Nuevamente, un diputado propietario y líderes municipales abandonan ARENA y señalan la falta de liderazgo y de rumbo en esa organización política. Esta vez fue Donado Vaquerano, un veterano diputado por San Vicente, quien hizo pública su renuncia al partido tricolor. Con el legislador dejan a ARENA su legisladora suplente y los exalcaldes de Verapaz, Apastepeque y Tecoluca, todos municipios vicentinos.
En la carta de renuncia, Vaquerano señaló que ARENA perdió el rumbo. «Ahora es difícil mantenerse en la línea original con la que fue fundado el partido», apuntó el político, quien desde ayer es diputado independiente. Con Vaquerano, la bancada tricolor ha perdido a tres diputados propietarios y a cuatro suplentes, además de 21 de los 35 alcaldes que fueron electos en los comicios de febrero del año pasado.
Todos abandonan el partido ARENA por la desconexión que hay con la población, debido a la férrea defensa que la cúpula hace de intereses corporativos, empresariales y de otros grupos económicos. En lugar de ponerse del lado de la gente, sale a defender grandes negocios. Durante años, mucha gente lo sufrió como un mal necesario, porque reclamar le hubiera significado perder el trabajo en el Estado que el partido le había dado como pago por «haber sudado la camiseta». Sin embargo, dada la debacle política de ARENA y su falta de rumbo, ya no quedan muchos dispuestos a dar la cara por proyectos que van en contra de los intereses populares.
Para bien o para mal, el fundador de ARENA, Roberto d’Aubuisson, supo conectar con un fuerte segmento de la población en los inicios de los años ochenta del siglo pasado, gente que se oponía al avance de los aliados del comunismo o que había sufrido en manos de la guerrilla. Esa organización nació ligada profundamente a sectores conservadores de derecha, pero de corte popular. Eso cambió cuando ARENA postuló a un representante de los grupos económicos como candidato presidencial.
Alfredo Cristiani, proveniente de una rica familia y con negocios en varios rubros, fue el primer presidente de ARENA. Desde ahí, la desconexión con las clases populares no hizo más que aumentar, por lo que requería del discurso incendiario para alimentar la polarización y, de esa forma, mantener activo el motor político-electoral.
Ya sin la polarización como motor, dada su descarada alianza con el FMLN, ARENA desencanta a sus bases y a dirigentes de todo nivel. Si a eso se le suma la falta de líderes creíbles y capaces, la fórmula del desastre y de la derrota se consolida.