El presidente Nayib Bukele anunció el ajuste de la transferencia del Fondo para el Desarrollo Económico y Social de los municipios (FODES), del 10% al 6% de los ingresos del Estado para favorecer la eficiencia en el manejo de los fondos públicos.
Los últimos meses hemos visto cómo muchas alcaldías se han declarado prácticamente en bancarrota, al dejar de pagar los sueldos de sus empleados o a proveedores de servicios básicos (Pasaquina, en estos momentos, de hecho, está sin energía eléctrica), argumentando que dependían estrictamente de la transferencia del Estado para cumplir con sus compromisos, lo cual es carente de toda lógica porque una institución municipal debe funcionar solo si es capaz de cubrir sus operaciones a través de los tributos que recauda entre los habitantes, a partir de los servicios que presta y las tasas que cobra.
Entonces, o bien no están recaudando ni siquiera lo mínimo o que el dinero va a parar a otros fines diferentes para los que se ha contemplado. De esto último hay muchos ejemplos sobre cómo se desviaron fondos para intereses particulares de los alcaldes o sencillamente fueron a parar a las cuentas personales de estos políticos, la mayoría de ellos despedidos en la última elección del 28F.
El uso eficiente de los fondos públicos que serán destinados para las alcaldías no trata de ninguna manera atacar la autonomía municipal. La nueva Dirección Nacional de Obras Municipales anunciada por el presidente Bukele buscará que los recursos sean utilizados de la mejor manera posible, haciendo economías de escala y coordinando mejor los recursos en maquinaria y personal capacitado, mejorando las capacidades de las alcaldías para generar licitaciones abiertas y públicas, haciendo, en definitiva, más productivo lo que podrían hacer pequeños proyectos individualizados a lo largo de todo el territorio.
La idea es que los alcaldes -ahora que asumirán personas cercanas a la población, con compromiso real del desarrollo local y sin intereses de prosperar a costa de los fondos públicos- sean los gestores de las necesidades de la ciudadanía, gestionar efectivamente los recursos sin descuidar un panorama más amplio de las posibilidades de todo el país.
Los que ahora se quejan del cambio de gestión en los proyectos municipales son aquellos que vivían de los vacíos legales, que aprovechaban cualquier grieta legal para favorecerse. Y esa página de la historia ya pasó. Ahora vamos a comenzar a escribir una nueva historia para El Salvador.