Cuando se actúa de buena fe, cuando todo lo que se piensa y realiza se hace con buena intención, cuando lo que se quiere lograr es el bien de tus semejantes todo sale bien. Ese es el principio de toda filosofía, de todas las grandes religiones monoteístas: haz bien y ayuda a tu próximo. Haz a tu hermano lo que quieras para ti.
En nuestro querido país está sucediendo un fenómeno que a través de la historia no habíamos experimentado en nuestros 200 años de existencia. Desde la cúpula hasta la base se están ejecutando obras en bien de todos, con buenas intenciones, por eso las fuerzas oscuras, que son minoría, no logran comprender el proceso de transformación material y espiritual que la mayoría de los salvadoreños estamos experimentando; estamos a través de la historia por primera vez viviendo en paz y en armonía sin agendas ocultas, sin planes malévolos.
Estamos comenzando, es cierto, pero sabemos que vamos por el camino correcto. Este razonamiento no es político, ni partidista, ni ideologizado, es el sentir de la mayoría de los salvadoreños, los que vivimos dentro de nuestro querido Pulgarcito y de los millones que viven en otras latitudes.
Cuando se sentaron las bases para la creación de nuestra República de El Salvador, la estructura se comenzó a través de la historia con problemas de edificación, a través del tiempo se le negó a la mayoría de nuestros hermanos lo más básico para su desarrollo: educación, que les hubiera permitido lograr niveles de realización humana.
El conocimiento libera al ser humano; la cadena de la ignorancia permaneció a través del tiempo y eso nos impidió un proceso de crecimiento sostenido y un camino hacia el desarrollo. La salud, como un derecho fundamental, le fue negado a la mayoría.
Sin este componente no es factible la realización de ningún ser humano, sin conocimientos que abren la mente, que te dan nuevas perspectivas y oportunidades de crecimiento; si a esto le añades problemas en el desarrollo físico, nos da como resultado un desarrollo humano limitado; al eliminarle su capacidad de desarrollo mental y su capacidad de análisis, unido a la disminución de su fuerza física, lo estás condenando a una especie de esclavitud. Eso sucedió en los primeros dos siglos de nuestra existencia.
La primera oportunidad que se presenta es la que tenemos en nuestras manos en este momento. El pequeño grupo que se adjudicó el poder desde el inicio de nuestra historia como nación lo hizo con alevosía y ventaja en detrimento de las grandes mayorías; fue fácil explotarlos al máximo.
Dentro del plan observaron que esto permitía su esclavitud; por consiguiente, todos sus otros derechos eran de fácil manipulación: libertad de expresión, cero; libertad de elección de quiénes gobernarían, cero; posibi lidad de escalar en la sociedad, cero, entre otros.
Al llegar al siglo XXI, luego de interminables luchas y conflictos surgieron «fuerzas liberadoras», que a la postre salieron peores que las anteriores, que en sus luchas por el poder permitieron que estructuras asesinas segaran la vida a 200,000 salvadoreños inocentes, desfalcaron el Estado por miles de millones de dólares y nos llevaron a un estancamiento sin precedentes.
Luego de esa debacle histórica surge un grupo de salvadoreños con todas las buenas intenciones para sacar adelante a este pueblo. La reacción de los poderes fácticos no se hizo esperar: han tratado y seguirán tratando de impedir la redención de todo un pueblo.
Pero cómo son las cosas: entre más intentan y surgen seudolíderes hablando de un pasado glorioso, de propuestas irreales que cuando tuvieron la oportunidad nunca llevaron a cabo, de redentores ilusos que menosprecian a sus hermanos, el apoyo crece cada vez hacia el que ha demostrado que está actuando de buena fe.
La mayoría lo reconoce, el salvadoreño es inteligente y sabe que el momento llegó, y el apoyo crece acá y en el exterior. Hacer un análisis predictivo ante esta realidad es bien fácil. El pueblo salvadoreño seguirá en el poder, ninguna oligarquía de ningún tipo le quitará esta oportunidad.
Cuando las condiciones están dadas y se actúa de buena fe, nuestro ser supremo se encarga de lo demás, así que la primera predicción es que, hagan lo que hagan, el proceso continuará cada vez con más fuerza. A través de los años que vienen se logrará consolidar el poder para permitir revertir dos siglos de oscurantismo; nuestra población tendrá educación de primer nivel, la salud será prioritaria. Esto permitirá mayores grados de productividad y lograremos niveles de crecimiento sostenido que cimentarán las bases para lograr una vía propia hacia el desarrollo.
En este contexto se logrará potenciar todas las fuerzas vivas de nuestro pueblo. El plan de desarrollo agrícola logrará los frutos propuestos, convirtiendo al sector en uno agroindustrial. La industria pasará a un nivel de alta tecnología. La infraestructura permitirá reducción de costos y se mejorarán los tiempos y movimientos. El sector exportador seguirá creciendo, así como la inversión extranjera.
Producto de todo este cambio nos estamos convirtiendo en un destino turístico en crecimiento; el empleo crecerá, así como el poder adquisitivo, permitiendo un mayor ahorro, consumo e inversión. La nueva y moderna red vial y de transporte y el incremento en la generación de energía limpia abonan también en lograr esa eficacia que se necesita para salir del subdesarrollo.
Esto nos llevará a elaborar un buen plan de desarrollo urbano, y a través del tiempo minimizar la vulnerabilidad de gran parte de nuestro territorio. Cuidaremos el medioambiente como una garantía para las nuevas generaciones. Los deportes y el arte en todas sus manifestaciones serán parte del desarrollo del nuevo salvadoreño, tendremos una juventud bilingüe, bien preparada, con acceso a nuevas tecnologías. Retomaremos el camino del respeto hacia los maestros, hacia las autoridades, hacia los padres, hacia los símbolos patrios; volveremos al «buenos días», al «con permiso» y hacia las disculpas sinceras. Todo esto se logra cuando se actúa de buena fe. Tendremos un país sin corruptos ni corruptores, donde cumpliremos las leyes y respetaremos el derecho de nuestros hermanos. Viviremos en un país donde nuestros jóvenes tendrán múltiples oportunidades, donde la libertad de expresión sea un derecho fundamental, donde todo recién nacido tiene todos los derechos, donde nuestros hermanos con capacidades especiales y nuestros adultos mayores vivirán dignamente. Estamos en el camino correcto para lograr todo lo anterior.
Esto se logra cuando se actúa de buena fe. Todavía algunos no lo comprenden, a otros no les conviene porque se lucraban del sufrimiento que padecimos a través de nuestra historia viviendo de la cultura de la muerte, de la explotación. Cuando las energías positivas se juntan y gobernantes y gobernados están en la misma sintonía no hay poder capaz de revertir lo logrado. Cuando a través de buenos sentimientos, buenas actitudes y sin agendas ocultas se avanza el poder es imparable.
¿Han notado que por más desinformación que nos tratan de imponer, entre más análisis erróneos y rebuscados tratan de plantear, por más argumentos jalados de los pelos intenta ese porcentaje minúsculo más apoyo se obtiene? Les voy a decir por qué: porque cuando se actúa de buena fe todo sale bien.