono Sur 10,000 años a. C. aproximadamente.
– Antigüedad de las civilizaciones aborígenes en El Salvador, y en general en Centroamérica, 10,500 años a. C., aproximadamente.
La colonización española para todos data alrededor de mediados del siglo XVI, y lo mismo los períodos coloniales, porque las independencias del yugo español fueron entre 1810 y 1820 en casi todo el continente. Por ejemplo, Panamá se libera en 1821 para unirse a la Gran Colombia, de Simón Bolívar.
En fin, podríamos asegurar que hemos tenido la misma historia. Y por ejemplo yo, sin esos análisis, en forma empírica he mantenido la idea de que todas nuestras taras o «defectos» se deben exclusivamente a ese período colonial, desechos de la arbitrariedad, la opresión y el oportunismo de los colonizadores. Pero frente a esta historia sería bueno revisar si esos vicios vinieron con aquellas civilizaciones autóctonas.
Luego, logramos la independencia en toda Latinoamérica, pero quedan gobernando los hijos de aquellos españoles; hasta hoy que se van haciendo cargo herederos de esas civilizaciones que poblaron nuestros territorios desde su origen, y nos encontramos en casi toda la región con presidentes corruptos, un índice sorprendente de criminales, extorsionistas, renteadores… grandes organizaciones del tráfico de drogas… y la verdad que este análisis y estas aseveraciones, justificaciones, merecen la respuesta de un buen sociólogo.
Mi empirismo técnico en el tema seguramente no dará respuestas, más que crear quizás alguna inquietud profesional que nos ayude en las conclusiones que, si no justifiquen, al menos nos den una respuesta a estas malformaciones sociales para que evitemos que surjan nuevamente y mantengamos limpio nuestro país de esta descomposición.
Esas civilizaciones que se asentaron en el territorio salvadoreño 10,500 años a. C. eran agrarias, trabajadores, más bien místicos, con tradiciones seculares, organizaciones comunales basadas en el orden jerárquico por consanguinidad, preocupados por la defensa de sus recursos, hasta que llegan los colonizadores a principios del siglo XVI para quedarse 300 años depredando nuestra integridad autóctona, tratando de cambiar nuestra «fisionomía» social y la de nuestra historia originaria por lo que somos hoy.
Durante ese tiempo eran aquellos colonizadores los que moldeaban nuestra conducta; había marginalidad total para nosotros, convertidos en sus servidores (o servidumbre-esclavos) a fuerza de látigo. El poder omnímodo del yugo esclavista no permitió que se crearan pandillas, bandas armadas.
La historia, el ascenso de Francia por arrebatarles las propiedades a España, hizo que sus líderes militares en América se organizaran para lograr una supuesta «independencia» que impediría que esas regiones (colonias) les fueran usurpadas a los reyes de España. De ahí nuestro nacimiento como «repúblicas», luego seudodemocracias, etcétera y etcétera, y hoy hijos que hemos creado un monstruo: esa espantosa sociedad que hoy nos tenía en jaque. Ese 0.8 % de afectos a la descomposición social.
Y que no son «hijos de la guerra» como justifican algunos, sino del hambre y la descomposición política que en estas últimas tres décadas fueron creadas esas huestes, que además en el 82 % no suben de los 30 años. Jóvenes en su inmensa mayoría e «hijos del pueblo» que esa «clase de políticos» prometía defender, superar en su situación social, y lo que hicieron fue contaminarlos con sus ejemplos de corrupción.