Ayer, la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas (UCA) presentó un estudio en el que mencionaba como conclusión la necesidad de eliminar el régimen de excepción debido a que no era conveniente para el país.
Lo que resulta paradójico es que ese mismo estudio reconoce que el régimen de excepción tiene un amplio respaldo entre la población porque ha generado más seguridad y ha llevado tranquilidad a los hogares salvadoreños.
No se trata de una percepción a la ligera. Todos los datos disponibles muestran que El Salvador está viviendo la etapa más segura en toda su historia. Se han reducido los homicidios de manera tan drástica al punto que el Gobierno del presidente Nayib Bukele lleva ya 170 días sin homicidios, cuando en el pasado hubo administraciones en las que no hubo un solo día sin asesinatos; por el contrario, la macabra cotidianidad era de días en los que se perpetraban múltiples masacres.
Uno de los reconocimientos más interesantes que ha recibido el régimen de excepción ha venido precisamente de un economista que fungió como presidente del Banco Central de Reserva durante el Gobierno del ahora prófugo Mauricio Funes. Carlos Acevedo asegura que gracias al régimen de excepción hay mucha más tranquilidad y las personas pueden trabajar libremente, el comercio funciona bien, dinamizando la economía y generando mayor recaudación fiscal.
Acevedo asegura que «la atmósfera que se nota es diferente», por lo que pequeños negocios que antes eran asediados por las pandillas han «empezado a florecer». Esto, sin duda, es una buena noticia no solo para los ciudadanos, sino para la sociedad entera, porque mejora los ingresos que el Estado dispone para ejecutar obras sociales, como mayores inversiones en salud, educación, infraestructura y para muchas obras más.
La Asociación de Distribuidores de El Salvador ha dicho que, gracias al Plan Control Territorial, en combinación con las medidas especiales del régimen de excepción, las extorsiones han caído hasta en un 80 %.
Esta es una buena noticia porque decenas de miles de negocios cerraron en los años en los que ARENA-FMLN alentaron la proliferación de las pandillas, lo que debilitó fuertemente el tejido empresarial nacional. Ahora, en cambio, estamos viendo un resurgimiento y la recomposición de redes productivas.
Entonces, visto todo esto, ¿cuál es el sentido de pedir la eliminación del régimen de excepción cuando todos, incluyendo a economistas, empresarios y ciudadanos, están de acuerdo con que el aumento en la seguridad pública es algo que nos beneficia?
Lo único que se puede pensar es que quienes se oponen al régimen de excepción son precisamente aquellos que ahora son perseguidos por la justicia y han perdido los ingresos que les generaban estos actos delictivos. Esos y sus aliados son los únicos ciegos que no quieren ver.