Los salvadoreños hemos despertado del letargo político de ideologías de derecha e izquierda que nos mantuvo en un estado de inactividad por tres décadas. Romper con el adormecimiento fue una decisión soberana del pueblo cuando tuvo enfrente a un verdadero líder, ese que desde que inició su camino presidencial ha demostrado que la política es siempre el arte de lo posible.
Sin duda, los salvadoreños nos dimos cuenta de que la conformidad había sido carcelera de la verdadera libertad y enemiga del crecimiento y del desarrollo, así como de las posibilidades de un cambio rotundo para el bienestar de las grandes mayorías y no de unos pocos.
Nayib Bukele posee el coraje que se necesita de un líder para convertir los desafíos en oportunidades y ser resistente a la adversidad provocada por políticos rastreros que comen de las migajas que caen de las mesas de sus amos.
El presidente rompió el esquema tradicional en el que cualquier cosa estaba por encima de las necesidades de los salvadoreños, y eso es lo que el pueblo deseaba con tanto anhelo. Vio en él a un líder inspirado en ideales, de grandes visiones, capaz de hacer de sus sueños una realidad.
En tres años ha demostrado que los problemas del destino humano no están por encima de los seres humanos, por eso su guía ha sido no buscar respuestas en ideologías de derecha o izquierda, sino en buscar la correcta para toda la nación.
En la foto de liderazgo e inspiración humana solo está él. Él es su propio peso, el único a seguir. Su conducción es impecable y sus números están intactos. Pero eso es él. Nadie debe confundirse con eso y hacer castillos en el aire. Los perdidos en las redes no encontrarán la salida del laberinto que sus propios flautistas les han creado.
¿Será por eso que muchos personajes arrimados, incluyendo zorros políticos de mañas conocidas, andan por calles y aceras vendiendo humo con el objetivo de obtener un pedazo de pastel en los eventos electorales próximos? Por cierto, algunos ya han caído en esas redes de falsedad pegadas con saliva.
En el barco del presidente Bukele solo caben los que realmente buscan trabajar y luchar por los intereses de las familias salvadoreñas, sin intermitencias. Los polizontes caerán al agua sin un neumático a que aferrarse, aunque sus «asesores de cartón» les hayan pintado un futuro distinto.
El nuevo El Salvador que se comenzó a construir en junio de 2019 tendrá continuidad con políticos comprometidos con los más de 6 millones de salvadoreños, no con aquellos que, como gatos panza arriba, se revuelven por regresar al pasado, a una democracia falsa y a la injusticia del descalzo.
Basta con observar como lo que queda del partido ARENA sigue en su rueda de hámster por mantenerse a flote, con elecciones en línea, con una planilla impresentable que no da señal alguna de tener el poder de ser escuchado o tomado con seriedad por grandes donantes o empresarios que siempre han financiado al partido. Fracaso.
Sin temor a equivocarme, los salvadoreños inteligentes no volverán a votar por ARENA ni por el FMLN. Tampoco elegirán a luciérnagas ni camaleones políticos.