De acuerdo con la Sección de Probidad de la Corte Suprema de Justicia (CSJ), las últimas investigaciones han descubierto que 33 exfuncionarios de ARENA y del FMLN se apropiaron de más de $35 millones. Los hallazgos siguen apareciendo en la medida que se profundiza el estudio sobre la desastrosa gestión de estas organizaciones políticas.
No es de extrañar que exfuncionarios de niveles medio y bajo se hayan dedicado a sustraer el dinero público cuando todos los presidentes de esos años están señalados de corrupción, casi todos han sido procesados judicialmente, además están acusados del saqueo de cientos de millones de dólares de los fondos públicos.
ARENA y el FMLN se unieron para garantizar que la corrupción de uno y otro no saliera a la luz. El acuerdo impuso un manto de impunidad para los exfuncionarios de una y otra bandera que fingían desacuerdos político-ideológicos, pero que estaban unidos por su interés de no ser procesados y continuar con el saqueo.
En el afán de no soltar el poder mantuvieron otros pactos criminales, como la tregua con las pandillas, a las que también entregaron fondos públicos y hasta ofrecieron cargos públicos y proyectos estatales a cambio del apoyo en campaña y de votos en las elecciones.
Lo que nunca se imaginaron, por su arrogancia desmedida, es que el pueblo salvadoreño se cansaría de tanto robo y les daría la espalda. La llegada de Nayib Bukele a la presidencia de la república significó el final de la impunidad y el inicio del combate a la corrupción de ARENA-FMLN, incluso de sus tratos con las pandillas.
Gracias a la implementación del Plan Control Territorial, el país lleva 150 días sin homicidios desde el inicio de la gestión del presidente Bukele.
Con la puesta en marcha del régimen de excepción, decenas de millares de pandilleros han sido detenidos, procesados y enviados a prisión, algo impensable en los tiempos de ARENA-FMLN. Su oposición para financiar el Plan Control Territorial y boicotearlo se explica claramente por los compromisos con las pandillas.
El desmontaje de ambas estructuras delincuenciales –los corruptos que estaban enquistados en el Estado que el voto popular desterró y los pandilleros que sembraban el terror en barrios, colonias, cantones y caseríos– es una tarea titánica que se hace día a día, minuto a minuto.