Se viene de nuevo una final entre FAS y Alianza, esa que ni de un lado ni de otro se quiere perder, ese juego que reúne muchos años de rivalidad. Por la regularidad que han mostrado los dos planteles en su fútbol, sobre todo Alianza, solo hubo que esperar un año y medio para verlos de frente de nuevo por el juego de un título. El último entre estos dos fue en diciembre de 2019 y terminó en un triunfo merecido para los albos por 1-0, con aquel gol de Narciso Orellana, ese volante que ya ha institucionalizado su nombre en las filas del equipo capitalino.
Volvamos, por favor, a la idea central, a esa que tiene que ver con que ninguna de las dos representaciones quiere perder, porque es casi imperdonable en los dos senos. El orgullo, una copa, la historia, el prestigio y más estarán de nuevo en escena cuando este domingo los dos equipos pisen la cancha del estadio Cuscatlán, que ha sido testigo de finales con dientes apretados entre los dos planteles. Insisto, siempre hay más que tres puntos o 22 jugadores en trabajo en este duelo.
FAS contra Alianza o Alianza contra FAS, el orden de los factores no altera nada desde una ley conmutativa. Es una rivalidad más allá de lo deportivo. En un A contra B o B contra A que en él tiempo ha trascendido no solo al resultado del juego, sino al sentimiento de sentirse superior, de ver al rival no solo derrotado, sino humillado también. Y, tras eso, entrar en una faceta de goce interno y externo.
Pero ahora, para meterse de lleno en los expedientes de esta rivalidad, hay que ir atrás, al eje diacrónico de la historia del fútbol. Solo así podemos asistir al entendimiento de esta acérrima rivalidad, es decir, determinar en qué momento se transformó una rivalidad deportiva a una rivalidad de sentimientos con tonalidad clara y oscura a la vez.
Pues, desde mi perspectiva creo que nadie se dio cuenta, pero ahora difícilmente cambiará. Y en este contexto se llega a una nueva final entre rivalidades individuales y rivalidades colectivas, entre Turba Roja, la mayor porra organizada de FAS, y Barra Brava y Ultra Blanca, las dos mayores barras de Alianza. Esa A contra B o B contra A también trasciende entre exjugadores que fueron sobresalientes en los dos bandos o solo en uno. El caso que más resalta es entre el Zarco Rodríguez y Tigana Meléndez (el segundo solo con Alianza y el primero en los dos planteles finalistas), quienes ahora tendrán la disputa de la final desde el banquillo. Tigana lo hace con Alianza y Jorge, con FAS. Los dos se conocen de sobra porque fueron compañeros en el equipo desde 2017 hasta 2019. Rodríguez era el entrenador y Meléndez fungió como director deportivo.
Luego, esta final entre albos y fasistas también trasciende al malestar por los precios, a la confusión por el aforo y otros. Luego, el búmeran de emociones vuelve a lo deportivo, debido a que se marca un duelo entre el bicampeón y el mejor equipo de los últimos seis años y el que fue el mejor plantel de principio de siglo. ¿Quién ganará terminado el juego, Alianza o FAS? Así como jugaron en este campeonato, entre buenos y malos partidos, mi pronóstico es reservado porque no veo favorito a uno sobre otro. Lo único seguro es que la rivalidad seguirá creciendo más.