Las transformaciones profundas en una sociedad no se hacen sin la resistencia del viejo régimen, que lucha por mantener las prerrogativas y privilegios de su clase dominante. Sin embargo, cuando los cambios van acompañados por la voluntad popular, los pequeños grupos que han cooptado las estructuras de poder son marginados y puestos a un lado.
La mayoría de los salvadoreños votó libremente en las urnas para poner fin a 30 años de gobiernos de ARENA y del FMLN, que fueron la última expresión de un sistema político basado en el saqueo de los fondos del Estado salvadoreño. Esta decisión de cambio estructural que llevó al presidente Nayib Bukele al poder quedó ratificada cuando también, de manera libre y soberana, los ciudadanos renovaron la Asamblea Legislativa, dándole a Nuevas Ideas, el partido del presidente, la mayoría calificada, algo que nunca había sucedido en la historia nacional.
Este mandato popular inequívoco se ha traducido, poco a poco, en los cambios que la sociedad salvadoreña demandaba. Se desmontó el esquema de saqueo y se está llevando a la justicia a aquellos que se aprovecharon de esa manera de los limitados recursos del Estado. Ahora los fondos públicos están al servicio de las mayorías, razón por la cual ahora sí hay computadoras con internet para los niños de las escuelas nacionales.
Está en marcha una reforma de pensiones que permitirá a los jubilados tener los recursos necesarios y no pequeñas porciones de miseria. Y con la adopción del bitcóin se han sentado las bases para que más recursos lleguen a las familias salvadoreñas a través de las remesas, que dejarán de pagar onerosas comisiones que hicieron más ricas a compañías transnacionales que se aprovecharon del esfuerzo de compatriotas en el exterior.
Hay en marcha un ambicioso programa de inversión en infraestructura pública, con la construcción de carreteras y periféricos que no solo dinamizan la economía nacional, sino que también mejorarán sustancialmente el tránsito de personas y mercadería por todo el territorio. Gracias a estas buenas decisiones, la economía crecerá 9 %, de acuerdo con las proyecciones del Fondo Monetario Internacional (FMI).
Y todo ha sucedido a pesar de la pandemia de la COVID-19, de la que el país ha salido fortalecido con un hospital especializado que es referente internacional para la recuperación de pacientes con el coronavirus. Además, está en construcción el nuevo Hospital Rosales, tantas décadas postergado por los anteriores gobiernos.
Las transformaciones son más e incluyen aspectos claves como turismo, deportes, el rescate del agro y la atención de la primera infancia. Esta es la transformación en marcha que los viejos poderes quieren bloquear. Pero hay una decisión inquebrantable de un pueblo de no dar marcha atrás.